Alberto Osorio
03 de junio de 2022.- Hace tres años en San Gabriel, un alud de troncos quemados, piedras de todas tamaños y el destrozo de calles y casas, marcó una de las tragedias más grandes de las que se tenga memoria en la tierra de Juan Rulfo, en donde la naturaleza advierte que con ella no sé juega.
Tras el desbordamiento del río Salsipuedes y el rodar por todos lados de una masa negra de olor a podrido, los sorprendidos vecinos recuerdan que sólo escuchaban un ruido que a su juicio, era similar al paso de muchas locomotoras juntas o la estampida de miles de vacas que salía del rumbo del río.
Las autoridades estatales notificaron -en ese entonces- de la muerte de dos personas y la desaparición de otras cinco, arrastradas por la corriente.
Ese fenómeno fue causado por la inmoderada deforestación. Es apenas el preludio de nuevos desbordamientos que en cualquier momento se pueden repetir en diferentes partes de la geografía de Jalisco, a raíz del avance voraz de la agroindustria que no respeta leyes ni naturaleza.
Tres años después del desbordamiento del río, no se sabe hasta dónde llegó la responsabilidad de las empresas aguacateras o aquellas que se dedican al cultivo de agave.
Lo cierto es que la tragedia acabó de golpe con la siesta de decenas de habitantes durante la tarde del domingo 2 de junio de 2019.
Para 2022 la imagen urbana de San Gabriel luce reluciente, todo parece indicar que ahí no pasó nada. En contraparte los lugareños lo saben y entienden que el 2 de junio es la imagen viva de una tragedia que en cualquier momento regresará.
El enorme árbol que por décadas mantuvo sus raíces clavadas a la tierra a un lado del puente ya no existe, mientras en algunos lugares del poblado aún se observa la marca que dejó el lodo, que en algunos lugares llegó hasta los 2 o 3 metros de altura., tal como describe Absa García en este video.