Partidiario
Criterios
Cada vez que vamos a las estaciones de servicio para reabastecer de combustible nuestro automotor, llegamos con la esperanza de que cada litro cueste menos. Al contrario, nos llevamos la sorpresa que vale algunos centavos más.
Hasta el inicio de esta semana, la Secretaría de Hacienda y Crédito Público había dejado de percibir 5 mil 453 millones de pesos por la reducción del Impuesto Especial sobre Productos y Servicios (IEPS) a los dos tipos de gasolina y al diesel.
Cuando Andrés Manuel López Obrador anunció tales reducciones, se calculó que el precio por litro sería de aproximadamente 63 centavos menos. Más no ha ocurrido tal cosa.
Uno se ha venido preguntando desde hace semanas: ¿quién o quiénes se están quedando con ese descuento? ¿Acaso algún intermediario entre Hacienda y los dueños de las gasolineras, o éstos mismos? El asunto es que ese estímulo fiscal no llega al consumidor y, en cambio, esos cerca de 5 mil 500 millones de pesos podrían haberse ido a enriquecer sus bolsillos, independientemente de que algunos establecimientos siguen despachando litros incompletos, y alguno que otro podría estar comercializando combustible huachicol.
En tanto, la Organización Nacional de Expendedores de Petróleo culpa a la falta de infraestructura de almacenamiento y distribución. Asegura que eso incide en los precios. Parece una mentira porque los depósitos son los mismos de principios de año y se compraron nuevos carros tanque.
En tanto, el litro de gasolina Magna en la zona metropolitana tapatía ronda los 21 pesos desde hace rato y alrededor de un peso más la Premium.
La queja por la no rebaja de los combustibles llegó a la presidencia de la República y la mañana de este martes, en su acostumbrada conferencia de prensa, López Obrador expresó que los márgenes de utilidad de los concesionarios de gasolineras han crecido, y pidió que no se abuse, que actúen con responsabilidad, en tanto se esfuerza porque no suban los precios.
En este contexto, extraña que el presidente de la Coparmex, Gustavo de Hoyos Walther, haya arremetido en contra del mandatario al asegurar que “sataniza la libertad de mercado”.
AMLO advirtió a los concesionarios de gasolineras que si no hacen lo correspondiente para que repercuta en el consumidor la rebaja del impuesto, habrá competencia oficial con expendios propios.
De acuerdo con información de Gloria Reza publicada el martes aquí, De Hoyos Walther señaló, indudablemente molesto, el supuesto riesgo de volver al pasado, el de la década de los 70 –en referencia indudable al gobierno de Luis Echeverría:
“Hoy mismo en la mañana, hemos visto expresiones que parecería tratar de regresar estos tiempos en que se sataniza la libertad de mercado, hoy justamente desde Palacio Nacional se empezaba a culpar a las empresas que tienen como misión la distribución de los combustibles. (…). Qué cómodo resulta buscar culpables, qué cómodo satanizar; ahora les tocó a los gasolineros, antes les ha tocado a otros ramos de la economía”, declaró De Hoyos.
“La posibilidad de que el Estado de manera directa quiera intervenir con estaciones de servicio de su propiedad, esto sería una regresión histórica en una ruta de fortalecimiento a la economía de mercado, y desde luego no lo vamos a permitir”.
Si regresión histórica es que el Estado cumpla con su cometido de equilibrador, de regulador del mercado, el reto empresarial, me parece, se sale de la lógica para entrar en una economía voraz, descarnada y descarada que repercutirá en los más necesitados. La vuelta al neoliberalismo más atroz, sin importar el equilibrio y el bienestar de la comunidad.
Sin estar de acuerdo en muchas de las expresiones y algunas decisiones de Andrés Manuel –no sin el riesgo de ser encajonado en el calificativo de la “prensa fifí”–, cabe preguntarle al presidente de la Confederación Patronal de la República Mexicana si reclamar que algunos pudieran estarse quedando con el fruto del descuento del IEPS que no transfieren al consumidor, ¿es estar en contra del libre mercado? De ninguna manera. Hay que darle al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios.
Quien se embolse el dinero de ese impuesto es tanto como quien cobra el IVA y no lo manifiesta en su declaración ante Hacienda.
Entonces, por un principio mínimo de legalidad, de justicia, de moral, los gasolineros deben repercutir en el cliente el bien que reciben y que hoy por hoy va en detrimento de la captación impositiva al que tiene derecho Hacienda y que debe ser para beneficio de todos. Claro, siempre y cuando esas medidas recaudatorias se administren responsablemente y sin corruptelas, esas que AMLO decreta que ya se acabaron con la “Cuarta Transformación”.
De acuerdo con datos oficiales, sin ese estímulo fiscal a las gasolinas se hubieran captado alrededor de 56 mil 167 millones de pesos. No obstante esto, la recaudación aumentó en el primer bimestre de este año cerca de 78 por ciento en relación con el mismo período de 2018.
Pero esos cerca de 5 mil 500 millones de pesos se quedaron en manos de concesionarios de gasolineras. Y no es asunto menor.