Carta del lector
Reflexión sobre Obsesivos días circulares:
Recuerdo la novela: Obsesivos días circulares de Gustavo Sains, en que hacía una parodia del lenguaje de la honda iniciado por él. Para mí el lenguaje es una de acaso dos materias de reflexión filosófica; Obsesivos días circulares da pie para mostrar con nuestro lenguaje hablado y escrito las férreas ataduras a nuestra idea del mundo y el universo. Nuestros días son, en efecto, Obsesivos días circulares y sólo apunto a su ruptura y superación por la acción revolucionaria del propio lenguaje.
Así es compañer@s, nuestros pasos algo cansados, aún nos han de llevar a las manifestaciones artísticas que rompen con la monotonía de los Obsesivos días circulares. Joselo con su afán de apoyo a su hija-Kopalli, nos llevó a algunos 70s’ al centro de la Ciudad y así el LARVA va en un contexto urbano que simplemente es nuestro: el jardín José Rolón, el exconvento, Las nueve esquinas, la Cruz de plazas, museos y galerías…
Joselo comentó que el Museo de la Ciudad lo traía perdido, ese que está por la calle Independencia y Mezquitán, expone una colectiva entre ellas un trabajo de Marita Terriquez, y sí, la casona vale la pena visitarla.
¿Qué platicará hoy la bella con la bestia? ¿Alguien va a ir a México a la concentración de Claudia en el Zócalo? Supongo que sólo estaremos expectantes desde algún lugar del Valle de Atemajac.
¡ Á N I M O !
Salvador Terríquez
Comentario a “Un mundo feliz: un centro comercial sobre la Gaza de nuestros huesos”
El “fetiche” subió de categoría y ahora ya es el gran DIOS, el único realmente verdadero, el omnipotente, el omnipresente, el providente, el absoluto, el que da la existencia a todo, es decir, el ser necesario. Lo vio venir el profeta Marx. Sólo y solamente se destruirá cuando ya no haya nada que destruir.
Esto es, lo sé, poco o nada halagüeño, pero tampoco veo por dónde pueda entrar un rayito de optimismo.
José Luis Pardo Ruiz
Más sobre lo mismo:
Les paso este comentario que me encontré y que nos mueve a reflexionar acerca de lo que antropólogos y neurocientíficos han señalado en relación a la cosmovisión de la conexión del individuo y su entorno. Necesitamos un paradigma filosófico que desmantele las arraigadas bases del individualismo que sostiene al capitalismo. Aún tenemos en Latinoamérica, sobre todo, los conceptos que construyen la identidad individual solo en relación con la comunidad y el medio ambiente, conceptos que pueden abonar a detener la depredación del planeta por la ambición de la competencia individualista dirigida por un racionalismo pragmático.
El “yo” sólo se comprende a partir del “no yo” sin el cual el “yo” pierde sentido. Yo no soy mi hermano, pero soy “hermano”, es decir, necesito al otro para existir yo. Tampoco soy un árbol pero vivo la vida del árbol. Sin comunidad, sin medio ambiente el “yo soy” no existe. Soy mi familia, mi ciudad, mi país, mi mundo, soy mi espacio y mi tiempo. No puedo deslindar mi cuerpo y mi mente del entorno social y natural. Retornar la vista hacia nuestros ancestros no es ser retrógrada, es sólo detener el rumbo catastrófico del liberalismo capitalista. Los pueblos originarios aún conservan esa cosmovisión de la cual podemos incorporar grandes valores. Eso creo yo. Saludos.
José Luis Pardo Ruiz