Filosofando: Lo estrafalario de las marchas

26 de noviembre de 2022.- En cuestión de marchas multitudinarias, el mes de noviembre va a resultar pródigo. Pareciera que apenas le vamos entendiendo a lo vivido el día 13. Y ya viene una nueva, que se antoja que también será de número incontable. Eso de que la autoridad de la ciudad de México haya publicado el dato de que fueron doce mil marchantes en la primera y que mañana se suelte el pelo y anuncie hasta el millón de participantes, no será lo relevante para el análisis.

Lo que tiene que encendernos los focos rojos es el hecho de que nuestra derecha, que es la oposición, haya sacado a las calles a tanto paniaguado. Por ahí deben de enfocarse las linternas. La costumbre inveterada era que la gente identificada como de izquierda es la que salía a las calles y protestaba y pintarrajeaba paredes y dibujaba pancartas ingeniosas. Se daba a ver. El público no sólo cobraba presencia sino que hasta sufría procesos de concientización al revisar las demandas elevadas por dichas manifestaciones. Ahora parecen haberse trastocado los papeles.

Eso, a lo que motejamos antes siempre como derecha, estuvo resguardada dentro de los edificios del gobierno. Las reseñas nos hablan de la persistencia de la misma línea de control en el país desde que se fundó el PRI. No se llamó así desde el principio. Antes fue PNR y PRM. Pero desde el año de 1929 no hubo poder humano que les desplazara de dichos escenarios.

A finales de los años ochenta e inicios de los noventa vivimos serias convulsiones generadas por la voluntad expresa de ya cerrarles el paso a estos señores, que estaban enquistados en los puestos de control. Por aquellos años nos batimos en serias crisis que amenazaron con desbordarse. Pero entonces, a los magos del poder mexicano, se les ocurrió armar un juego de simulación que les dio resultado. Como dicen de los camaleones, el PAN, que todo el tiempo se había mantenido como oposición, fue convencido de pintarse de tricolor como el PRI. O el PRI se empanizó, como se quiera entender mejor. Y nos recetaron la pócima de la alternancia. Se estuvieron prestando la bolita, sin soltar el pandero. Así dimos en llamarles PRIAN.

Pues en el 2018 los mandamos con su música a otra parte. No les quedó más remedio que tomar la estafeta de la oposición y revisar con su nuevo estatus la forma de influir e incidir en las masas y sus actividades manifestatorias. De manera que el arte de convocar, organizar y montar una manifestación, que era patrimonio exclusivo de la izquierda en el país, les vino a caer a las manos como juguete nuevo. Ni los panistas sacaban las castañas del horno, mucho menos los priístas. Pero como no les quedó ya de otra, tuvieron que entrarle al toro y lo hicieron. La marcha del 13 vino a ser entonces su bautizo de fuego. No lo hicieron mal, se les ha de reconocer.

Todavía tienen que recorrer algunas distancias, de las cuales la izquierda ya tenía tomadas las medidas. Decimos que fue multitudinaria su marcha. De acuerdo. Pero esos números aún no pueden llevarse al cálculo de los sufragios. No sabemos si tanta gente pintada de rosita va a ir en los próximos comicios a sufragar por el PRIAN, para volverlo a la manija de los controles del poder formal. Con las movilizaciones de la izquierda, tales números venían a transparentar con claridad la intención del voto. Pero para nuestros derechairos, esta materia aún está por ser examinada. No la pueden dar por aprobada, que es lo que se trasluce de tantos discursos vertidos a su favor.

En éstas vamos a andar. Es de suponerse que el día de mañana la marcha convocada por Obrador va a ser tanto o más tumultuosa que la del día 13. Los cálculos que se hagan a partir de ambas para vincularlas a posibles resultados electivos, tendrá un fulcro objetivo con la marcha de la izquierda. Pero no se pueden aplicar los mismos criterios a la marcha de la derecha, por las razones ya expuestas. Así que luego retocaremos el punto, ya que se traiga al tapete de las discusiones serias este apartado.

Pero en el ínter, vivimos la sorpresa de una minimanifestación inesperada. No fue muy numerosa, pero ocurrió. El lunes 21 pasado, unos quince manifestantes de la asamblea de la resistencia cubana marcharon hacia la embajada cubana en nuestro país con la intención de realizar frente a dicho edificio una conferencia de prensa. Hubiera sido un acontecimiento más de los muchos que se nos entreveran todos los días entre las manos. Pero hubo dos elementos presentes, que no hay que dejar pasar de largo.

El primero fue que a buen seguro se había filtrado el dato de estas intenciones. Para cuando se hicieron presentes los marchistas (obviamente de derecha) ya estaban instalados por ahí en plantón miembros de un comité de solidaridad con Cuba, otros residentes cubanos en México y hasta miembros de un partido comunista mexicano. Les frustraron la intención a los de la resistencia y hasta se dio un conato de trifulca, que por fortuna fue evitado por las fuerzas de seguridad ahí presentes.

El otro elemento por registrar fue la llegada de Lech Walesa en el contingente de anticubanos, un líder polaco que había venido de visita para una sesión de la CPAC realizada en nuestro país. No perdió oportunidad el polaco, quien peroró diciendo que el régimen comunista de Cuba es un error y una utopía y ya debe terminarse. “Y dense prisa – agregó – porque a mí me gustaría estar en la manifestación de independencia y libertad de Cuba”. ¿Cómo la ven? Creo que hasta están de más los comentarios. Salud.