Sábado 01 de abril de 2023.- hay mucha hebra para especular. La nota de la semana viene a ser sin duda alguna la salida de cuatro consejeros del organigrama del INE y su sustitución por otros personajes. Ya veremos, con el paso de los días y su desempeño en el ejercicio, si estos nuevos funcionarios están a la altura de lo que los ciudadanos esperamos de ellos o si nos salen tanto o más chafas que los salientes. No hay que adelantar vísperas.
Este episodio de relevo de funcionarios no tenía por qué haber alborotado tanto a la gallera. Se armó una gran escandalera desde hace varios meses y, la verdad sea dicha, no se entendía bien a bien por qué tal escándalo. Todo empezó con el dato duro de que el presidente AMLO propuso una reforma electoral a la que él mismo calificó de gran calado. Se contemplaba en ella la eliminación de las curules plurinominales, que no era poca cosa. Son puestos legislativos que no se compiten en las urnas, sino que se designan en las listas preferenciales de los partidos. Los dueños de los partidos medran a su placer con dichas prebendas, aparte de que con tales puestos integran sus cuotas de poder establecido. No sólo son entonces regalías que disfrutan los predilectos. Por eso las defienden hasta con las uñas. Los titiriteros de los partidos vieron la supresión como un atentado inadmisible. Y conjuraron contraataque.
También se habló, en la tal reforma propuesta, de reducciones a las regalías de los partidos; de mayor dureza en los porcentajes para mantener los registros de los partidos y de recortes en los gastos de la lisa electoral. En este punto destacaba la austeridad por aplicar en el INE, el árbitro de las contiendas. Se llamó a esta propuesta de reforma electoral plan A. No pasó la prueba del añejo. Se trataba de una modificación constitucional, para cuya aprobación se requiere mayoría calificada. Morena y sus aliados en el congreso no alcanzan estas cifras. Así que les devolvieron el paquetito con todo y burlas, lo cual no venía incluido en la propuesta. Pero así fue.
De ahí que se engallara la oposición, que está compuesta de los remanentes de los partidos desplazados del poder en la justa del 2018 y que conocemos de sobra: PRI-PAN y PRD sobre todo. Se dijo, desde el frente moreno que habría un plan B, un poco más recortado en sus propuestas como para que al menos se aplicara lo indispensable para un mejor funcionamiento electoral. Los opositores espetaron que se lanzarían con todo e impedirían que este paso no alcanzara tampoco la aprobación en el congreso. Como la numeralia para aprobar este nuevo plan era el de la mayoría simple, sí alcanzó su aprobación en las instancias legislativas y todo parecía normalizarse.
No pararon los señoritos partidistas en su encono contra estas medidas legislativas y lo llevaron a la interminable senda de los amparos. O sea, judicializaron el asunto y es lo que vino a levantar ámpula. La medida más cuestionada desde nuestra mostrenca oposición se radicaba en las modificaciones al INE, al árbitro de las contiendas electorales, a la que se le recortaban recursos que se consideran extragalácticos desde el poder ejecutivo. Y por ahí se nos han venido las disputas públicas.
Pareciera ser que el punto central de toda esta polémica reside en cuestión de dineros. Si en nuestras normas constitucionales se establece que el salario de ningún funcionario debe estar por encima de la remuneración aprobada para el titular del poder ejecutivo, ¿por qué razón los funcionarios del INE no se apegan a este dictamen y actúan en desacato? Ah, es que se ampararon los tales angelitos y la tremenda corte les dio la razón.
Por ahí se ha ido descorriendo el cendal de los secretos del pleito. La tal tremenda corte (SCJN) cobra salarios con las mismas alturas estratosféricas del INE o más elevadas. Se trata de rutinas establecidas en prácticamente todos los entes autónomos. Y no se reducen tales excesos de dispendio tan sólo a sus salarios. También se despachan con la cuchara grande en los montos de las prestaciones, que comparadas con los ingresos de la gran turba laboral del país, nos resultan hasta insultantes.
La muestra más palmaria es la que estamos viendo ahora con los montos de la liquidación de los funcionarios del INE, que ya salen. Edmundo Jacobo, Ciro Murayama y Lenchito Córdova se llevan a sus humildes alforjas la retribución de treinta millones de pesos por este concepto, diez cada uno. ¡Y no querían que les tronara la bomba! Son cara dura nuestros funcionarios. En algún momento hemos de poner freno a anomalías tan estrafalarias y costosas, pues finalmente se trata de un ‘saqueo legalizado’ al erario, la bolsa pública que sostenemos todos los ciudadanos con el pago de nuestros impuestos. Bueno, los que pagamos. Porque por aquí hay otros boquetes también, a la hora de ponernos amarillos, como bien lo sabemos.
Un personajazo, Javier Laynez Potisek, que es ministro de la tremenda corte, fue el que le metió suspensión definitiva al plan B. Según las cuentas de todos estos medradores, les puso la legalidad de su parte. Falta que se desahoguen algunas partidas en estos enjuagues. Pero las cartas marcadas ya han sido descubiertas y sabemos bien cómo masca la iguana. No nos daremos entonces por sorprendidos. En la próxima entrega me ocuparé, con la venia de mis escasos lectores, de este personajazo, cuyos vericuetos ameritan un poquito de la atención de las cosas que nos suceden como país y como individuos. Ya lo abordaremos con calma. Felices días de asueto para todos los lectores.