De Mal en Peor

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En esto de la lucha contra la pandemia del coronavirus, en Jalisco vamos de mal en peor.

Ciertamente se empezó bien aquí frente al desafío del Covid-19 y hasta se adelantaron medidas precautorias que entrarían en vigor nacionalmente hasta una semana después.

Así fue que en nuestro estado se suspendieron actividades no prioritarias y se implantó el confinamiento, el uso obligado del cubrebocas, lo que a nivel central nunca se ha hecho y se dejó opcional muy a pesar de lo indispensable que es para no contagiarse o contagiar.

Dentro de esas medidas, se limitó, por semanas, el desplazamiento de miles de personas fuera de la capital y su zona conurbada y de pueblos o lugares de residencia permanente en una sucesión de cuarentenas que la gente llamó “cuarenternas”.

Pero llegó el momento en que las personas se exasperaron y muchos hicieron el “puente” juarista con todo y restricciones y se fueron a la playa; al regreso crecieron los contagios. Dos semanas después, la situación se relajó todavía más y, para decenas de miles de familias, la Semana Santa se convirtió en vacaciones “normales”, con las consabidas consecuencias.

Todo ello hizo al gobernador Enrique Alfaro perder los estribos –al menos así aparentó– y arremetió verbalmente con improperios en contra de sus gobernados indisciplinados.

No obstante, ahora, cuando la pandemia registra un repunto todavía más grave y al menos cinco hospitales están saturados de pacientes Covid, Alfaro hace precisamente lo mismo que condenó: desató sus riendas y hace ocho días se fue a cenar y a echarse unas copitas a un restaurante cerrado y con música en vivo, según se le vio en un video en donde está sin cubreboca.

Su justificación fue que “de repente hace falta salir a cenar” (algo de lo que muchísimos nos hemos abstenido de hacerlo durante todo este tiempo que suman más de nueve meses), y que estuvo en un lugar permitido (claro, por él mismo y autoridades municipales). Dijo: “…me tomé dos whisky, escuché un rato música y me fui a mi casa”. 

Después de ese resbalón, el mandatario volvió a hacer un llamado a “no bajar la guardia” frente al Covid porque “estamos en un momento de alerta alta, máxima, porque en la medida que la gente sale más, que tenemos más actividades económicas, y que el frío va a ir arreciando, el riesgo es mayor”.

Pero, ¿por qué hasta después de su salida a cenar Alfaro se vuelve a dar cuenta del inminente riesgo? Él, como todo gobernante, debe ser ejemplo de lo que demanda hacer.

Por fortuna, mucha gente aquí sigue aislada del mundo y apenas si sale a lo necesario en bien de no contraer la enfermedad o de no transmitirla.

Cuando la sociedad ve en los hombres públicos que no cumplen con los protocolos, disposiciones, reglamentos y leyes con los que ellos mismos abruman a sus gobernados, se explica entonces el porqué del relajamiento y el porqué han aumentado tanto los contagios y las muertes en las últimas dos semanas.

También se explica el porqué la gente joven –Alfaro lo es– cada vez es más fuente de expansión de la pandemia y hasta muere por este mal, pues creyéndose inmune se desata y hace hasta lo que no porque no tiene disposición de encerrarse un rato en casa cuando puede y debe hacerlo.

Es entonces que, con ese pensamiento de supuesta inmunidad, pero también de interés comercial, se autorizan aperturas de toda índole y prácticamente sin medidas restrictivas.

¿Será que no les importa ser vectores de contagio así estén de por medio sus propios progenitores?

He ahí pues la causa por la que el pasado fin de semana y en lo que va de ésta, los hospitales, tanto privados como públicos, están prácticamente al tope de pacientes con coronavirus tanto aquí como en la capital del país y en el mismo Estado de México.

El propio gobierno estatal reconoce que es alto el número actual de contagios, pues, de acuerdo con las pruebas que se realizan, al menos 4 de cada diez personas resultan positivas.

Son esas las causas que las que el promedio diario de hospitalizaciones en Jalisco se acerca cada vez más a las mil personas y el número de fallecidos en las últimas semanas ronda el número de 30 cada día, para un acumulado ya de más de 5 mil 200 decesos y  más de 125 mil personas han dado positivo.

Es así pues, que hasta la noche de este martes a lo largo y ancho del territorio nacional se cuentan 115 mil 99 decesos oficiales. Y contando.

La esperanza de millones y millones de seres humanos, digamos, de toda la población es que lleguen las vacunas y seamos inmunizados. 

No obstante, ¿estará el antígeno a tiempo y en el lugar indicado y qué tan rápida será la vacunación? El temor de algunos es que su distribución y aplicación pueda politizarse, y hasta usarse con fines electorales, tanto a nivel local como nacional.

Recordemos que los políticos, de cualquier signo, pueden ser capaces de todo. Hasta de lo más insólito por tal de ganar votantes.  Y esto va mucho más allá de la corrupción que ahora dice combatirse.