Muy pronto, luego de su fundación, las normales rurales (NR) se tornaron en espacios incómodos para los gobiernos y los caciques regionales en varios estados de la República. De distintas formas, el poder central ha buscado insistentemente acabar con uno de los más importantes proyectos educativos del México posrevolucionario.
Hoy en día, las NR se encuentran en la periferia del sistema educativo nacional, con pocos recursos y un constante acoso político y financiero para doblegar sus acciones.
Una vez concluidas las revoluciones mexicanas de la década de los años veinte, se impulsó en México una política educativa y cultural cuyo eje principal era la incorporación del mayor número de personas al sistema educativo naciente. El reto era mayor en las zonas rurales, razón por la cual se comenzó la fundación de las NR.
Fue José Vasconcelos, primer secretario de Educación, quien tuvo a bien establecer la primera normal rural en Tacámbaro, Michoacán, en 1922.
La institución no estuvo exenta de ataques y vicisitudes que la obligaron a salir del lugar y tener una vida itinerante hasta su asentamiento definitivo en 1949, en Tiripetío. Para 1938 ya había 36 espacios similares en varias regiones del país.
No tengo duda que su esencia y carácter colectivo del proceso enseñanza-aprendizaje se significa como el principal punto de conflicto con el gobierno y una parte de la sociedad, quienes miran a la educación como una acción individual desvinculada a la realidad cotidiana.
Desde su fundación han sido las comunidades quienes se han hecho cargo de atender varias de las necesidades de la NR, desde aportar la mano de obra para su construcción, hasta el material humano para formar profesores y desde luego, los apoyos en dinero o especie para la manutención de una parte del alumnado. A lo largo de los años se han convertido en la única opción de movilidad social ascendente a la que pueden acceder los campesinos e indígenas.
Desde los gobiernos de Manuel Ávila Camacho y Miguel Alemán Valdés comenzó el continuo abandono de esos centros escolares. Ni la administración federal ni los caciques terratenientes en varios estados veían con buenos ojos la organización de las comunidades campesinas en torno a las NR, que desembocaba en constantes protestas y huelgas por el abandono en que se encontraban, así como la explotación laboral de la que eran objetos en sus lugares de origen.
A finales del sexenio de Gustavo Díaz Ordaz desde la presidencia de la República se ordenó el cierre de 15 de las 29 NR que existían. El argumento era irrisorio: que las NR eran “nidos comunistas”.
Pues bien, ahora en tiempos de la Cuarta Transformación, con el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, el ataque a las NR no ha cesado, y, por el contrario, se apuntan las baterías a uno de sus elementos fundacionales más importantes: la vida y educación colectiva.
Año tras año, los normalistas tienen que salir a luchar por su sobrevivencia. Con la 4T no es la excepción, solo que ahora el presidente López Obrador quiere quitar los comedores de las normales y que los recursos se entreguen de manera directa a las y los jóvenes, a través de una beca para alimentación y que puedan ir a fondas o restaurantes.
La razón que se da desde Palacio Nacional es que en la NR hay “cacicazgos y el dinero no es bien manejado”. Como suele suceder en algunas ocasiones, AMLO no deja en claro con nombres y apellidos quiénes son esos caciques y cuál es la manera que tienen de manejar en su beneficio los recursos destinados por la Federación a las NR.
Una cosa es la necesidad de acabar con las prácticas de corrupción al interior de las NR y con el manejo patrimonialista de su presupuesto por parte de quienes ejercen ese control, y muy otra, es que la estrategia para enfrentar el flagelo de la corrupción sea acabando con los comedores e internados de la NR que se han significado con espacios centrales para la práctica aglutinadora de la organización política y social de las comunidades rurales en torno a la educación.
Reducir el presupuesto para las normales rurales y tratar de atomizar su organización colectiva con la peregrina justificación del combate a la corrupción, será el tiro de gracia para el proyecto de educación rural más importante a lo largo de la historia de México. Un conocedor de la historia nacional como el presidente López Obrador no lo debe plantear ni permitir.
@contodoytriques