Ucrania: Cherchez la femme

 

Ucrania: cherchez la femme

Juan M. Negrete

12 de marzo de 2022.- Era una consigna reiterada en el mundo de la criminalística enviar a los sabuesos de crímenes, sobre todo tratándose de acontecimientos muy intrincados, a rebuscar en las pistas que revelasen la presencia de la mujer. Eso quiere decir la famosa frase del título: buscad a la mujer. Si se volvió rutina, debe haber sido porque en buena cantidad de casos llevaba a encontrar los móviles ocultos del delito investigado.

Para moverse, en el mundo de la política y de las guerras, hacia la búsqueda de causales de fondo por la que se agitan los conflictos bélicos, lanzarse a rastrear la presencia del elemento femenino sería un consejo desatinado. Más bien proponen los teóricos sociales más reputados, entre los que destaca don Carlos Marx, seguir la pista al dinero, a la voracidad de la codicia y de las finanzas, buscar el rostro oculto a los malandrines acaparadores. Que se entreveren las fijaciones nacionalistas con ello o bien los conflictos étnicos, raciales y aún los religiosos, es frecuente. Pero no suelen llegar a ser estos móviles las causas detonantes, sino tan sólo compañía insidiosa de lo protervo y cruel que suelen ser los conflictos armados desproporcionados, como el que estamos viendo desarrollarse en Ucrania.

Vayamos entonces a rascar en algunas de estas heridas y cicatrices que hunden sus raíces en la codicia, como ya se dijo. En el mes de noviembre del año de 2013 se desató la histeria en aquella parte del mundo a partir de la decisión del entonces presidente de Ucrania, Yanukovich, en la reunión de jefes de estado de Europa Oriental celebrada en Vilnius, de no firmar el tratado de la asociación de su país con la UE. A dicha decisión le siguió la turbamulta de manifestaciones que duraron varios meses y que llevaron a las calles de Kiev y de otras ciudades importantes del país a cientos de miles de protestantes, que no pararon hasta la dimisión del presidente en 2014.

Las proclamas abiertas sostenían que el gobierno ucraniano mostraba una dura cerrazón por no firmar la asociación con la UE y le echaban la culpa a que Rusia era la que estaba detrás de dicha necedad. Lo que se buscaba desde Moscú, con el apoyo del gobierno de Ucrania, era el renacimiento del zarismo. Palabras más, palabras menos, las campañas mediáticas arguyen de manera similar sobre los acontecimientos presentes. Putin pretende lograr la resurrección del zarismo o la reconstrucción de la antigua URSS. Y la víctima en turno viene siendo Ucrania. Así que la postura correcta de la opinión ciudadana mundial ha de ser la condena de esta pretensión absurda de Moscú y de su invasión desproporcionada contra un país pequeño. Por ahí van los argumentos leguleyos de la alteración geopolítica presente.

Pocos analistas tiran su anzuelo al confuso mundo de los números del dinero mundial, que esclarecen el sesgo de los acontecimientos. Hay que aportar entonces algunos de estos elementos, por ver si nos arrojan alguna luz en lo que vemos transcurrir. La razón de fondo de la molestia política en contra de Yanukovich, hasta que se consiguió su dimisión, tuvo como origen que Kiev no firmara el acuerdo de asociación de su país con la UE, porque su firma implicaba que pondría en marcha de inmediato las condiciones del FMI en dicho país. El FMI había cancelado el crédito solicitado por Ucrania en 2011, por negarse ella a cumplir las exigencias soterradas tan conocidas por las economías de nuestros países occidentales.

Ese fue el gran pecado de aquel régimen, lo que le costó la abdicación, mediante el ya conocido y documentado golpe de estado de 2014, en el que las bandas de la ultraderecha de aquel país tomaron fuerte impulso. No faltaron desde luego los ‘apoyos desinteresados’ de occidente a estos rebeldes ‘democráticos’ y modernizadores. Se desató también la inestabilidad en todo el país. Se vivió por allá en los siguientes ocho años una guerra civil de baja intensidad en la que las fuerzas de la derecha confrontaron a las regiones rusófilas. La inestabilidad creció lo suficiente hasta llegar a la intromisión del ejército ruso para meterle un freno a las pretensiones del presidente actual Zelensky a llevar a Ucrania al seno de la UE y a permitir el ingreso de las fuerzas de la OTAN en el país.

Antes del golpe del 14, las inversiones rusas en Ucrania eran de 1.5 billones de dólares. La exigencia del FMI pretendía expulsar la presencia del dinero del oso rojo. El golpe de estado del 14 tuvo de fondo dicho objetivo. Pero había una pata coja en este sillón. Para ‘modernizar’ la economía de Ucrania se necesitaba con urgencia la inversión de 160 000 millones de euros, que tendría que aportar la ‘modernizadora’ UE. Pero dicha inversión no tenía para cuándo llegar. De ahí la urgencia y tenacidad de los acontecimientos de la revolución naranja, que echó de la silla a los gobiernos rusófilos.

En 1991 la deuda externa de Ucrania era apenas de 550 millones de dólares. Ya metido hasta la cocina de aquel país el Banco Mundial la elevó al presente hasta el tope de los 130 mil millones de dólares. La población del país es de 40 millones de personas. Su PIB ronda los 125 mil millones de dólares. O sea, dicho muy en breve, la intromisión del FMI llevó a la quiebra a la economía de Ucrania. Y tan cínica la directora del FMI, Kristalina Georgieva, cuando declara que “Expresamos nuestra profunda solidaridad con el pueblo de Ucrania en estos momentos extraordinariamente difíciles y seguiremos colaborando estrechamente con sus autoridades”. Ni la burla perdona.