19 de noviembre de 2022.- Estaba este redactor buscando entenderle, para compartir la opinión propia con la del público conocedor, a los resultados de los comicios de Brasil como los de los gringos, cuando nos armó la oposición local unas marchas de grueso calibre.
No nos dejaron atónitos. No fueron eventos inesperados. Los anunciaron y sabemos que muchos paisanos suscriben lo acontecido. Pero sí sorprendieron algunas de sus actitudes.
Espero que muchos otros paisanos, que coinciden en mirar y en poner el hombro en serio para que el derrotero del país continúe por la vía trazada, sí hayan visualizado la avalancha que se nos vino encima y sus motivos. Yo confieso, en mi ingenuidad supina, que estaba adormilado suponiendo que el grueso de nuestras masas, normalmente amorfas, seguía en su rinconcito lamiendo sus heridas por la derrota apabullante del 2018.
Como que los personajes públicos nuestros tienen amplio oficio y saben tejer hilos también en las catacumbas. Les mandamos a galeras, atenidos al formato de que lo que se hace ocurre oficialmente y en los espacios públicos, nada más. Los que estábamos acostumbrados y bien aleccionados a armar irigotes para salir a las calles y protestar o manifestarnos, somos los denominados de izquierda.
No nos dejaban antes más opciones para las faenas públicas. Suponer que cogeríamos los estrados públicos y en ellos despacharíamos era como acariciar sueños guajiros. Así andábamos pues, pero parece que nos andan cambiando las cosas y hasta en nuestras propias narices.
Bien dice aquel dicho viejo que el de casa es el último que se entera. Nos daba gusto constatar, por ejemplo, que en Brasil el resultado de la última contienda electoral fue tan cerrada, que Lula estará en la titularidad del poder ejecutivo, pero no contará con el aval de su congreso. Vemos que el escenario dividido también se instalará con nuestros vecinos. Los demócratas volvieron a controla el senado, pero perdieron la cámara baja. Así gobernará el bueno de Biden los dos años que le faltan.
Pero nosotros estábamos muy contentos porque como el triunfo de AMLO fue tan contundente hace cuatro años, no sólo tiene de su lado las bancadas legislativas, sino que la mancha guinda se ha ido expandiendo en el país y ya se habla de veintidós gobiernos estatales morenos. Se constata que lo mayoritario se impone y hasta se vuelve línea dura. Es lo usual o típico en el modus operandi mexicano de hacer política.
A eso nos instruyó el PRI y no le hemos fallado a tal lección. Hasta los del PAN, que antes abjuraron de todo lo que oliera a tricolor, ahora se comportan como modositos priístas tradicionales. ¿Qué otra conducta se podía esperar entonces de Morena?
Pero como que con las marchas del domingo pasado se nos hizo bolas el engrudo. La masa amorfa, de la que siempre hizo gala el viejo priísmo por su vocación impositivista, salió a las calles y hasta enronqueció de gritar consignas antigobierno. Fue un espectáculo extraño, atenidos al soponcio estructural del comportamiento de nuestras masas políticas. Se entiende que haya contingentes de simpatizantes. Se entiende que salgan a marchar. Lo que no queda tan claro es que de pronto se suelten de la lengua y profieran tantos desatinos y ofensas. Y menos que los dirijan casi exclusivamente en contra del titular del poder ejecutivo, del popular Peje.
Extrañan también otros avatares ligados a estas malhadadas marchas. Ver por ejemplo del codo tanto a Vicente Fox y a Margarita Zavala, panistas de cepa, con Elba Ester Gordillo, con Alito y con Roberto Madrazo. Cuando llegó a titular del ejecutivo, Fox nos dijo públicamente que iba a sacar a patadas de Los Pinos al PRI. ¿Cómo marchan entonces ahora tan juntitos y de manita sudada? Mí no entender, dijo el gabacho.
Pero ojalá esta incongruencia fuera la única. Supimos, porque siempre salen todos los bretes a la luz, que jugaron un papel central en la convocatoria para salir a manifestar sus odios e iras, los señores obispos del país. ¿Pues no dice nuestra carta magna que ellos tienen permitidas sus actuaciones públicas, siempre que no rebasen los límites de sus templos y de las creencias nada más? ¿No entienden bien los señores prelados que ellos tienen prohibido o no tienen permitido eso de involucrarse en lides políticas? Así le entendemos casi todos los mexicanos a la directriz de nuestro laicismo. Pero ¿hemos de cambiar de sopa o hemos estado engañados todo este tiempo?
Lo que sí ya no tuvo límite fue eso de enterarnos de que se trataba de una marcha dizque para defenderle su autonomía a un organismo público, el INE, que ha abusado de ella. La prueba inobjetable viene a ser lo de sus salarios que resultan hasta insultantes. Pero a la hora de la hora nos resultó una zambra grilla a la que no pudieron ocultarle su filiación política manifiesta.
Fue una marcha antiAMLO, ni siquiera antiMorena. Fue una catarsis en contra del presidente de la república al que denostaron a rabiar, al que ofendieron sin dar palo ni cuarta. Una señora totalmente descompuesta le echó la viga, le mentó la madre y hasta lo tasajeó como ‘indio de Macuspana’, por si alguna duda nos quedaba del torneo insidioso y hasta racista al que convocaron todas estas santas figuras que se autodenominan oposición. De acuerdo en que se opongan y que organicen para contender. Pero ¿ya meditarían en serio a dónde nos llevará esto de seguir desatando odios contenidos o inventados? Habrá que tener mucho cuidado, pues lo de hoy fue tan sólo un aviso.