Juan M. Negrete
21 de mayo de 2022.- Está a escasas dos semanas la novena reunión de jefes de estado de las naciones americanas. Casi siempre le ponen nombre basándose en la ciudad o país en el que se realiza. Como en esta ocasión se celebrará en la ciudad de Los Ángeles, California, pues habría que llamarle angelina; pero a como pintan las cosas, más bien va a ser desangelada. No se trata de un evento de alcurnia o de trascendencia para nuestros países, a pesar de que sean los mandatarios actuales los invitados primordiales. Como ocurre casi siempre con estas sesiones de primera plana, es más el ruido que las nueces. Pero si viene siendo una de las ocupaciones más visibles de nuestros capos ejecutivos, pues habrá que tirar tinta a raudales o lanzar cohetes al cielo, como para no dejar pasar desapercibidos tales hechos.
La verdad sobre estas reuniones relumbrosas se ajusta a un viejo dicho sobre ellas, que vociferó Hugo Chávez, el desaparecido prócer venezolano: Los presidentes andamos atareados de cumbre en cumbre, mientras nuestros pueblos andan de barranco en barranco. No andaba tan desatinado con tal juicio lapidario. Porque si le buscamos el filón productivo a las tantas sesiones que se inventan estos personajes en sus ejercicios de encuentros, nos va a costar trabajo dirigir la lupa a tales positividades.
Pero vengamos a esta novena edición. Para empezar, hace un mes se volvió noticia que se llegaba la fecha de la nueva cumbre de las Américas. El nombrecito mismo tendría que ser revisado. Vivimos en el mismo continente: América. ¿De dónde sale la justificación para volver plural este nombre? Habrá quien lo justifique, diciendo que utilizamos tres designaciones diferentes por razones meramente geográficas. Una es la parte norteña, la segunda es la del sur y se significa una tercera, que viene siendo el choricito estrecho de países que une a las dos mencionadas. Para diferenciarla le decimos Centroamérica.
A leguas se ve que este dato no justifica la pluralización. Pero vamos adelante. La nota realmente publicitaria que impactó a los medios y que tiene casi todo el mes ya en el candelero tiene que ver con la exclusión que el anfitrión, o sea el gobierno gringo, anunció de tres países del continente: Cuba, Venezuela y Nicaragua. Vino a recalcarse esta discriminación cuando nuestro mandatario mexicano, nuestro popular Peje, condicionó su asistencia a que los anfitriones dieran marcha atrás en tan disparatada medida de exclusión.
Los diferendos de Washington con Cuba ya tienen larga data. Este año se cumplirán precisamente sesenta de que nuestros vecinos gringos mantienen un bloqueo económico en contra de la isla de marras y no manifiestan voluntad de variar su comportamiento. A principios de los años sesenta del siglo pasado los revolucionarios cubanos buscaron vías para consolidar su triunfo armado, ensayando a poner sobre sus pies la economía del país, completamente intervenida por empresas de origen norteamericano. Las finanzas gringas tenían copados todos sus renglones y no veían los barbones (que así se les llamó en su tiempo a estos revolucionarios) otra salida que voltearles el chirrión por el palito.
Los barbones a querer ordenar sus renglones prioritarios y los empresarios gringos a no dejarse. Si éstos eran los reales dueños de las ganancias que generaba toda actividad económica isleña ¿a poco la necedad de unos cuantos alzados, aunque hubieran tenido éxito subversivo, iba a cambiar en serio el funcionamiento de tales actividades? ¿A poco no tenían precio estos insurrectos cubanos, si la tónica en el mundo americano había sido siempre que todo alzado, para proceder, tenía que buscar primero que nada la bendición del capitolio gringo? ¿A poco de veras los barbones se mandaban solos? Tanto Fidel como el Che se les hacían a los gringos demasiado redondos para huevos. Terminaron rompiéndose las medias.
Los barbones buscaron el apoyo internacional del bloque socialista que por aquellos años lideraba la ahora extinta URSS y no recibieron oídos sordos a su petición. El primer escándalo que generó esta ruptura fue la intención del bloque soviético de instalar misiles pesados en Cuba, con los que la amenaza de bombardear a los gringos tomaba serio cariz de peligro real para los güeros. Fue trance complicado y azaroso, que por fortuna se resolvió por la vía pacífica. Los soviéticos retiraron sus misiles y los gringos se comprometieron a nunca más intentar invadir a la isla.
Tras la promesa de unos y el retiro del armamento de los otros, vino el bloqueo económico que ya dura sesenta años, como se dijo antes. De nada han valido sus persistentes condenas y descalificaciones en el seno de la ONU. Washington la mantiene bloqueada y que todos los demás países del orbe digan misa, si quieren. Para colmo, con el paso de los años Venezuela le siguió los pasos a Cuba. Y luego pasó otro tanto con Nicaragua. Así que para una reunión para el relumbrón político, como la angelina que viene, le resultó fácil al anfitrión expectorar que se reservaba el derecho de admisión. Con lo que no contaban tal vez nuestros vecinos era que nuestro popular Peje saliera al paso, invitando al anfitrión a reconsiderar esa postura, por ser tan arbitraria y tan arcaizante. Tras su huella, le siguieron la tonada otros mandatarios latinos. ¿Desistirán los gringos? La respuesta definitiva para este diferendo se anuncia para el martes próximo. Ya veremos cómo concluye todo este sainete.