El “virus” más letal es el capitalismo, más allá de la pandemia…

capitalismo-román munguía huato-partidero-jalisco-criterios-virus-pandemia

Román Munguía Huato             capitalismo

 

 

Hay golpes en la vida, tan fuertes… ¡Yo no sé!

Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,

la resaca de todo lo sufrido

se empozara en el alma… ¡Yo no sé!

 

Son pocos; pero son… Abren zanjas oscuras

en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.

Serán tal vez los potros de bárbaros Atilas;

o los heraldos negros que nos manda la Muerte.

 

Cesar Vallejo. Los heraldos negros.

 

 

Lo peor de la peste, no es que mata a los cuerpos,

sino que desnuda a las almas y ese espectáculo es horroroso

 

Albert Camus. La peste.

 

 

El coronavirus es el último aviso para apagar el incendio de la barbarie social. “Si no tomamos decisiones, tendremos el colapso de especie”, dice el arqueólogo Eudald Carbonell. “Esta no es sólo una crisis sanitaria, es una crisis social y universal, es el colapso del sistema por no haber afrontado cambios estructurales cuando hace unos años tuvimos ya las primeras advertencias… Pienso, en serio, que la próxima gran revolución ya no será científico-técnica. La próxima revolución será el éxito de la especie gracias al desarrollo de la conciencia crítica de especie y operativa, y si no, nos espera el colapso de especie y la extinción.”

  1. Según cuenta la Biblia, en el Éxodo, la deidad Yavhé de los hebreos para liberar a su pueblo esclavo en el Antiguo Egipto azotó a este Imperio con diez plagas terribles, entre ellas una peste que diezmó al ganado. Desde entonces han pasado varios milenios y las pestes continúan asolando casi a la humanidad. La historia de las epidemias es muy larga y se da el caso real, cuenta el historiador Tucídides, en su Historia de la Guerra del Peloponeso, en el año 430 A.C., cuando Atenas estaba en guerra contra Esparta brota una feroz epidemia con una intensidad y virulencia tales que la población se ve seriamente diezmada en el Ática, una región helénica. A su vez, el gran Sófocles en Edipo Rey narra en su tragedia, la tragedia de una peste calamitosa.
  2. A mitad del siglo XIV, media Europa quedó devastada por la peste, la “muerte negra”. Se estima, moderadamente, que 25 millones de personas murieron a causa de esta pandemia. Algunos historiadores afirman que la peste provino de Asia y por la rutas comerciales llegó a Europa. Algo parecido al origen de la actual pandemia del corovid19 en el planeta entero. Pero la pandemia más pavorosa ocurrió hacia finales de la segunda década del siglo pasado con la llamada gripe española, de origen estadounidense en los cuarteles militares de Kansas, cuyas consecuencias mortales acabó con casi 50 millones de personas, especialmente europeos. La gripe española no era una fiebre cualquiera y mucho menos española, de Kansas pasó –junto con las tropas de Estados Unidos que fueron desplegadas a Europa– al resto del mundo. En México murieron en 1918 unas 300 mil personas. La pandemia de 1918 fue propagada por el virus de la influenza H1N1, como consta en el informe coordinado por el epidemiólogo Neil Ferguson del Imperial College de Londres.

Por supuesto, la peste negra del siglo XIV diezmó, porcentualmente, mucho más a la población entera de aquel entonces. Cierto, entre pandemias y guerras –cuales Jinetes del Apocalipsis–, la humanidad durante el siglo pasado se ha visto devastada terriblemente, pero el actual siglo XXI no ha visto todavía las terribles consecuencias porvenir de la crisis económica y del “cambio climático”. ​En plena Primera Guerra Mundial, el papa Benedicto XV en 1917 declaró: “Jamás hasta ahora se había visto en el mundo la guerra como institución permanente de toda la humanidad”. Tenía razón; pero las dos últimas conflagraciones internacionales han tenido su origen esencialmente por la disputa bélica del mercado mundial; han sido guerras interimperialistas, de las cuales fue vencedor absoluto el imperio estadounidense. Pero hoy día el potencial epicentro pandémico mundial es Estados Unidos; para este domingo 29 de marzo se registraban 138,630 casos de contagio y 2,414 muertes, siendo Nueva York su gran foco con más de 59,513 casos y 965 muertes, según cifras de NBC News. Esta gran ciudad cosmopolita está al borde del colapso, pues “los hospitales comienzan a estar desbordados y con importantes carencias de equipamiento en medio de un aluvión de pacientes durante los últimos días, según los testimonios de médicos y empleados en línea con las advertencias de las autoridades… El principal experto en enfermedades infecciosas del gobierno de Estados Unidos dice que el país podría experimentar más de 100,000 muertes y millones de infecciones por la pandemia de coronavirus.”

  1. Los apologistas e ideólogos de este sistema económico mundial, que abundan por miles y por todos lados, consideran que es el mejor de los sistemas o el menos peor; pero el único posible de existir: no hay otra alternativa, afirman. Consideran, además, que esta sociedad de mercado es la que genera un progreso social y eterno. Es el mejor de los mundos posibles. Por supuesto, nunca explican por qué, por ejemplo, el planeta entero tiene un proceso vertiginosos de calentamiento climático. Consideran, estos panegíricos del capital, que tal fenómeno es circunstancial o episódico sin consecuencias dañinas para la población mundial, incluida el privilegiado uno por ciento poblacional. El progreso, en abstracto, es visto como algo lineal, con sus altibajos, pero al fin y al cabo, un progreso económico que genera desarrollo y bienestar social. Un progreso basado en el desarrollo de la ciencia y la tecnología; lo que, a su vez, con la industrialización, hace perfectible la vida humana en sus condiciones materiales. En esta perspectiva, la pobreza social es meramente un incidente que en algún momento futuro se resolverá por la vía del mercado y cuando los países en desarrollo alcancen el desarrollo de los más avanzados económicamente. La noción crítica del desarrollo del subdesarrollo la ignoran o subestiman. Esta noción de progreso interminable es absolutamente dogmática, acorde a los principios tecnocráticos y economicistas del mercado capitalista. La locomotora económica siempre se dirige a un mayor progreso social; pero hay quienes piensa que a esta locomotora hay que aplicarle el freno antes de que se desboque al abismo catastrófico. Para el filósofo Markus Gabriel: “El coronavirus pone de manifiesto las debilidades sistémicas de la ideología dominante del siglo XXI. Una de ellas es la creencia errónea de que el progreso científico y tecnológico por sí solo puede impulsar el progreso humano y moral. Esta creencia nos incita a confiar en que los expertos científicos pueden solucionar los problemas sociales comunes… Sin embargo, lo que quedará de manifiesto es que semejante idea es un peligroso error.” ¡Claro! Pues no son los expertos científicos, los virólogos, los que deciden el rumbo económico y político de la sociedad: Es el poder y el dinero. Gabriel sostiene que “la cadena infecciosa del capitalismo destruye la naturaleza y atonta a los ciudadanos para convertirlos en meros consumidores y turistas. El pensador llama a impulsar ‘una nueva Ilustración global’ que deje atrás un modelo ‘suicida’… El mismo siglo XXI es una pandemia, el resultado de la globalización.”
  2. Si queremos tener una apreciación más precisa del problema pandémico del coorovid19 debemos ubicarlo en un contexto más amplio de la naturaleza de la producción económica, social, cultural y política. Solamente si conocemos la causa original de un problema social, su génesis histórica, es que podremos resolverlo a corto o mediano plazo. Según la publicación científica Clinical Microbiology Reviews, de octubre de 2007: “La presencia de un gran reservorio de SARS-CoV, como virus de murciélagos herradura, junto con la cultura de comida exótica de mamíferos en el sur de China, es una bomba de tiempo. La posibilidad de reemergencia de SARS y otros nuevos virus de animales o laboratorios, por tanto, la necesidad de preparación no debe ignorarse.” . El SARS-CoV fue identificado en 2002 como la causa de un brote de síndrome respiratorio agudo grave (SARS). Un reservorio natural o nido es, en epidemiología, una población de animales de una mismas​ especie, hospedadores a largó plazo de un patógeno que causa una enfermedad infecciosa zoonótica. Zoonosis o zoonótica es la infección o enfermedad del animal que es transmisible al ser humano en condiciones naturales o viceversa.
  3. Wuhan, capital de la provincia de Hubei, es la ciudad más poblada en la zona central de la República Popular China. Es considerada como el centro político, económico, financiero, comercial, cultural y educativo de China central. A finales de 2019 e inicios de 2020, la ciudad fue el epicentro de la pandemia del covid19. Es el punto donde se ubica el mercado mayorista de mariscos del sur de China. Este brote ha dado lugar a una pandemia global de neumonía por coronavirus que ya ha cobrado la vida de más de 33 mil personas y tiene a más de 690.500 contagiados alrededor del mundo. Entonces, el origen del virus se da en el seno de uno de los enclaves económicos urbano-industriales más importantes de China, la segunda potencia económica del mundo después de la estadounidense. A esta ciudad se le considera la Chicago de China, bajo el régimen de un capitalismo de Estado.

Aquí cabe el análisis de David Harvey: “Durante mucho tiempo yo había rechazado la idea de “naturaleza” como algo exterior y separado de la cultura, la economía y la vida diaria. Adopto una visión más dialéctica y relacional de la relación metabólica con la naturaleza. El capital modifica las condiciones medioambientales de su propia reproducción, pero lo hace en un contexto de consecuencias involuntarias (como el cambio climático) y con el trasfondo de fuerzas evolutivas autónomas e independientes que andan perpetuamente reconfigurando las condiciones ambientales. Desde este punto de vista, no hay nada que sea un desastre verdaderamente natural. Los virus van mutando todo el tiempo, a buen seguro. Pero las circunstancias en las que una mutación se convierte en una amenaza para la vida dependen de acciones humanas.

“Hay dos aspectos relevantes en ello. En primer lugar, las condiciones ambientales incrementan la probabilidad de vigorosas mutaciones. Resulta plausible esperar, por ejemplo, que los sistemas de abastecimiento de alimentos intensivos o azarosos en el zonas subtropicales húmedas puede contribuir a esto. Existen esos sistemas en muchos lugares, incluida China, al sur del Yangtse y en el Sudeste asiático. En segundo lugar, varían enormemente las condiciones que favorecen la rápida transmisión mediante los cuerpos receptores. Parecería que las poblaciones humanas de elevada densidad son un blanco receptor fácil.

“No me sorprendió excesivamente que el COVID-19 se descubriera inicialmente en Wuhan (aunque no se sabe si se originó allí). Era evidente que los efectos locales serían substanciales y que, considerando que se trataba de un centro de producción de importancia, habría repercusiones económicas globales (aunque no tenia ni idea de la magnitud).”

  1. A su vez, Matías Maiello afirma que: “Aún es muy difícil determinar la extensión y la profundidad que alcanzará finalmente la crisis sanitaria a nivel global luego de la degradación (y mercantilización) a la que ha sometido el capitalismo a los sistemas de salud… Ante este escenario, estando en riesgo las vidas de millones, asumimos que el peligro es máximo. Por su parte, las consecuencias económicas, todo indica que tendrán una magnitud histórica con depresión, crisis de deudas, millones de despidos, disparada de los índices de pobreza, etcétera.” Por su parte, Eric Toussaint dice: “La pandemia del coronavirus constituye un gravísimo problema de salud pública y los sufrimientos que la difusión del virus provocará serán enormes.” Los sistemas de salud publica, su infraestructura y equipamiento

prácticamente ha sido desmantelados, que ya eran muy frágiles, por 4 décadas de neoliberalismo y, por lo tanto, habrá una grandísima cantidad de muertos. Enfrentar o contener el corovid19 para las oligarquías del mundo es: “Después de mi, el diluvio”. Como bien dice Mike Davis: “La única certeza es que los países ricos y las clases ricas se centrarán en salvarse a sí mismos excluyendo la solidaridad internacional y la ayuda médica. Paredes no vacunas.”

“El coronavirus es un problema de salud y desigualdad global que nos debe hacer comprender la crisis ecosocial actual que nos lleva al abismo, afirma Joan Benach, quien sustenta la idea de: “Hay que aprovechar esta pandemia para hacer un cambio social radical”, argumentos no le sobran para proponer sólidamente esta idea. ¿Cuál es el origen de la pandemia? Responde: “La razón de fondo de la pandemia hay que encontrarla en el capitalismo. Esto no es un exabrupto o un eslogan de un anticapitalista radical, es lo que nos muestran los mejores estudios científicos cuando somos capaces de integrarlos con una visión transdisciplinar e interpretarlos de forma crítica. En el caso del coronavirus, los factores más relevantes tienen que ver con la alteración global de ecosistemas asociada a la crisis ecosocial y climática que vivimos… lo que hay detrás es el capitalismo y su lógica consustancial de acumulación, crecimiento económico, beneficio y desigualdad…”

  1. El economista Alejandro Nadal dijo tajante que hay un “fracaso histórico del capital”. Ciertamente, pero es un fracaso de dimensiones apocalípticas; es el fracaso de una sociedad en manos del poder y del dinero llevándose entre las patas a niños, mujeres, ancianos y a toda una población vulnerable a las crisis económicas. Existe una profunda fragilidad humana ante los avatares del capital. Es una sociedad, su historia cruenta, cuya máquina económica tritura, machaca, desde hace cuando menos cinco siglos, especialmente a la población trabajadora.

¿Cómo será el mundo cuando salgamos de nuestras casas y el coronavirus esté, por decirlo de algún modo, “controlado”? ¿Es más fácil imaginar el fin del mundo que el fin del capitalismo? Si queremos salir realmente de esta profunda crisis civilizatoria debemos imaginar y construir alternativas anticapitalistas. El filósofo Slavoj Zizek dice que “si la pandemia de Covid-19 lograse replegar al capitalismo global…, las sociedades civiles deberían inventar formas de convivencia más solidarias, sanas y limpias.” Pero no será la pandemia misma la que logre frenar las formas salvajes de explotación de los y las trabajadoras y la expoliación de la naturaleza, sino las organizaciones colectivas de resistencia anticapitalista y sus alternativas de construir tejido solidario. Eso implica muchas cosas, como la necesidad urgente de nuevas formas de producción económica autogestionaria y nuevas formas de gobierno realmente democráticos en manos de la mayoría poblacional, es decir, de los propios trabajadores. Zizek tiene razón cuando afirma: “El dilema al que nos enfrentamos es: barbarie o alguna forma de comunismo reinventado.” Una consigna que ya había propuesto hace mas de cien años Rosa Luxemburg: “Socialismo o barbarie”.

Pero la verdadera bomba de tiempo jamás imaginada por la humanidad es el capitalismo mismo. La implosión del capital es, tarde o temprano, la extinción de la especie humana. Esto no es una visión apocalíptica bíblica, es una realidad que vivimos actualmente no con diez plagas sino con decenas de ellas por todo el mundo. Vivimos una profunda crisis civilizatoria de proporciones inéditas. Como dice Michael Lowy, “el capitalismo no puede existir sin expansión imperialista, militarismo, guerras de conquista, conflictos interimperialistas por la hegemonía, opresión brutal de los pueblos de la periferia, imposición a todo el planeta de las implacables exigencias de la acumulación del capital. Esto es muy actual, y lo mismo para la necesidad de organización internacional de los explotados y oprimidos…” La barbarie moderna ha llegado a niveles inimaginables comparados con la barbarie social del siglo pasado. La humanidad se encuentra en una verdadera encrucijada histórica. Lo único inevitable en ausencia de una nueva sociedad muy distinta a la actual –una sociedad fincada en la justicia e igualdad social, carente de la explotación del prójimo; es decir, de la explotación de la mayoría de las personas del mundo– es la creciente barbarie social. Toussaint, nuevamente: “Es necesaria una auténtica revolución para modificar radicalmente a la sociedad, en su modo de vida, su modo de propiedad, su modo de producción. Esta revolución solo será posible si las víctimas del sistema entran en autoactividad, se autoorganizan, y desplazan al uno por ciento de los diferentes centros de poder para crear un verdadero poder democrático.”

Esta pandemia está desnudando al capital de manera horrorosa, parafraseando a Camus. El “virus” del capitalismo es muy peligroso por ser muy letal contra la humanidad. Está poniendo en altísimo riesgo la sobrevivencia de la humanidad por el calentamiento planetario. La extinción de la especie humana es muy posible a mediano plazo. Por eso debemos eliminar este “virus” lo más pronto posible. Urge construir una sociedad verdaderamente humanizada, donde la explotación del prójimo, el origen de la injusticia y la miseria social, no exista más, y el futuro lo decida la humanidad libre de toda cadena oprobiosa. Como bien decía Fray Antonio Alcalde: “La salud del pueblo es la suprema ley”.