Arranca sexenio tormentoso

Arranca sexenio tormentoso

Juan M. Negrete

Vamos a ver pues cómo nos vaya en estos próximos años en los que se cubrirá el sexenio encabezado por doña Claudia Sheinbaum. La semana inició con todo el ruido posible y la parafernalia de su toma de posesión, como debía de ser. Al parecer, ceremonias y turbamulta concurrente se correspondieron con las expectativas despertadas. De inmediato le entramos a la vuelta de la página, para atender los asuntos consuetudinarios.

En la primera semana de inmediato se destacaron tres frentes de litigio. El primero tiene que ver con la reiterada e imprevisible aparición de meteoros que causan a la población daños inesperados. O tal vez habría que corregir y decir que sí se esperan. Llegan los ciclones y arrasan de inmediato con las siembras en donde tocan sus aguaceros. Para no variar, se registraron tremendas inundaciones en Oaxaca, en Guerrero, en Michoacán y hasta por aquí en Jalisco se nos descolgó el cordonazo de san francisco.

Lo más duro de estas desgracias vino a ser otra vez el puerto de Acapulco y municipios colindantes. El paraíso antañón, ofrecido así sobre todo al turismo internacional, ha dejado de serlo. Tamañas crecientadas que cortan las vías de comunicación, la distribución de víveres, el suministro de energía y muchos otros tropiezos de esta índole, hacen que ya no se antoje visitar tales balnearios, por lo menos por estas fechas. Aunque no falten los avezados a las emociones fuertes como para empecinarse en andar en dichos lares y precisamente cuando se desaten los huracanes.

El segundo frente infaltable, que se hizo presente en toda su crudeza ya en la primera semana misma de estreno del poder para doña Claudia, vino a ser la masacre en Chiapas, donde perdieron la vida seis migrantes y otros diez quedaron heridos en tales hechos.  La cara de hereje que nos muestra un hecho de sangre más no viene a ser la de las iras desatadas que rematan en la pérdida de vidas humanas. Eso se vive un día sí y el otro también en Sinaloa, en Guanajuato y en otras partes más del territorio nacional.

Lo particular de este hecho de sangre es que los autores materiales, es decir los que dispararon, fueron miembros del ejército nacional. Y esto empaña la apenas entregada confianza al patrullaje de nuestra seguridad a las manos castrenses. Apenas se estaban cantando loas y ditirambos a la decisión de que la guardia nacional pase a estar controlada por nuestras fuerzas armadas, cuando de éstas mismas se nos viene al rostro un multihomicidio de cuyas trazas aún no tenemos certezas claras.

No se puede atenuar la responsabilidad de quienes dispararon, a partir de pretextos infantiles de que ‘oyeron’ disparos. Mucho menos se puede endilgar el encuadre fantasioso o inventado de que ese montón de migrantes extranjeros, que viajaban hacinados en una troquita de redilas, agredió o atacó a la patrulla militar y que ésta repelió el ataque o se defendió de la agresión. Hay cuentos que son de hadas y otros de brujas. Ambos se construyen para el consumo de mentes ingenuas, infantiles, de escasa experiencia. Pero este cuento ni para niños de pecho gusta.

Agrava el hecho ligarlo con que apenas nos vamos estrenando por la vía de poner nuestra seguridad en las ‘experimentadas’ y ‘profesionales’ manos castrenses. Habrá que revisar a fondo estos hechos concretos y no obviar la irresponsabilidad de lo que los genera. O se pone remedio en serio, o vamos a seguir jugando a las pistolitas, que ya nos ha estado costando demasiada sangre. Más nos vale atender este doloroso renglón, con mano firme.

Y el tercer boquete de la semana tuvo que venir otra vez de la suprema ‘corta’. No puede ser. Apenas estábamos soltando las campanas a vuelo porque ya íbamos a poner orden en la casa de los togados, y nos salen esos señores del jolgorio permanente con que van a revisar y a decirnos su verdad pontifical de si la reforma constitucional, que se aplicará a partir de ahora para la elección del personal de esas partidas, es constitucional o no es constitucional, a pesar de que ya quedó establecida la enmienda en la constitución que nos rige.

La neta del planeta viene a ser que los togados se han tomado en serio eso de vivir y revivir su vida en los laberintos de las discusiones bizantinas. Pero no contentos con eso se proponen, y lo han conseguido, que los reflectores de la atención de la vida pública no salgan de sus tugurios. Ellos le llaman claridad jurisprudencial; o le dirán necesidad de legalidad impertérrita; o le pondrán la calificación que les dé la gana. Pero al grueso de la ciudadanía le vienen a parecer todos sus embrollos y embelecos una mera necedad de estar rizando el rizo, una empecinada atención a las meras supercherías y sofisterías de tareas que no rebuznan por miedo a los aparejos.

Quién sabe cuál debería ser la respuesta atinada que le dé el grueso de la ciudadanía a semejantes balandronadas judiciales. Porque si resulta que los señores togados sí tienen competencia de revisar el espejo de su narcisismo y decirse que su suprema corta sí puede determinar de sí misma que puede contonearse a sí misma y calificarse como la entidad más virtuosa de dicho congal, pues sí que estaremos lucidos. Y ¿el pueblo? Y ¿sus atribuciones de soberanía consagradas en los artículos correspondientes de la constitución acaso son mera letra muerta? Parece que ya es tiempo de poner orden en la casa. Mas lo bueno de todo es que apenas vamos empezando.