Omar, como millones de mexicanos buscaba en Estados Unidos una mejor vida para él y su familia. Sin papeles, la opción era cruzar por los desiertos de Sonora y Arizona utilizando los servicios de un coyote. Con apenas 23 años de edad, y luego de mirar escasas oportunidades en su natal Culiacán y negarse a vivir en un ambiente de violencia, decidió perseguir su sueño americano para sacar adelante a su esposa, quien espera un bebé, y a su pequeña hija de tres años de edad.
El pasado sábado 27 de marzo comenzó el sueño que acabó en pesadilla. Más tardó en iniciar que en concluir de la peor manera. Al cruzar por el desierto de Sonora rumbo a Sonoyta en la frontera, ya en la localidad de La Nariz, municipio General Plutarco Elías Calles, a 42 kilómetros de la línea fronteriza, el vehículo donde transitaban alrededor de 40 migrantes fue atacado por elementos del Ejército mexicano sin una razón aparente, pues los uniformados perseguían a otra camioneta, según refirieron testigos.
En la refriega comenzó el corredero de personas. Omar fue alcanzado por una bala que le perforó la espalda y salió por el estómago. Fue el único herido y detenido por los militares. El resto de las personas, incluido su cuñado, fueron puestos en libertad o ni siquiera fueron detenidos.
El montaje de la agresión vino después, pues los militares buscaban evitar la responsabilidad de atacar a una persona inocente.
Bajo esa lógica, colocaron un arma sobre el pecho de Omar e insistieron que la tocara para que quedaran registradas sus huellas. En seguida fue llevado por los mismos militares a una unidad médica para ser atendido, y posteriormente fue acusado, según el acta del Ministerio Público “de su probable participación en la comisión de los hechos que la ley contempla como los delitos de homicidio en grado de tentativa, portación de arma de fuego del uso exclusivo del Ejército, Armada y Fuerza Aérea Nacional, posesión de cartuchos del uso exclusivo del Ejército, Armada y Fuerza Aérea Nacional, y posesión de cargadores para armas de fuego del uso exclusivo del Ejército, Armada y Fuerza Aérea Nacional”.
En su declaración, los militares aseguran que le marcaron el alto a la camioneta que llevaba a los migrantes y que el conductor ignoró la indicación, además de recibir desde el interior del vehículo varios disparos, lo cual ha sido negado por las personas migrantes.
Hoy, Omar continúa hospitalizado en el Centro Médico Noroeste, en San Luis Río Colorado, luego de estar varios días en terapia intensiva y mantenerse en calidad de detenido. Es urgente que se aclaren los acontecimientos en el marco de una investigación clara e imparcial, además de respetarle los derechos humanos a Omar.
La historia de Omar y de su familia es una más de las historias de criminalización que sufren las personas migrantes de nuestro país o de las naciones centroamericanas cuando recorren la República Mexicana. Sea a manos de las policías federales, estatales o municipales, o bien, a manos del Ejército, de la Marina Armada o de los agentes migratorios, cotidianamente los migrantes son agredidos y perseguidos como criminales en un contexto donde lo único que hacen es buscar un lugar para vivir, porque donde nacieron no tienen el derecho a no migrar.