El otro Orozco
El niño muerto (José Clemente Orozco)
Silvia Patricia Arias Abad
En el Museo de Arte Carrillo Gil se exhibe una colección de obras, de las cuales 164 pertenecen a José Clemente Orozco. Para el museo este conjunto de obras posee un valor trascendental, puesto que fue un dibujo de Orozco el que dio por inaugurada la colección de Álvar Carrillo Gil.
José Clemente Orozco es reconocido por su trabajo muralístico. Esta labor a gran escala le ha concedido pertenecer al grupo de pintores muralistas más importantes de México de la primera mitad del siglo XX, debido a que sus obras contenían, además, temas relacionados con la historia precolombina y el análisis crítico a la sociedad moderna.
La monumentalidad de sus obras, el uso de la geometría, y la conformación robusta de sus figuras lo convirtieron en un artista referencial del arte latinoamericano. Clemente Orozco comenzó su historia con el arte en 1904, cuando tenía 21 años, al inscribirse en la Academia de San Carlos, aunque años atrás ya se había sentido influenciado por la obra de José Guadalupe Posada. Sus primeras incursiones artísticas las tuvo colaborando como caricaturista en El Hijo del Ahuizote, El Imparcial y La Vanguardia.
Es en 1922 cuando se une a otros grandes muralistas: Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros, Rufino Tamayo, entre otros, iniciando así el movimiento artístico conocido como Muralismo Mexicano, fundamentado en las ideas del nacionalismo y con la finalidad de llevar el arte a la calle y acercarlo a la población, al mismo tiempo que se difundía la ideología de izquierda. Para Orozco el mural representaba “el arte más puro e ideal para que el pueblo lo vea y lo confronte”, Este es el Orozco más conocido, el Orozco de los murales que expresaban el sentir del sector de la población más desprotegido: el campesino, las mujeres, los niños, los pobres, y que fueron plasmados de forma monumental en diversos espacios públicos.
Sin embargo, antes de esta etapa muralista que se conformó como la más importante y representativa del artista, José Clemente Orozco tuvo un primer período igualmente fructífero pero menos conocido o difundido, período que lo conformaron obras con un tono igualmente social, subalterno y marginal, compuesto por dibujos, óleos, litografías, donde expresa la cotidianidad del mundo, de las calles, de la noche, los bares y cabarets, teniendo como telón de fondo en algunas de ellas los barrios más pobres de la ciudad de México. Dentro de estas primeras obras resalta un dibujo llamado “La Chata”, que fue precisamente la primera obra que conformó la Colección de Arte Carrillo Gil.
“La Chata” (1935) José Clemente Orozco
Así, produjo un conjunto de acuarelas cuya temática recorría el mundo soterrado de las calles, la vida de las prostitutas, los momentos de miseria de los más pobres, pero también las estruendosas alegrías y festines en las cantinas y bares que frecuentaban.
Este período es el más diverso, y al mismo tiempo el menos conocido en la producción de Orozco. En él, nos encontramos con imágenes y estilos muy distintos a los que adoptará tiempo después y que lo convertirán en el gran muralista, enmarcado en esta primera etapa en técnicas como el fresco, la litografía, el dibujo y el aguafuerte. Es también importante recalcar otro campo artístico al cual se dedicó durante décadas de manera paralela a sus actividades creativas: la caricatura.
Como consecuencia de su admiración a José Guadalupe Posada en sus primeros años, Orozco se vio motivado a desarrollar la caricatura, especialmente la de temática política, en la que se observa cómo caricaturizó a políticos, sacerdotes, a las costumbres y a los estereotipos del mexicano, haciendo énfasis en el tono anticlerical.
La litografía fue también una de las técnicas empleadas por el artista para plasmar en su obra contenidos de crítica social y de expresión de las grandes desigualdades de la sociedad mexicana, siempre mostrando el carácter de la lucha y el compromiso social a través de las figuras y personajes reflejados en sus materiales. Tal es el caso de la obra “Las Masas”, influenciado por sus experiencias durante el período revolucionario, donde debió haber presenciado diversas manifestaciones cuya protagonista fue la muchedumbre. En esta obra Orozco logra impactar de manera certera y profunda con sus masas. A éstas las observamos gritando sus consignas y las características de sus rostros desaparecen destacando solo sus bocas y el ondear de sus banderas.
“Las Masas” (1935) José Clemente Orozco
Es éste el otro Orozco, el menos conocido, el que lo muestra como un artista multifacético y con un profundo y genuino interés por las cuestiones sociales y por adentrarse a las profundidades existenciales de los seres humanos, con sus virtudes y miserias. La parte no muralística de José Clemente Orozco vale la pena de ser difundida, conocida y reconocida, porque enriquece aún más la vida y el arte de uno de los pensadores que a través de sus técnicas artísticas nos pone a pensar sobre lo humano y su época. Corra pues la invitación…