PADILLA
Gabriel Michel Padilla
Un humanista no necesita ser compadre de Raúl Padilla López para valorar sus bondades ni tampoco ser su enemigo para evidenciar sus desaciertos. Para quienes de cada uno de los rubros que Padilla emprendió, elaboran una epopeya tejida de halagos, deberían cuestionarse primero, de dónde salieron los fondos para tales empresas, y sabremos que fue por la vía del Peculado, (¿o existe otra?) por la que emprendió todas sus celebradas hazañas “culturales”. Es decir los fondos etiquetados para la educación de los estudiantes jaliscienses fueron “distraídos de su objeto” como lo establecen los códigos penales, para la realización de sus fantasías. Claro que con una amalgama de justificaciones retóricas como la “autonomía universitaria” los acomodos políticos clientelares, los “acuerdos tácitos” frutos de una política decadente, que dieron entrada a esa práctica vergonzante para Jalisco, invocando elegantes justificaciones.
Las odas fúnebres, ornamentadas con laureles de victoria, con el fondo del Requiem de Mozart, entonadas ante la desaparición de un personaje que practicó todo un repertorio de argucias y triquiñuelas, es una invitación a que sus sucesores no repitan la historia en agravio de la sociedad. No se deben admitir hombres “de izquierda” que como el mencionado personaje, al son del clarín del poder, se volvieron salinistas. No queremos que con la Cultura se practique la “simonía cultural” y se saque raja política de una FIL que lejos de conseguir que el amor a la lectura se eleve al menos en 1 punto porcentual entre los jaliscienses y deje de ser un concilio elitista de editores. Queremos una Fil que no invite a personajes oscuros a tejer grilla con recetas de boticarios desgastados, sin el consentimiento de la comunidad académica mayoritaria, jalisciense.
Es inadmisible también que con los fondos para la educación se emprendan aventuras fantasiosas como fundar un partido, y apoderarse de otro llevando a estudiantes a votar por sus candidatos para arrebatar así la “nomenclatura” como lo que sucedió con el PRD en Jalisco, que cuando ya había arraigado en el Estado con 12 municipios ganados y 150 regidurías obtenidas, el señor Padilla mandó al fracaso todo un proyecto de izquierda, para satisfacer su rapacería política, claro en franca y desleal competencia.
Es hora de que la comunidad estudiantil, ponga un hasta aquí a esa cultura practicada por el Sanedrín Universitario, de crearse vergonzantes privilegios vía manejo discrecional del presupuesto. Que en primer lugar se despoje de opacidad el manejo de los fondos que por mandato legal están etiquetados para la educación y su mejora substancial. Que la meta primordial, como lo es para cualquier universidad, sea elevar a nuestra Alma Mater a la categoría que compita con las mejores del mundo. Que la monstruosa manera en que se han rodeado de privilegios tantos personajes seudo universitarios con los fondos etiquetados para la educación, llegue a su fin por la vía punitiva. Que se documenten y judicialicen todos los actos cometidos en agravio de la educación de Jalisco. Que sea la conciencia ética la que determine si es conveniente que con dinero estudiantil se construyan partidos políticos. Y que la fuerza de la Institución emane de su calidad moral demostrada por la excelencia académica. No se pueden exigir más fondos a ningún Estado cuando se carga con la deuda moral de la opacidad en su manejo.
Ese obstáculo terminará seguramente cuando radicalmente cambien la política de su manejo, una política que privilegie el avance de la calidad educativa. Un elevado porcentaje de estudiantes que rebasa el 50% es rechazado por “falta de cupo”. ¿Se puede entonces justificar el delito de Peculado, disfrazado de autonomía en el gasto y dejar a tantos jóvenes sin oportunidad para forjararse un destino?
Finalmente la sociedad exige no un “informe” circunstancial del manejo de los fondos que expliquen el enriquecimiento inexplicable de tantos personajes obscuros. Lo que se requiere es una revisión histórica del enraizamiento de esa cultura y forma de gobernar una institución de noble fin, que terminó convirtiendo el presupuesto universitario en un botín.
Qué bueno que la llegada de este personaje a la UdeG logró algo que cualquier sociedad civilizada exigiría: poner alto a la “cosa nostra” de toque siciliano llamada “FEG”, la que otrora a ritmo de plomo y porrazos, sacaba de la jugada a candidatos que no eran de su agrado. Ahora toca a la comunidad estudiantil obligar a que sus dirigentes inicien una nueva era de auténtica transformación, que se exprese en el mejoramiento sustancial de la educación y un manejo de los fondos universitarios ejercidos bajo la más luminosa claridad.
Por último, dispensando el atrevimiento, la muy lamentable forma en que se quitó la vida, como lo expresó acertadamente uno de sus hermanos, debería traer al menos una reflexión, de que la filosofía que se profese sobre la vida o la muerte no es una fruslería. El suicidio, al menos bajo el punto de vista médico, es un problema de salud. Si profundizamos antropológicamente, cumple revisar qué fracturas éticas anteceden a ese acto de autodestrucción de lo más valioso del ser humano. Dicho acto es una contradicción natural del ser humano a conservar y perpetuar la vida. Si se comete con intención de servir de ejemplo, especialmente a los jóvenes adquiere la gravedad de escándalo. Así lo establece el catecismo católico, aunque termina diciendo en el número 2282 que “Trastornos psíquicos graves, la angustia, o el temor de grave prueba…. pueden disminuir la responsabilidad del suicida” Descanse en paz el licenciado Raúl Padilla López.