Calumnias y otras yerbas

Calumnias y otras yerbas

Juan M. Negrete

Es fama que uno de los nombres para su novela Pedro Páramo, antes de darle cuerpo por supuesto, Rulfo esbozó el nombre de Murmullos. A esta denominación le pasó lo mismo que al nombre del escenario que finalmente se quedó con el famoso Comala. Lo que se dice que había ideado se componía con el de Tuxcacuesco, donde su abuelo tenía una extensa propiedad. Con el paso de los años las famas se acomodan y aparecen como venimos a conocerlas.

Viene a colación esto de los murmullos, porque antes de la industrialización informativa, nuestros viejos armaban sus comunicaciones de boca en boca. La tradición oral era la que imponía sus reales y no hay que estar tan seguros de que sea hecho superado. Nuestra comunicación verbal cotidiana sigue funcionando a cada paso y en cada rincón que trillamos, aunque tenga a su lado la implacable competencia de los aparatitos móviles, las televisoras y los medios masivos. Es lo que hay y a esto hemos de atenernos.

Cuando logró finalmente AMLO que los poderes establecidos le reconocieran su triunfo electoral, en 2018, una de las frases más difundidas con su victoria y a propósito de ella fue la de: benditas redes sociales. Con ello nos quiso externar que hubo un territorio novedoso, el mencionado, en el que sus contrincantes más encarnecidos no pudieron levantar cabeza. Porque de que nos bombardearon en su contra (a los electores) en los dominios masivos tradicionales, fue un hecho contundente. Pero finalmente los números a su favor se impusieron y le llevaron a la silla presidencial tan disputada.

Todo esto lo sabemos de sobra y lo han comentado opinadores, comentócratas o no. Lo veíamos y le estuvieron sacando raja a lo largo de todo su sexenio, tanto los que le aplaudían como quienes buscaban la forma de enterrarlo en vida. Pero como así se dan casi siempre los eventos políticos, ya estamos acostumbrados a soportar tales pústulas. Hasta corre un refrán que se aplica al dedillo a esta costumbre en la política: ¡Calumnia, que algo queda!

Haberse estado refiriendo entonces a AMLO y sus cosas, en el sexenio que fungió como poder ejecutivo, no extraña a nadie. Le subieran la tinta a los comentarios o a las adulaciones mismas, es yerba inercial del fenómeno político y como que no nos extraña. Como decimos, igual les ocurre a muchos otros, por no decir que a todos. Pero cuando ese ánimo de intriga y profanación del buen nombre de la persona trasciende a los períodos usuales, ya es para detenerse un poco a reflexionar sobre ello y ver si no nos andamos orinando fuera de la olla.

Al bueno de AMLO le sigue lloviendo sobre mojado. Ya dejó hace más de un año la silla del poder presidencial, pero las tarabillas en su contra siguen viento en popa, como si siguiera ocupándola. Unos dieron en inventar que doña Claudia, la sucesora, no es más que una polichinela del mesías tropical. Es decir, todas las decisiones del poder federal se toman en Macuspana, aunque la presidenta dé la cara. Si ésta no es calumnia de baja estofa, no sé qué será.

Pero no se ha detenido la inercia destructiva en la persona de AMLO. Sus detractores sostienen, sin ocupar base argumentativa sólida, que el gobierno gringo lo tiene ya inscrito en la lista de sus más buscados y que no tardan en venir por él, por ser el capo más importante de nuestro narcoestado. Se encontraron con la especie de que Adán Augusto, su brazo derecho, enfrenta líos judiciales por haber tenido un secretarito involucrado en líos oscuros, y ya le anda al pobre de Augusto.

Ojalá ahí se detuviera todo, o que se batiera nada más en dicha batea política. Pero no. La intriga ya involucró a su hijo Andy, al que le cuelgan el sanbenito de ser un Gastón Gastalón más, como lo fueron muchos juniors del linaje priísta, tan prolífico en estos adefesios. Se fue de viaje de placer, o de lo que haya sido, a Pekín, gastó de más según quién sabe quién, y lo metieron de lleno a la batahola de las calumnias. Ni el Adán, ni el Andy se la acaban. ¡Quién les manda ser hijo uno y el otro amigo tan cercano de AMLO!

Mas donde ya resulta insufrible la infestación de las calumnias, construidas desde luego con mentiras, en contra de la figura del tan citado Peje, es cuando lanzan al ruedo a la figura de su esposa, doña Beatriz Gutiérrez Müller. Habrá que puntualizar que ella misma, desde el principio, solicitó a los medios que no la cortejaran  con el epíteto de primera dama. Es una figura retórica, que ha sido usual en todos los sexenios desde que tenemos memoria. Pero ella, con pleno derecho, solicitó que en las alusiones que la mentaran no utilizaran dicha fórmula. Hay que decir que se le cumplió el antojo.

Mas, sin esperarlo mucho, de pronto apareció un murmullo que se extendió rápidito, en el que se afirmaba que emigraría a España y que se radicaría en Madrid. Eso revivió muchas figuras y embelecos indeseables. El primero de todos fue meterse en la vida de una persona que no anduvo ni anda en los triques de la politiquería chafa que nos atosiga. Es la esposa de AMLO, pero nada más. No se nos indujo en ninguna boleta electoral o en puestos con nombramiento gratuito, como para que la volvamos figura de desprecio, cual le ocurre a muchos de los que andan en la danza de la politiquería.

Fue el periódico español ABC, el que difundió tal patraña. Y los ganosos de destruirle la imagen a AMLO, ni tardos ni perezosos, se soltaron el pelo y hablaron hasta maravillas de un hecho no ocurrido. Lo tuvo que aclarar la doña, desmintiendo tales procesos, y el mismo periódico difusor de engaños reconoció su embuste. Ahora ya circula en los medios que fue mera calumnia. Pero como que no aprendemos.