Triste realidad

En lo que va del milenio, los alcaldes tapatíos (Fernando Garza y Emilio González, panistas; Jorge Aristóteles, priista y, no se diga los emecistas Enrique Alfaro y Pablo Lemus, que dobletearon con la reelección, dejaron la ciudad a la buena de Dios: no hubo prestancia en servicios esenciales como seguridad y aseo; fuentes, jardines y camellones secos, particularmente en barrios y colonias donde ellos no viven ni pasan y por eso las calles carecen de nomenclatura y ni las avenidas de intenso tránsito están balizadas. Eso sí, tiempo y recursos les sobraron para la gubernatura.