El amorío de Gala y Dalí
Josefina Reyes Quintanar
En un barrio parisino de Montparnasse por el año 1929, Dalí se unió oficialmente a un grupo de surrealistas (años después sería expulsado por Breton). En ese mismo año conoció a la que sería su esposa hasta el fin de sus días, una rusa llamada Ivanovna Diakonova, mejor conocida como Gala; quien en aquellos años estaba casada con otro surrealista, el poeta francés Paul Éluard. O sea, Gala abandona a su marido para irse con Dalí.
Es André Bretón, poeta, el creador del movimiento (con ayuda de Guillaume Apollinaire). Después de trabajar como camillero en hospitales psiquiátricos durante la guerra, estuvo muy de cerca viviendo la locura, descubriendo otra extraña realidad. Con una mezcla entre los estudios psicoanalíticos de Freud, la poesía de Rimbaud y la transformación del mundo de Marx dio inicio a la faceta creativa del subconsciente sobre la literatura al principio y después en varias de las facetas del arte.
Literalmente, el surrealismo significa “por encima del realismo”. Los seguidores de esta corriente intentaban crear un arte más allá de lo inmediato, explorando la mente humana por encima de las normas sociales y dando preferencia a la dinámica de los sueños. Definido en el Manifiesto surrealista en 1924 por Bretón como “Automatismo psíquico puro, por cuyo medio se intenta expresar, ya sea verbalmente, por escrito o, de cualquier modo, el funcionamiento real del pensamiento. Dictado del pensamiento, en ausencia de todo control ejercido por la razón, ajeno a toda preocupación estética o moral”.
Fue el mismo Paul Éluard, pintor catalán, quien invita a su grupo de amigos surrealistas, entre ellos Luis Buñuel, René Magritte y Dalí, a pasar unos días de verano en Cadaqués, su pueblo a orillas del Mar Mediterráneo. Dalí es un desconocido del movimiento en ese entonces, pero recuerda perfectamente el momento en que conoció a Gala. (Cuentan que Éluard solía llevar fotografías de su esposa desnuda en su cartera, y las había mostrado a Dalí. Así que antes de conocerla, ya la tenía en la mira). Ese verano ella tenía 35 años y Dalí 25. Después de pasados varios días en la playa, las vacaciones terminan y los amigos se despiden. Gala decide quedarse y Éluard regresa solo a París. Ahí inicia su inspiración como musa de Dalí, quien pinta su primer obra famosa Las acomodaciones del deseo e inicia su romance.
Quizá Dalí no hubiese sido el genio del surrealismo ni hubiese desarrollado su peculiar personalidad sin su musa, aún y cuando muchos juzgan a Gala de explotar y dominar a Dalí por su fama y dinero. Muchas obras fueron firmadas como “Gala Salvador Dalí”, dando la idea de que la autoría es compartida, aunque siempre es él quien ejecuta la obra.
Su historia de amor, al contrario de su fama, fue en decadencia. Gala se llenó de jóvenes amantes que invitaba a la propia casa del pintor. Dalí, con su voyerismo y masturbaciones, los observaba complacido. Él también exhibió algunas amantes. Fueron envejeciendo juntos odiándose y dependiendo uno del otro. Llenos de violencia y drogas, Gala decide recluirse en el castillo de Pubol y Dalí sólo podía visitarla con previa autorización. Gala muere en 1982 y Dalí se queda sólo y con una mente perturbada. Un amor llevado a la máxima expresión del surrealismo.