La realidad.
Alfonszo Rubio Delgado
Si nos preguntamos, ahora en fechas postreras ¿qué es la realidad?, seguramente, para generaciones veinteañeras, treintañeras o cuarentañeras, sería diferente. Para generaciones anteriores, se tomaría catastrófico. Esto, por aparecer en redes sociales una serie modificaciones, teorías, conspiraciones y demás.
No quiero importunar a aquellos cuya “autoridad” siempre mira a través del hombro. Aquí se trata, más que otra cosa, del diálogo y los acuerdos. Esto se logra casi con buena voluntad y disposición.
A la fecha de cuando yo estudiaba filosofía, se abordaban a los clásicos. A algunos se les veía como los super genios. Insuperables y adelantados a su tiempo. En fin, se trata un individuo u otro cuando tiene complejo de inferioridad. A estas alturas, los filósofos siguen ahí. Lo mismo que sus métodos.
A lo que me vengo refiriendo no es tanto a los grandes señores de la filosofía, sino a ciertas modificaciones que he observado. Esto, dentro de la realidad cotidiana.
La impresión la recibí de una teoría curiosa por decir lo menos. Se le llama “el efecto Mandela”. Dicho efecto indica como acontecimientos de dominio público. Una parte de la masa lo recuerda de una manera y otros de otra. Por ejemplo, la muerte del líder Nelson Mandela. Unos recuerdan su deceso en prisión. Otros, después de haber salido de prisión, ser presidente de Sudáfrica etc. Extendiéndose ese efecto a “toda la realidad”.
Los habitantes de Tartaria, según lo que yo estudie en secundaria, los tártaros, eran unas tribus guerreras establecidas en parte de lo que es el país de Rusia. Aunque la teoría e imágenes presente en las redes, corresponde a una civilización superior. Misma que construyó los grandes edificios antiguos de la humanidad; que aquellos medían de tres a cinco metros. Por eso edificios con grandes y enormes puertas. Sus edificios eran torres generadoras de energía y alcanzaron una gran libertad. Misma que ocasionó su destrucción. No supieron qué hacer con su libertad y perecieron.
La Antártida
Se dice que la forma en que nos han presentado a la Antártida no es el correcto. Es decir, en la parte norte, un polo y en la parte sur, otro parecido. Pues no es así. A la Antártida puede no encontrársele fin. Si el interesado sólo quiere mirar los límites, iniciará en la Argentina pero encontrará unos muros de hielo tan enormes y complicados que al parecer no tienen fin.
Nuestra realidad no es lo que parece. Ni lo que nos habían contado. Incluso, hay tratados de varios países para prohibir su exploración. ¿Curiosidad? ¿Entretenimiento? ¿Hacernos la vida cansada? Puede ser amig@s. ¡Cuídense y nos buscamos luego!
¡Saludos amig@s!