Dos lecturas de las correrías hacia MORENA

Eduardo González Velázquez

Sin duda una de las dinámicas que más ha llamado la atención del actual proceso electoral es la desbandada de todos los partidos políticos hacia todas direcciones. Desde luego, la intensidad en el abandono de algún instituto político y el arribo a otro no es igual, cambia según sea el escenario. En ese sentido, la llegada a un partido político del mayor número de nuevos integrantes provenientes de otras denominaciones partidistas las tiene MORENA; mientras el mayor abandono se presenta en el Revolucionario Institucional seguido de Acción Nacional, mostrando algunas diferencias según sea el estado de la República del que hablemos.

​Sin satanizar las prácticas de abandono y adhesión, no deja de llamar la atención la llegada de varios políticos a MORENA, que al menos en el papel, aparecen como contrapunteados a los principales postulados del partido lopezobradorista; sin olvidar que algunos de los recientes fichajes no hace muchos años se manifestaban abiertamente contra el político tabasqueño.

​Más allá del simple pragmatismo político de quienes llegan y de quienes los reciben; de la debilidad ideológica de unos y de otros; de las inconsistencias en los proyectos de gobierno; me parece que en el fondo del asunto se encuentra un cúmulo significativo de información que dibuja dos resultados electorales iguales aunque con diferente forma de arribar al primero lugar. Veamos a qué nos referimos.

​Si explicamos desde las filas morenistas el recibimiento de los nuevos integrantes y atendemos a las encuestas que marcan una clara diferencia a favor de Andrés Manuel López Obrador sobre sus dos más cercanos perseguidores, no hay razón por la cual AMLO aceptaría la adhesión de los nuevos integrantes; es decir, al mantener la ventaja de la que hoy goza de manera estable durante la campaña AMLO podría ganar la elección. Ahora bien, lo que en realidad puede estar sucediendo es que MORENA tenga información, también de encuestas y sondeos, que le indican que independientemente de lo que hoy manifiesta una parte significativa de la sociedad en algunas encuestas, el final que esperan tener la noche del 1 de julio será de fotografía, alzándose con el triunfo pero por una nariz. Eso vendría a explicar la recepción sin chistar de miles de nuevos integrantes llegados desde amplios espectros políticos. La reflexión pudiera ser: Si se mira venir un final cerrado, más vale contar con varios miles de votos de “colchón” que les garantice no solo el triunfo, sino el neutralizar cualquier intento de fraude electoral.

​Si la lectura la realizamos desde el divisadero de quienes llegan, el resultado es diferente, aunque con el mismo final: AMLO obteniendo la presidencia de la República. Al colocarnos del lado de panistas y priistas abandonando sus barcos para treparse a la embarcación morenista, podemos pensar que los recién llegados cuentan con información suficiente que les indica que López Obrador ganará ampliamente la elección presidencial, pero además que la derrota que sufrirían sus respectivos partidos políticos sería de magnitudes superiores, lo cual los dejaría con pobres posibilidades de acceder a algunos espacios de gobierno o representación popular. Todo ello, sería la razón de mayor peso, no solamente la de abandonar sus partidos por no haber recibido las candidaturas que buscaban, y que muchos, no todos, han obtenido en MORENA.

​Así las cosas, lo que ha dominado el periodo de las intercampañas, ha sido la creciente correría de priistas y panistas a los brazos morenistas. De cara a esa realidad, crecer la idea en el imaginario colectivo de que AMLO será el triunfador en la elección presidencial. Al tiempo.

@contodoytriques