Filosofando: ¿Qué tanto hemos cambiado?

¿Qué tanto hemos cambiado?

Sábado 03 de diciembre de 2022.- El 28 de enero de 1873 hubo un combate cerca de Guadalajara, en La Mojonera. Ya se había conseguido la paz en el país. Las fuerzas del imperio habían sido derrotadas en 1867 y la república había vuelto por sus fueros. Pero había unos alzados en la zona huicot (huicholes, coras y tepehuanos), encabezados por un famoso cabecilla llamado Manuel Lozada, al que apodaban el Tigre de Alica. Inconformes con la llegada al poder de Lerdo de Tejada, tras la muerte sorpresiva del benemérito de las Américas, tomaron de nuevo las armas y se dispusieron a avanzar hasta Guadalajara, uno de los centros liberales más importantes del país, tras la capital de la república.

Llegaron a las puertas de la ciudad y salió a combatirlos el famoso general Ramón Corona Madrigal. En dos días de confrontación, los alzados fueron batidos y puestos en fuga. El ejército inició su persecución. Finalmente la rebelión fue conjurada con la prisión y muerte de su cabecilla Manuel Lozada.

Al triunfador de esta batalla y de otras que le honran en su paso por la historia, la agradecida ciudad tapatía levantó un monumento en su honor. También abrió una avenida importante con su nombre, que inicia en la calzada independencia y remata en el palacio de gobierno. En el monumento se esculpieron en figura de pergamino algunos de los motivos de su valía. Uno de ellos se refiere a su triunfo del mencionado hecho de armas. Dice a la letra:

Salvó a la sociedad de la invasión de los salvajes de Álica.

Viene a ser un poco extensa la referencia a este dato histórico tan antiguo, pero lo mentamos aquí para ligarlo con uno de los exabruptos que tomaron cuerpo ahora que hubo manifestaciones desatadas en todo su furor, en torno a lo que se está viviendo como figura de gobierno actual, la 4T. Bueno, Obrador sugirió que no se le mencione más con estas siglas, sino que se le diga Humanismo Mexicano. Ya veremos.

Resulta que en la participación de la manifestación de la derecha, una señora soltó de su ronco pecho unos exabruptos en contra de AMLO a los que se les dio amplia difusión. Le llamó indio patarrajada de Macuspana, o algo así. En la marcha del día 27 hubo una pancarta muy extendida, que a este redactor le causó mucha gracia por lo atinado de su señalamiento: Todos somos patarrajadas y a mucha honra. Así andamos de encandilados pues y es lo que hace que pongamos el dedo en la llaga y nos preguntemos lo que se expone en el título de esta colaboración.

Está bien eso que nos dicen que los alzados que traía consigo Manuel Lozada siempre estuvieron del lado de los conservadores. Lucharon en el bando de los invasores y resultaban una piedra en el zapato. Finalmente fueron batidos por las fuerzas del gobierno triunfador y establecido. Pero eso de tildarlos de salvajes que, con su invasión, ponían en peligro a la sociedad, es una descalificación extrema. ¿La comuna tapatía representaba o era plena la sociedad, la que merecía que se realizaran por ella hasta los más enconados esfuerzos? Y esos tales salvajes ¿no tenían más destino que ser exterminados? No se medían nuestros próceres antiguos.

Lo curioso es que exista hasta la fecha este monumento, que está enfrente precisamente del monte de piedad, por quien quiera ir a verlo, y nunca nadie proteste en Guadalajara por pinturas tan deformantes de nuestra realidad. Aunque pareciera que se le están pidiendo peras al olmo. Si los tapatíos actuales ya no protestan, ni en cuenta lo toman, que su universidad estatal esté convertida en una dinámica instancia de la derecha nacional, que hace punta precisamente en estos avatares, sabiendo que fue producto original de los embates que la vieja revolución trajo, para aliviar la situación precaria de los más pobres y humildes de los habitantes de Jalisco. Pues ya no hay mucho qué decir al respecto. A buen seguro que la mayoría de nuestros paisanos hasta ignora estos hechos y por eso van en aluvión a enajenarse con los relumbrones mercantiles que cada año enciende con fuegos fatuos esta triste universidad y su FIL. En su onanismo incurable hasta la siguen presentando como el segundo evento cultural del mundo. En fin.

El bueno de AMLO se refirió a esta FIL desfigurada y la pintó como lo que es, un foro destacado del conservadurismo presente. Se esperaba que más de uno de los defensores a ultranza de tales embelecos culturales se le fueran a la yugular. Pero por lo visto, ya no hay muchos cerebros trabajando en esos espacios mercantiles, para salir en defensa de sus productos. Aunque habría que mencionar aquí, ya que hablamos de esto mismo, que el gobernador Alfaro movió ciertas huestes, a las que se les configura como militantes del MC, que en realidad tienen que ver con el panismo tapatío, como para señalarse como críticos de estos viejos desfiguros universitarios.

Ciertamente hubo respuesta a sus amagos, pero no de la proporción y la naturaleza que había de esperarse, si proviene de los senos del poder estatal mismo. Ya podían estos cruzados expanistas batirse más en serio y poner en su lugar a Raúl Padilla y a sus paniaguados, que tienen demasiado tiempo en estar succionando las ubres oficiales impunemente y pidiendo el aplauso generalizado por sus osadías. Ya veremos cuánto más duran estos irigotes, que retratan nuestras miserias de cuerpo entero. Y a lo que vemos, pasa el tiempo y nada cambia. ¿Siempre seremos víctimas de nuestros propios avatares ridículos? ¿No que la historia es la maestra de la vida?