La poesía lírica de los demiurgos griegos / IV
Iván de Jesús Tornero Rodríguez
Con una muy superficial revisión de la gran poetisa Safo de Lesbos, como es la que aquí se incluye ahora, rematamos la somera visita a este renglón de la poesía griega que no ha sido tan favorecida en la historia de la cultura occidental como sí lo es su poesía épica. Vayamos entonces a dar algunos datos de la vida y la obra de nuestra gran invitada.
Safo, gran poetisa, espontánea, natural y gozosa, le canta al amor y a la belleza. Es la representante clásica del canto lírico, opuesto al espíritu bélico. La visión sostenida por la épica de aquellos días se puede sintetizar con la figura que ya se expuso antes en el que la belleza consistía en una muerte arrogante en el combate. Esto significa que para ellos lo realmente bello consistía en estar sepultado en tierra.
En los versos de Safo resalta una perspectiva contrapuesta a estos valores consagrados. Va una cita:
Unos afirman que lo más bello es una multitud de jinetes en armas;
Otros, que de una infantería; otros, que de naves.
Para mí, lo es el amado de mi corazón. Y es cosa fácil
De hacer comprender esto a cualquiera.
El sentimiento amoroso y tierno hace a un lado el pesimismo creciente de los poetas aristócratas líricos, que se decían herederos de la poesía épica. En la derrota política que iba sufriendo ya el eupatridismo griego de manos de los demiurgos, cuyo clímax se alcanzó con la invención de la democracia, su aislamiento social les hacía decir que era mejor morir cuanto antes y que lo mejor que les puede acontecer a los hombres es no haber nacido.
Los pensadores demiúrgicos criticaron abierta y profundamente semejantes valores éticos y morales. Propusieron sustituirles por otros más racionales, más sinceros y más objetivos. De cantarle primero al vino y luego al placer inenarrable de los momentos eróticos. Era obvio deducir de estos planteamientos nuevos de su obra que su predicación les llevaría a proclamar que la mejor experiencia vital consiste en estar vivo y en disfrutar cada quien su vida de l mejor manera en que se le presente a cada uno.
En la lucha por la conquista del control social, los demiurgos rescatan el gusto por la vida y lo convierten en su bandera de identificación central. Luego vendrán los epígonos fundamentales que plasmaran en la experiencia política que es la democracia: la isonomía, la autonomía y todo ese bagaje conceptual que nos heredaron con la invención de esta forma de gobierno. En el campo del conocimiento prenderá como producto natural el manejo pragmático y racional de todos los aprendizajes.
Tiene que destacarse entonces, en toda intrusión que se haga al mundo de la literatura griega antigua, la digna y exitosa bandera que tremoló Safo, al izar los estandartes del amor y de la vida; rescatar con ella la importancia de tener un sentido propio de vivir; el dejar a un lado las luchas y los mitos, pues la reproducción de estos cánones sólo beneficiaba política y económicamente a la antigua clase aristocrática, que ya iba en franca retirada, derrotada por nos nuevos horizontes en el mundo griego.