El cine mexicano

El cine mexicano

Alfonszo Rubio Delgado

 

Cuando hablamos del séptimo arte mexicano, necesariamente tendemos a recordar el pasado. Este, nuestro anterior aporte, saturado de producciones. Mismas, que llenaron al mundo, de todo tipo de títulos y proyecciones de alto calado. Grandes actores cinematográficos. Virtudes histriónicas únicas. Éstas convencían hasta a los más grandes críticos sobre la calidad de aquellos entes.

Por su trascendencia, habían desarrollado en todo su esplendor aquellas cualidades. Cosa que hizo adueñarse de un gran público en Iberoamérica. También en el resto del planeta. La poderosa industria mexicana, conquistó el orbe. Los géneros literarios fueron abordados con maestría y determinación, mostrando un músculo impresionante; dejando a otras respetables manifestantes en distintos lugares.

Estuvieron Pedro Infante, Jorge Negrete, María Félix, los hermanos Soler, Cantinflas, Dolores del Rio, Pedro Armendáriz, entre otros. Fueron los personajes encargados de montar aquel maravilloso portento de entretenimiento. Aunque esta situación, trajo descontentos y envidias de todo tipo. Los sutiles ataques comenzaron a mostrarse.

Entes oscuros, interesados en destruir nuestra industria, empezaron a  conspirar a la sombra. Los galardones y premios internacionales llegaban a México por aquellas hazañas. De pronto, nuestros grandes artistas empezaron a desaparecer. En un misterioso cambio de época, empezaron a disminuir. Los grandes productores también lo hicieron. Junto con guionistas técnicos y toda la grandeza que le daba soporte a aquella época gloriosa.

Todo fué cambiado. En su lugar, aparecieron producciones de bajo nivel. Vergonzantes y tímidas actividades cineastas. Curiosamente, nuestros grandes actores “desaparecían” en condiciones dudosas. Como si a aquellos envidiosos y etéreos personajes, les “molestase” el éxito ajeno. Los personajes más icónicos y emblemáticos, fueron desaparecidos. Otros exiliados. Y los que trascendieron, fueron disminuidos por la despreciable ola de ridículo en que se hizo caer al cine mexicano, en donde hasta personajes sin idea de actuación participaban en ese galimatias.

Curiosamente, los vecinos del norte capitalizaron nuestra desventura. Tuvimos que hacernos consumidores de la cultura cinematográfica gringa, pues los vestigios de nuestra gran colección, en un intento de sabotaje, fueron atacados tiempo después. Se “incendió” misteriosamente nuestra recopilación de películas. Aunque, nuestro espíritu indómito resiste a los traidores que se ocultan entre nosotros mismos. Esta barbaridad se aúna a muchas de las que, como pueblo, nos han hecho. ¡Apúntenlo!                                      ¡Saludos amig@s!