La ofensiva, encabezada por la coalición islamista Hayat Tahrir al-Sham (HTS), avanzó rápidamente durante los últimos días, logrando tomar control de Homs el sábado. La ciudad, situada en un punto estratégico entre Damasco y las provincias costeras de Latakia y Tartus, representa una pérdida significativa para el gobierno de Al Assad. Desde Homs, los insurgentes continuaron hacia la capital sin enfrentar gran resistencia.
Con esta serie de avances, el gobierno sirio quedó reducido a controlar únicamente tres capitales provinciales: Damasco, Latakia y Tartus. Fuentes locales informaron que las fuerzas gubernamentales se replegaron a las afueras de Homs y otras regiones clave, mientras que la oposición consolidó su control sobre Alepo, Hama y amplias zonas del sur del país.
El Observatorio Sirio de Derechos Humanos confirmó que el presidente y su familia habrían abandonado Damasco antes de la entrada de los rebeldes. Posteriormente, agencias de noticias rusas informaron que Al Assad recibió asilo en Rusia, citando razones humanitarias.
Desde Moscú, fuentes del Kremlin señalaron que se mantienen contactos con los líderes rebeldes, quienes garantizaron la seguridad de las bases militares y diplomáticas rusas en Siria. Además, Rusia reiteró su postura a favor de una solución política al conflicto, instando a retomar las negociaciones bajo los auspicios de la ONU.
El enviado especial de la ONU para Siria, Geir Pedersen, convocó a conversaciones urgentes en Ginebra para coordinar una transición política. Desde el Foro de Doha, Pedersen señaló que la situación evoluciona rápidamente y subrayó la importancia de establecer un acuerdo que contemple los intereses de todas las partes involucradas.
El conflicto en Siria, que comenzó en 2011, se encuentra en un momento de transformación con la salida de Bashar Al Assad del poder y el avance de los insurgentes, lo que plantea incertidumbre sobre el futuro político y social del país.