Sobre demonios y endemoniados
Alfonszo Rubio Delgado
Las capacidades perdidas.
Desde hace mucho tiempo me han surgido inquietudes. Entre ellas me han llamado la atención las capacidades mentales. En la academia, el materialismo manifiesto, es imponente. Todo tiene que ser sometido al microscopio. Todo, de forma estricta, debe ser impuesto por el método científico. Fuera de este, no hay realidad. Recuerdo al Maestro Quevedo, uno de mis instructores en la universidad. Cuando tocó el tema de la glándula pineal, señalado por Descartes en su “Discurso del Método“, tratarlo como algo “raro”. Pues la estricta vigilancia cuya tendencia debe ser inclinada hacia la materia, no debe perder vigencia. Luego, el llamado general, no debe ser trastocado. Ello con todo el rigor exigido. Luego si se trata de un caso intrascendente, no hay problema. Es decir, de un académico de escuela tercermundista. Alguien que por sus características, no hace ruido. Es totalmente tolerable. Pues existen ciertos márgenes espaciales en las leyes que, aunque no las conozcamos, tenemos que obedecer. Y más nos vale no dar palos de ciego, ni hacerle al loco. Te brincas la barda y desapareces.
Estos asuntos, como se ha dicho, están bien controlados en las universidades y centros metodocientificistas. Pero se empieza a complicar cuando surge alguien con la trascendencia, la expertise, método científico y aparte el conocimiento referente al poder de la mente.
Ejemplos del caso, en que la tolerancia reglamentaria no escrita se aplica, hay varios. Desde el caso del sacerdote Salvador Freixedo, o bien Jorge Manzano, él también sacerdote de la compañía de Jesús. A ellos les toleraron, pues sus teorías, fueron eso, nada más. Doxa, solamente. Aunque también, habría que mencionar, si me es permitido, al señor hipnotista, Taurus do Brazil. Persona que presentaba espectáculos en dónde hipnotizaba a las personas. En esas sesiones hacía cosas interesantes y a menudo inexplicables, tal vez por tratarse de ignorantes e ingenuos como un servidor. Sin poder explicar todavía, como es que, en estado de hipnosis, un individuo flotaba en el aire, sin ningún sostén. Cosa que yó observé.
Ahora bien, hasta aquí, todo puede pasar por meras opiniones curiosas. También por charlatanería, magia o bien una ilusión óptica. También como le hace el gran mago estadounidense. Él contrata a un gran número de personas. Ellos hacen como si lo realizado por ese individuo fuese verdad. Haciendo espectáculo y poniendo cara de sorpresa ante lo realizado por aquel. Luego, esas personas pasan por su respectivo pago. Esto por haberse prestado a aquel engaño. Aunque, aclaro, lo que yo observé con el hipnotista citado arriba, no fue pactado. Ni recibí pago alguno por fingir absolutamente nada. Todo esto ha sido tolerado. No ha existido ningún problema, hasta ahora.
Pero, ha habido asuntos más potentes diría yo. Individuos que han ido más allá. Quienes han demostrado, con hechos, cosas que están más allá de la razón. Personas que, con sus métodos y enseñanzas, muestran otra realidad. Misma que es complementaria de la racional. Pero que está a otro nivel. Me refiero a Jacobo Grimberg.
Esta persona, estudió psicología en la UNAM. Alguien le comentó sobre la existencia de una chamana, misma que pretendidamente, hacía curaciones milagrosas. Aquel se propuso, desenmascararla. Eso racionalmente, “no existe”. Pero su sorpresa mayor fue que sí existían dichas curaciones. Contra todo el aparato científico y tecnológico y filosófico al parecer , la chamana, operaba a sus pacientes con un cuchillo poco higiénico. De la nada sacaba órganos del cuerpo y los cambiaba por los dañados.
El científico se convenció. No sólo eso. Sus conocimientos los plasmó en sus escritos. Aparte, demostró las capacidades de la mente con niños. A través de sus enseñanzas, los infantes, tenían visión extrasensorial. Es decir que, con la vista tapada, podían describir objetos que les indicaban.
Estos hechos, provocaron la desaparición del científico. Hasta ahora, no se sabe a dónde lo trasladaron. Sus estudios parece que rompieron las reglas no escritas. Esas que debemos obedecer. Ese reglamento que nos convierte en invidentes. Ese. Nos entrega a nuestros dueños, mismos que desconocemos. Esos que hemos estado, por sus acciones oscuras, odiando hasta la saciedad. ¡Y que cuando descubramos, por todas sus tropelías, habremos de cobrarles lo que nos deben!
¡Saludos amig@s!