Luis Echeverría Álvarez: “Me iré inconforme, pero no amargado”

Entrevista con LEA, Felipe Cobián Rosales (1976)

Escaso mes y medio antes de su golpe destructivo a Excélsior (6 de julio de 1976) –¡quién lo fuera a imaginar del populista que se asumía de izquierda!– aunque ya para entonces era clara su aversión en contra del diario que incomodaba sus sueños de grandeza, de pasar a la historia, Luis Echeverría, a quien el diario The Washington Post calificaría de inmediato como “el hombre que mató a Excélsior”, accedió a una entrevista “banquetera a instancias del corresponsal. Al día siguiente, la nota ocuparía un lugar destacado en la primera plana del periódico, uno de los más influyentes de América. En el momento tratamos de acercarnos al presidente, a codazos, los guardias presidenciales cerraron. Nos dejaron a muchos metros. Entonces le grité: “Soy Felipe Cobián Rosales de Excélsior, sus guardaespaldas nos lo impiden. Quiero hacerle unas preguntas”. ‘Adelante’—respondió–. Al instante abrieron valla cual Mar Rojo a Moisés.

El 8 de julio, LEA muere a los cien años de edad y, curiosamente al cumplirse 46 años del golpe contra Excélsior, contra su director, Julio Scherer García y hacia más de 200 periodistas que, solidarios, salimos del diario. Cuatro meses después, aparecía Proceso, cuyo nombre se debe, en esencia, a “proceso” al exmandatario y al sistema político que está de regreso. Tras de sí, Echeverría deja una estela de malos recuerdos como su implicación en la represión violenta al movimiento estudiantil de 1968 y al halconazo a los universitarios del Jueves de Corpus, tres años después. También se le recuerda con su manera personalísima de ejercer el poder y repartir dinero sin medida, y sin transparencia, en entes, entidades y proyectos sin pies ni cabeza que llevarían al país a sucesivas devaluaciones del peso. El populismo y paternalismo en extremo, pues.

 

Va la entrevista:

“Me iré inconforme, pero no amargado. Se amarga el ingenuo, pero no el que se dedica a una tarea toda la vida”, exclamó el presidente Luis Echeverría Álvarez y se preguntó: ¿Quién puede sentirse satisfecho y en qué actitud cuando hay problemas que son para mucho tiempo? Todos debemos sentirnos modestos en lo que se ha hecho”.

El Presidente fue entrevistado al salir del Auditorio Salvador Allende de la Universidad de Guadalajara donde esta tarde clausuró el II Congreso Nacional Ordinario del Frente Estudiantil Mexicano (FEM).

En su mensaje instó a los jóvenes a ser inconformes siempre con el estado de cosas, inconformes consigo mismos y con los demás, ante las carencias y ante los graves problemas sociales.

Se lamentó de que “hay muchos rincones de México, sitios con tanto o más miseria como en países muy pobres y otros países latinoamericanos que nunca han conocido una revolución como la nuestra para aplicarla. Pero lo más grave es que nosotros hicimos una revolución muy profunda que no se ha consumado.

En la entrevista se le expuso: Dijo usted, señor presidente que estaba inconforme…

“Profundamente” –contestó.

–¿Por qué razón?

–¿Pues cuál razón? Que hay muchos problemas que son para mucho tiempo, para que todo sea más igualitario, más libre y a lo que todos aspiramos por razones morales y convicciones políticas. No cualquiera puede estar satisfecho, tranquilo, cuando anda el mundo como anda y hay tantas cuestiones que afrontar.

–¿En su gobierno ha sentido de algún sector en especial? ¿De qué sectores han sido más fuertes?

–De ninguno en particular. El país, sociológicamente considerado es un todo. Todos tenemos que aportar y por eso hemos recomendado insistentemente esta inconformidad creadora a todos los sectores.

–Ya casi al concluir su sexenio ¿cuáles cree que sean sus mayores logros, donde ha tenido más obstáculos para realizar sus ideales?

–No hombre –repuso-. Ha habido realizaciones, pero pensamos, pero pensamos en las infinitas ansias de mejoramiento social: vemos que ha crecido notablemente la educación, que nos hemos proyectado al mundo. Tenemos más amigos y estamos preparando a estas nuevas generaciones de muchachos lanzados hacia el porvenir de un ambiente de libertad cuando las libertades están decayendo en otros países.

“Claro, vamos a entregar el país con el doble de la producción petrolera, eléctrica y siderúrgica. Esa es la base de la industrialización que hemos hecho con un criterio jurídico puro, sin mezclar finalidades de tipo político, por ejemplo, por lo menos a nivel estatal suelen presentarse a veces lo que se llama desvío de poder: multas excesivas, castraciones muy elevadas a los que no pertenecen al partido en el poder. Y luego, la honestidad con que se haga el gasto público, que es otro elemento, cuando el causante ve que el gasto público se maneja incorrectamente, que hay distracción de fondos públicos, la gente paga.

Insistió el presidente en sus mensajes a los jóvenes del FEM: “Les digo a estos muchachos que se dediquen a la política para que vean los problemas sociales. Hacer algo positivo. Se amarga el ingenuo, pero el que se dedica a una tarea toda la vida, pues no tiene por qué amargarse”.

Un periodista la preguntó cuál será su actividad posterior, a lo que dijo:

“Todavía no lo sé. Un poco de deporte, un poco de viajes, ahora sí, turísticos” –respondió sonriente.

–¿Y la ONU, le preguntó otro periodista?

–Andan con eso (de que se iría como secretario general de las Naciones Unidas), pero no le veo muchas posibilidades porque yo sería allí profundamente tercermundista dados los problemas de la época.

–Señor, ¿de dónde ha salido el fantasma de que México va hacia el comunismo –se le preguntó?

–¿Dónde se ha dicho –preguntó a su vez Echeverría?

–Bueno, por ahí han hecho declaraciones. Hoy se publican en los diarios declaraciones de otros legisladores que quieren todo lo contrario.

–Mansfiel

–Sí –respondió–. Ese es un señor de gran categoría y un excelente amigo de México. Es algo que se les ocurrió –dijo en referencia a la pregunta de si México iba hacia el comunismo.

Y concluyó la entrevista.

 

Antes, Echeverría les había dicho a unos mil 500 estudiantes de todo el país miembros del FEM: Con las injusticias de México, del mundo, la juventud debe ser inconforme, inconforme consigo misma, con los graves que todos tenemos en nuestra cultura, por nuestra incapacidad para emplear bien el tiempo, por no usar en pleno nuestras energías para el mayor provecho posible, si es que realmente deseamos servir.

“Cuando nos preguntan por qué nos empeñamos en repetir que somos un país del Tercer Mundo por viajeros, por observadores y por estudiosos que recorren el Paseo de la Reforma, el primer cuadro de la ciudad, de las zonas elegantes y los excelentes edificios de la UNAM, del IPN y nos preguntan que por qué nosotros nos sentimos países del Tercer Mundo. Nosotros pensamos en los rincones de todas las provincias, de todos los estados de nuestra patria y sabemos que tenemos formas de subdesarrollo, de marginación y de pobrezas semejantes a muchos de los países más pobres del planeta.

“Hay grandes intereses en el mundo que quisieran volver al porfirismo. Y una pequeña oligarquía satisfecha de sí misma que dijera esto es México. Para nosotros, nuestro desarrollo cultural e industrial es México, pero ante todo la realidad de nuestra pobreza, la población creciente de ignorancia, de formas de injusticia o de enfermedad es México, es lo que debe saberse en las universidades, antes de pensar en un título para bienestar personal”.

También expresó, al invitar a los jóvenes a la vida política, que la actividad de la vida pública es una lucha continua entre personas y entre grupos e instituciones.

Que la política es, sin embargo, el camino para transformar la sociedad y para aprender de la realidad los problemas reales de la vida humana.

Advirtió a la juventud que debe prepararse con gran capacidad de autocrítica “porque van a vivir días mucho más difíciles en México y en el mundo. Muchos de los aquí presentes, al doblar el siglo tendrán conservado el 40 por ciento de sus zonas áridas y desérticas y 130 millones de habitantes poco más o menos. Al doblar el siglo, quizás ya hayamos pasado una guerra hecha a base de bombas nucleares; al doblar el siglo, ya se habrán definido procesos políticos que hayan entronizado en definitiva o regímenes que ofendan en uno u otro modo o eleven la dignidad humana y hayamos alcanzado un nuevo humanismo que atienda a todos los órdenes de la conciencia, y todas las inquietudes profundas”, concluyó.

Por cierto, durante su estancia en Guadalajara, el presidente Echeverría visitó brevemente a su suegro, José Guadalupe Zuno, quien se recupera de una enfermedad.