A contracorriente: Un escándalo político interminable y trastornos diversos…

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Román Munguía Huato

12 de septiembre de 2022.- La Universidad de Guadalajara es la universidad de los escándalos por las veleidades del poder, el dinero y la profunda corrupción de su cúpula burocrática, la llamada “burocracia dorada” de un cacicazgo realmente existente; pero nuestros doctos académicos investigadores no pueden o no quieren verlo, miopías a conveniencia.
Esta institución educativa no se administra como debe ser una institución pública que recibe subsidio de los gobiernos federal y estatal, subsidio con dinero proveniente de la tributación social; se maneja como si fuese una empresa privada para intereses de una cofradía burocrática beneficiada económica y políticamente.
La institución se controla como un gran feudo caciquil que maneja discrecionalmente los recursos dinerarios. Los fines educacionales, científicos y culturares se subordinan a la búsqueda del dinero y del poder. El mundo al revés.
Las prioridades del gasto universitario no corresponden a las necesidades fundamentales de la educación superior como la docencia, la investigación y la promoción cultural, sino a las empresas parauniversitarias como el Centro Cultural Universitario dentro del cual está el proyecto del Museo de Ciencias Ambientales y también teatros y auditorios como el Telmex con espectáculos de la farándula.
¿Qué entiende por cultura universitaria esta cofradía mafiosa? ¿La cultura de la alfombra roja y reflectores? Más claro no puede ser con el desparpajo cínico del “Rector” Ricardo Villanueva cuando en días recientes dijo sin tapujos que “Los proyectos culturales de la Universidad de Guadalajara sí son un negocio… insistió en que el Museo de Ciencias Ambientales se construirá con o sin la ayuda del Gobierno del Estado y que la divulgación de la cultura, como la investigación académica y la divulgación del conocimiento, son labores sustantivas que la institución no dejará de realizar, incluso con la oposición del Gobernador Enrique Alfaro… Los proyectos culturales de la Universidad de Guadalajara son un orgullo, son un negocio, sí son un negocio, el mejor negocio que ha hecho Jalisco, son negocios públicos, a diferencia de los negocios privados que se hacen en otros lados, los negocios que lastiman a Jalisco que los busquen en otros lados, los negocios de la Universidad son orgullo de Jalisco y de México.”
Pues sí, los negocios privados son un orgullo mediante dinero público con la construcción de un megadesarrollo inmobiliario de 5 mil viviendas dentro del Centro Cultural Universitario (CCU), nada prioritario para las urgentes necesidades universitarias. El proyecto habitacional de semilujo se ubica en el terreno conocido como Rancho de Los Belenes que hace 50 años recibió la Universidad, pero estaba destinado para labores de docencia: “Han construido infraestructura ‘cultural’ con fondos públicos, pero que ahora quieran hacer un desarrollo inmobiliario en un terreno público, con un centro comercial y hotel, creo que es tergiversar el concepto de la universidad; esos terrenos de Los Belenes deben utilizarse para lo que fueron donados para fines educativos”, expresó Juan José Doñán, académico de la institución y cronista. Más aún, dice Doñán: “La Universidad de Guadalajara se ha metido a hacer cosas que no son de su competencia, su ley orgánica indica que sus labores sustantivas son la educación, la investigación y la difusión de la cultura, pero hay que andarse con cuidado: que me vendan como cultura una presentación de Julión Álvarez no lo hace ningún empresario del espectáculo, la Universidad ha estirado demasiado la liga y se ha metido al show”. A su vez, el historiador Arturo Camacho, afirma que “la intención de la UdeG de construir 5 mil viviendas convierte al Centro Cultural Universitario en un complejo de viviendas con equipamiento para los espectáculos… y en la realidad hay dos UdeG: la de las grandes inversiones y grandes eventos, y la institución educativa que de manera cotidiana trabaja sin recursos, ni materiales indispensables en las aulas.” https://www.mural.com.mx/critican-que-udeg-priorice-construccion-de-5-mil-viviendas/ar2420209
Este grupo de poder se ha metido de lleno al showbusiness y a las inversiones inmobiliarias como cualquier constructora y promotora de vivienda. La UdeG es la única universidad pública en el mundo con una empresa inmobiliaria, pero sin tener ninguna orquesta sinfónica, y la mayoría del profesorado con sueldos miserables en abismal contraste con los de la elite burocrática.
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Hace años hubo una relación política de confraternidad política entre el hoy gobernador Enrique Alfaro Ramírez y el exrector Raúl Padilla López. Esta especie de amasiato político era por conveniencia, como muchos matrimonios entre la gente del poder y dinero. Pero en esta relación de franco oportunismo político sin principios ha habido encuentros y desencuentros pasionales. El pragmatismo siempre dependerá de los intereses en turno y hoy día presenciamos un fuerte conflicto entre ambas partes.
Es un gran conflicto de competencias políticas, pero también de incompetencias mayúsculas del poder; uno como responsable de una entidad sumida en la hiperviolencia social con decenas de miles de desaparecidos y otro navegando en un mar de corrupción, despilfarro de recursos económicos y decenas de miles de jóvenes estudiantes rechazados.
Detrás está un conflicto vergonzoso de intereses de poder entre las autoridades universitarias y el gobierno estatal. De pugnas por los espacios de decisión política gubernamental (judicial y legislativo). Se trata de un verdadero escándalo político por un antagonismo entre quien detenta el poder universitario desde hace más de 33 años, y el gobernador, bajo el pretexto de no otorgarse 140 millones de pesos para el dizque Centro Cultural Universitario, una más de las empresas parauniversitarias en posesión del cacique.
El deschongue entre ambos poderes es de antología, de una antología del escándalo político. Los embates más fuertes corren a cargo del cacique manipulando a diestra y siniestra académicos y estudiantes en protestas callejeras y ataques mediáticos como es la acusación de “trastorno mental” del gobernador.
El “diagnóstico de trastorno narcisista de personalidad” que hace Diego Ruiz Navarro, académico de la UdeG parece salido de El gabinete del doctor Caligari, famoso filme que trata sobre una autoridad brutal e irracional. Supongo que para definir este caso de personalidad –incluida “la misoginia, su poca tolerancia ante la frustración, su poca empatía”– hubiese sido necesario varias sesiones de diván. El supuesto análisis clínico es algo estrambótico y pareciera que, a las formas políticas autoritarias, antidemocráticas, ahora debemos percibirlas desde la sicopatología política, algo digno de estudiarse. Sin embargo, este “diagnóstico” también podría caracterizar la personalidad del cacique universitario, añadiendo algunos problemas más severos y la megalomanía. Lo cierto es que muchos investigadores cómplices nunca critican, ni se atreven a tocar con el pétalo de una rosa, a Padilla López.
En junio de 2008, un medio informativo de la UdeG daba a conocer el comentario del académico Mario Esparza –profesor e investigador del Centro de evaluación psicológica de la UdeG– sobre la megalomanía como un grave trastorno de personalidad, aunque no es tan frecuente, requiere tratamiento multidisciplinario.
“La megalomanía, afirma Esparza, es definida como un trastorno de la personalidad, caracterizado porque la persona tiene ideas de grandeza, de manera que puede mentir, manipular o exagerar algunas situaciones o a las personas, a fin de conseguir sus objetivos… Su carácter es voluble, indeciso y en ocasiones se pueden tornar agresivos, cuando no les salen bien las cosas… Ese tipo de conductas es una forma en la que ejercen dominio o creen tener poder”. También se define como una psicopatología caracterizada por fantasías delirantes de poder, relevancia, omnipotencia y por una hiperautoestima, ambición desmedida de riqueza, “gran inteligencia”, distorsiones de la realidad, etcétera. Tales rasgos sintomáticos de megalomanía se reproducen en las altas esferas del poder universitario bajo el principio de imitación al jefe supremo. Hay una patología del poder y aprendizaje de lo perverso.
https://www.udg.mx/es/noticia/la-megalomania-es-ungrave-trastorno-de-personalidad

¿Cuál es el síndrome de “simultaneidad” de muchos investigadores ciegos, sordos y mudos ante los graves problemas universitarios? ¿“El silencio (cómplice) de los inocentes”? Por supuesto, también son cómplices lacayos los directivos de los medios informativos universitarios cerrando espacios al análisis crítico de la universidad. Parece que es apremiante la asistencia psicológica en los círculos del poder político, pero lo cierto es que hay graves problemas de autoritarismo–
corporativo y corrupción en la UdeG. Urge una democratización en esta institución pública.

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