2019, como nunca antes

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Partidiario

Criterios

 

Cada etapa de la vida o fecha memorable, en este caso el fin de año y el arranque del siguiente, siempre son propicias para hacer un alto en el camino, un recuento de lo malo que hemos hecho y de los bueno que hayamos alcanzado. Esto, cada quién sabe si lo hace o no, es por su cuenta y riesgo, si es que desea o no enmendar errores.

Un particular, está en todo su derecho de hacer o no un alto en el camino, un examen de conciencia, siempre y cuando lo bueno o lo malo que haya hecho afecten a un tercero, a un vecino, o a una parte siquiera de sociedad.

Pero si se trata de un hombre o de una mujer de la vida pública, estará siempre obligado a hacer un corte de caja, pero no a su antojo, para salir del paso, para cumplir alguna norma, como son los informes de gobierno, por ejemplo, al menos.

No obstante, en esos informes no siempre dicen  la verdad. Generalmente son momentos en que hablan –nuestros gobernantes- sólo de lo bueno que ellos creen haber hecho. Raramente, muy raramente son autocríticos. Y así se van formando una idea de que nadie hay como ellos, que se la pasan haciendo el bien y desvelándose por todos.

No pocos de esos políticos, como aquel fariseo frente al publicano, se sienten, se creen  mejores que todos los demás. Que no son corruptos y que tampoco los suyos lo son por el simple hecho de ellos haber escogido a sus colaboradores por puras corazonadas o porque bien pueden tener el propósito de que tal o cual va a cumplir con sus designios… o intenciones de ajuste de cuentas o venganzas.

Si algunas acciones  se critican, y hasta se prueban y comprueban que hicieron –o dejaron de hacer- ciertos  colaboradores,  bastará con que se diga desde lo más alto del reinado, que se le tiene toda la confianza y que la corrupción, por decreto, ya se acabó.

Que si alguna vez falló y hasta perjudicó a propios y extraños, eso ya pasó a la historia, ya se le perdonó aunque jamás haya restituido el mal asestado y el perjuicio haya sido contra todo y contra todos. No importa que se haya o no arrepentido de su proceder y, en el fondo siga siendo el mismo aprovechado de las circunstancias… y del poder.

Desafortunadamente así se están haciendo ahora algunas cosas en la vida pública.

Basta con que alguien diga que se buscó por aquí y por allá, que se investigó a fondo en cuestión de días y que se movieron hasta las piedras, que nada malo encontraron en su contra para que aquel que está en lo alto y sus corifeos, sigan tan campantes  y creyendo que únicamente están haciendo el bien a sus semejantes.

Por eso dicen y repiten, hasta la saciedad, que la prioridad son las minorías, los marginados, los olvidados, los que no tienen nada de nada. Así se trate de palabras y más palabras huecas, a veces paternalistas y hasta con propósitos aviesos, corporativistas o inducciones masivas y clientelares con miras electoreras o cosas semejantes.

Esos son algunos de los pecadillos que se cometidos en el año que termina aunque la economía esté estancada y la inseguridad esté en su mayor apogeo, con culiacanazo o sin culiacanazo,  con índices de violencia como nunca que, de acuerdo con pronósticos y estadísticas oficiales, cerrará 2019 con una cifra de entre 36 mil y 38 mil asesinatos dolosos en todo el país. Como nunca antes.