Como cada año, el 7 de abril se conmemora el Día Mundial de la Salud. Este 2020 la celebración está dedicada al trabajo que las y los profesionales de la salud realizan todos los días, en todo el mundo, para garantizar la salud de la población.
Fue establecido este día en 1950 por la Organización Mundial de la Salud, que es el organismo de la ONU especializado en la defensa y protección de este derecho. El objetivo principal del aniversario es, de hecho, sensibilizar a la comunidad internacional sobre la importancia del acceso libre y justo, para todas las personas, a una atención médica de calidad.
La salud es un derecho humano fundamental que se caracteriza por la universalidad, igualdad y equidad de su reconocimiento de conformidad con el artículo 25 de la Declaración Universal de Derechos Humanos y del artículo 4 de la Constitución.
Este 2020 sin embargo, el 7 de abril tiene otra dimensión, según lo plantea también la Red de Salud de las Mujeres Latinoamericanas y del Caribe (Rsmlac), ante la actual coyuntura por la pandemia de Covid-19. En este sentido, la organización se pronuncia por exigir a los gobiernos una mayor inversión en políticas públicas que garanticen los derechos fundamentales de toda la población.
Señala la Red que esta crisis devela las profundas grietas que el modelo capitalista ha causado en los sistemas de salud a través de la privatización, el desmantelamiento de la infraestructura y el establecimiento de barreras de acceso al derecho fundamental de la salud, profundizado las desigualdades y violencias estructurales, en especial sobre las mujeres y las poblaciones vulnerables de la región. Argumenta también sobre el hecho de que en varios países de América Latina y el Caribe se hayan decretado los estados de emergencia o excepción democrática, lo cual otorga poderes especiales a los gobiernos para que prioricen el interés común por encima de los derechos civiles y políticos de las personas.
Adicionalmente, el coronavirus puso en evidencia que en las políticas públicas del sistema capitalista prevalece una visión homogénea de sus sujetos de intervención (sean estos individuales o colectivos), que presupone que ese sujeto es: sano o no está transcurriendo situaciones especiales de su vida, tiene casa apta para el aislamiento social (acceso a servicios básicos), posee trabajo estable y cuenta con las herramientas para hacer trabajar a distancia. En resumen, un sujeto-familia en donde todos los integrantes adultos tienen las mismas responsabilidades.
Esas políticas de atención no advierten que las mujeres constituyen la primera línea en materia de garantía de seguridad alimentaria de su núcleo familiar,por lo que no garantizarla significa victimizar nuevamente a las mujeres y ponerlas en una situación de mayor vulnerabilidad.
La Rsmlac explica también que pugnar por la salud de las mujeres constituye en estos momentos un acto de trasgresión y resistencia, ya que la salud no solamente debe ser un enunciado, sino un elemento integrador que, en sí mismo, constituye una transgresión al patriarcado.
Finalmente, apuntan con claridad que no solo nos queremos vivas, también nos queremos sanas y con derechos humanos garantizados, especialmente la salud sexual y la salud reproductiva, la educación y el derecho a vivir una vida libre de violencias.
@lupitaramosponc