Felipe Cobián, 50 años de verdades incómodas

Jueves 08 de diciembre de 2022.- Felipe Cobián Rosales uno de los fundadores de la revista Proceso, oriundo del pueblo de Los González, localidad de Tuxcacuesco, un municipio visto como el ombligo de la literatura rulfiana, es hijo de un padre que se ganaba la vida como carpintero. El decano del periodismo en el occidente de México, aprovecha diciembre de 2022 para presentar su libro: “Que conste. Entrevistas en dos siglos”, de la editorial Alfabética, en el marco de la FIL Guadalajara y hará lo propio el día 16 en la Escuela de Escritores de Guadalajara (Sogem), en Agustín Yáñez 2839 a las 19:00 horas.
Se trata de un texto de 226 páginas en donde el reportero de más de 70 años, exhibe 26 piezas periodísticas que ayudan a entender momentos cruciales en el desarrollo de la vida contemporánea de México, de Jalisco o de algunos hechos que marcaron la relación Gobierno-Iglesia en Centroamérica.
El texto de Cobián incluye la descripción de asesinatos que convulsionaron a todo el país, algunos de ellos vistos como magnicidios, tal es el caso de Luis Donaldo Colosio, el candidato del PRI o el homicidio del cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo. El libro también hace un repaso o un recuento de las andanzas de “La Comanche”.
De América Central, Cobián habla del asesinato del arzobispo de El Salvador, Óscar Arnulfo Romero, un hombre comprometido con los pobres, quien se atrevía a pedir a sus feligreses que se despojaran de sus riquezas y sus joyas para vivir la filosofía de Jesús y apoyar a los necesitados.
En sus homilías, recuerda Cobián, el clérigo daba los nombres de mujeres y hombres desaparecidos, en ese país en una guerra intestina que dejó cientos de muertos y miles de desaparecidos.
En otro capítulo, el autor describe momentos claves para entender lo ocurrido antes y después del asesinato del excandidato del PRI, Luis Donaldo Colosio Murrieta, el 23 de marzo de 1994, en plena época salinista, meses antes de las elecciones. El propio título de ese material estremece y da fe de lo que el lector encontrará en ese capítulo denominado: “Andas muy solo, alguien te va a matar” y que a su vez era, la advertencia que el padre de Colosio, don Luis, le decía a su hijo.
En el caso de la famosa “Comanche”, doña Esther Camberos, una mujer oriunda de Ciudad Guzmán, Felipe Cobián abre las páginas de su libro para exponer los detalles de la forma de vida escogida por una mujer que se dedicó a la venta del placer. Se trata de una historia forjada por quien supo ganarse la vida y levantar su imperio en uno de los burdeles más famosos del occidente de México, “El Guadalajara de Día”.

En otro de los capítulos titulado: “Quisieron envenenarme”, narra la historia de un segundo cardenal que estuvo a punto de ser asesinado en Guadalajara por parte de la élite política de Jalisco, era don Juan Sandoval Íñiguez, un hombre de iglesia que por décadas se mantuvo bajo la consigna de solicitar justicia ante el crimen cometido contra el cardenal Juan Jesús Ocampo, en un hecho ocurrido la tarde de 24 de mayo de 1993, en el aeropuerto internacional de Guadalajara.
A Felipe no le gusta la lisonja y mucho menos andar de lambiscón o recibir lambisconeadas. Con él hay que andar con cuidado por parte de cualquiera que pretenda escribir del ex corresponsal de Excélsior.
De manera objetiva se debe decir que Felipe es considerado decano de los periodistas en Jalisco, con todo y lo que implica el verdadero concepto de quien vive para el periodismo, sin importar otra cosa que su vocación. Su trabajo lo desarrolla como si ser periodista fuera ministerio, sin buscar reconocimientos, ni fama barata y menos dinero fácil. Felipe Cobián es un prófugo del seminario y eso se observa en su formación y en la rigurosidad con que escribe.
No obstante, ese apunte, Cobián es un hombre de trato sencillo, que en ocasiones parece huraño y que usa la pluma como arma contra la mentira o los abusos de poder. Esa ha sido su línea de trabajo desde siempre. Así lo ha hecho desde el año de 1972, cuando -según su propio relato- se presentó en las oficinas de don Julio Scherer García, entonces director del diario Excélsior para decirle que él quería trabajar en ese periódico.
“Llegué y me dirigí con su secretaria, le dije que quería hablar con don Julio y ella sólo me pidió que esperara. Luego cuando Scherer salió de su oficina, lo abordé y le dije que yo quería trabajar en Excélsior y sin más dialogo ni protocolo me dijo: ‘pues vente’, y ahí empecé, Para mí eso fue sorpresivo y eso pasó en 1972.
“Cuando en 1976 el presidente Luis Echeverría da el golpe contra Excélsior, yo renuncié a la corresponsalía de ese rotativo y acompañe a don Julio en el nuevo proyecto que se llamaría Proceso. En la revista fui corresponsal y luego me convertí en coordinador de la edición de Proceso Jalisco”.
En 2005 cuando Julio Scherer García acude a la Universidad de Guadalajara, se descubre que el director de Proceso le tenía un gran aprecio a Cobián y entonces le dijo, frente a todo el equipo, que Proceso Jalisco le recordaba el inicio de Proceso Nacional.
En esa ocasión don Julio desnudó algunos de sus más grandes secretos como profesional y algunos de sus grandes miedos. Entonces pidió a sus subalternos nunca bajar la guardia y hurgar hasta en el bote de la basura para encontrar las pistas de las historias que son las perlas negras para cualquier reportero y que, por lo común, se esconden entre la basura para publicar y exhibir la corrupción, los abusos de poder o el lado sucio de la sociedad. El simple hecho de escucharlo era una cátedra.