Hurgar con catalejos
Amado Aurelio Pérez
BLANCA BÁTIZ: Cuando los hijos llegan, Panóptica Ediciones.
La escritura y la lectura en el caso de las mujeres ha sido un espacio conquistado poco a poco. Fue un privilegio al que unas cuantas pudieron tener acceso antes del siglo XIX en Latinoamérica, y todavía después, en los inicios del siglo XX, se consideraba que las mujeres no tenían necesidad de leer y escribir pues habrían de casarse y dedicarse a las labores domésticas. En consecuencia, su incursión en la literatura también ha sido un camino largo y lleno de obstáculos.
La educación que se impartía a los miembros de las familias acomodadas o pudientes de la antigüedad consistía en la enseñanza de leer y escribir “Y si las mujeres querían escribir podían hacerlo porque no era demasiado difícil conseguir los elementos adecuados: el papel, la pluma, la seda y hasta, digamos remontándonos a épocas improbables, el barro cocido”
Pero, aunque se ha sometido y otorgado rol rígido a las mujeres, en la escritura encontraron una puerta de expresión y una válvula de escape a los sistemas impuestos. La literatura es cómplice en los deseos más íntimos. Sin duda alguna a través de la literatura las mujeres son seres libres que se expresan. La poesía, la novela, la biografía, el ensayo son testimonios de ese rompimiento simbólico y la necesidad de representar la experiencia femenina a través del lenguaje. No olvidemos que es un privilegio de todo ser humano elegir con albedrío pleno su propio destino.
Si cada mujer tiene el derecho a decidir lo que quiere ser, que la Literatura siga eterna, contribuyendo a eso.
Tras estas aproximaciones preliminares, sostengo la convicción de que la literatura, en tanto discurso ideológico y radicalmente histórico, “tiene un efecto en la realidad”, como lo hace patente Blanca Bátiz, en su libro: Cuando los hijos llegan. (Panóptica Ediciones julio 2023)
ARREBOL
Creces, vas como el árbol
formando raíces,
multiplicando tu especie.
Miras el cielo
me dices colores:
blanco, azul, rosa, rojo.
Tomo una fotografía
estás de nuevo en mis brazos,
eres una pequeña,
aún me sonríes.
Vuelvo al inicio:
preclamsia post parto,
Un dolor intenso
de no poder verle
perderse 12 de sus días.
La sangre del otro,
Un amor inmenso
12 es el número para verte
Y contigo volver a nacer.
Como subraya la propia autora en el último verso, la maternidad justifica con creces la publicación de esta obra y su contribución para mirar hacia atrás y apreciar la multiplicidad social y de saberes allí contenidos. Aristóteles identifica dos formas primarias de asociación: la familia y el Estado.
Nuestra autora, la maestra Blanca Bátiz, mostrando las distintas estrategias lingüísticas de representación, que oscilan entre la oblicuidad hasta la experimentación e hipercodificación como motores de invención de nuevas formas de expresión del deseo y la subjetividad del poema proponer nuevas concepciones de la mujer como artista, dando como resultado una poética que deriva hacia la desrealización de sí misma y la exploración de los límites de lo humano; como en el poema:
SAMUEL DE JESÚS
Ése es el nombre que escogimos:
Samuel de Jesús.
Llevas en tu nombre a tu padre
Y un significado divino:
Oído por Dios.
Tus envidiados ojos
Van descubriendo todo.
Tu primer llanto, las lágrimas me arrebató,
Te calmaste, el miedo se desvaneció.
A finales de los setenta el poeta deja de ser social para volverse crítico, aunque “la verdadera evolución viene marcada por el retorno a una poesía más confesional, que subraya lo individual del poeta” (Oviedo 1996: 105). La mayor tendencia a lo narrativo, dejando atrás lo coloquial y el compromiso sociopolítico, va acompañada de una vuelta a la elaboración métrica y a un desarrollo de la visión crítica “que convierte en reiteración la ironía de la pasada década” (Oviedo 1996: 105)
Siempre es refrescante encontrarse con un libro de poesía, si es bueno, propicia nuevas lecturas y saludables ejercicios de recuperación de temas y espacios.