Con una precisión que asusta, el 19 de septiembre se ha convertido para los mexicanos en una fecha que nos obliga a pensar –no en los temblores registrados en años pasados- sino en la gran tragedia que emergerá desde las entrañas de la tierra y dejará en evidencia lo poco preparados que estamos para enfrentar la furia de la naturaleza. Nadie puede explicar por qué ha sucedido en tres ocasiones el mismo día.