La Marcha #8M y el #ParoNacionalDeMujeres del 9 de marzo, no necesitan permiso, son iniciativas de, para y por las mujeres.
Se hace necesario hoy más que nunca, evidenciar los grandes aportes de todas las mujeres a la economía de cuidados y de servicios, a la construcción de una sociedad más justa, a la integración de la diversidad de familias, al enriquecimiento de un país, de una nación y de un Estado. Se hace necesario evidenciar que sin nuestra presencia en las escuelas, los trabajos, las empresas, los hogares, los espacios públicos y los espacios privados se paralizan. Pero también se hace necesario evidenciar que muchas niñas y mujeres en este país y en el mundo, han sido silenciadas a través de las múltiples violencias que viven a lo largo de sus vidas. Muchas de ellas no han vuelto a casa o porque las asesinaron o porque las desaparecieron sin que su familia obtenga respuestas del Estado para el acceso a la Justicia. La respuesta social ante las desapariciones y feminicidios tampoco ha sido la más afortunada. La indignación momentánea se diluye, mientras que las familias se quedan solas en la búsqueda de su familiar desaparecida y en su lucha por acceder a la justicia.
Antes de Ingrid y Fátima, están miles de mujeres a las que privaron de la vida por su condición de género, es decir, por ser mujeres, porque en este país feminicida, las mujeres hace mucho que dejaron de importarle al Estado. Dejaron de importar cuando no llegaron a la escuela, al trabajo o a su casa porque alguien decidió que ellas no tenían que seguir viviendo. El feminicidano pidió permiso al Estado para desaparecerlas o matarlas; nosotras tampoco estamos pidiendo permiso para salir a las calles, marchar y parar este país.
Un paro de mujeres es una articulación colectiva. Convocar a un paro general de mujeres es situarnos desde una forma colectiva ante el Estado que históricamente ha marginado a las mujeres, a las que les sigue vedando el acceso a los puestos directivos en las Empresas, en las Universidades, en los Gobiernos. La pobreza tiene rostro de mujer, la desigualdad salarial la sufren las mujeres, el trabajo no remunerado de cuidados lo siguen realizando las mujeres. Por eso, las movilizaciones del 8 y el paro general de mujeres el 9 de marzo, tienen un sentido profundo de articulación que no requieren de permiso alguno.
Los Empresarios, funcionarios, gobernantes, etc., que ahora se muestran muy “empáticos y solidarios” con la causa de las mujeres y que magnánimamente han salido a manifestar su apoyo para que las mujeres de sus empresas, universidades, instituciones gubernamentales, etc., no vayan a trabajar, a la escuela, etc., y anuncian espléndidos que no “habrá represalias”; ahora tienen que salir a informar las acciones y medidas que están tomando para eliminar las desigualdades en su espacio y garantizar la presencia de las mujeres en los altos puestos de dirección, tienen que decir con claridad qué están haciendo para eliminar las violencias contra las mujeres y sobre todo, tienen que informar qué harán este 9 de marzo con los hombres que se quedan en la Universidad, en la empresa, en las instituciones ¿Ya tienen pensado el programa de reflexión profunda sobre el privilegio que significa en este país ser hombre? ¿Ya tienen pensado reflexionar entre todos sobre las violencias machistas que ejercen en el espacio público y en el privado? ¿Ya saben qué les dirán a todas esas niñas y mujeres que regresen el 10 a trabajar, a la escuela? ¿Ofrecerán disculpas por los siglos de opresión, discriminación y violencia ejercidos contra las Mujeres? ¿Les tienen nuevas propuestas para garantizar el acceso de las mujeres a una vida libre de violencia? O solo se les ocurrió subirse a la ola feminista para que otra vez la única voz que se escuche sea la de los hombres ofreciendo un permiso que no les fue solicitado.
@lupitaramosponc