A LA VELOCIDAD DEL PENSAMIENTO: Premios Nobel

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Alfonso Enrique Islas Rodríguez

Firma autográfica de Tonegawa, premio Nobel en Medicina 1987

He tenido la fortuna de conocer de cerca y platicar con dos premios Nobel. El primero; Susumo Tonegawa, científico japonés que ganó el Premio Nobel de Fisiología o Medicina en 1987, por el descubrimiento del mecanismo genético que produce la diversidad de anticuerpos y del receptor de linfocitos T. Aunque ganó el Premio Nobel por su trabajo en inmunología, Tonegawa es biólogo molecular de profesión y de nuevo cambió de área después de su premio Nobel; ahora estudia neurociencia, examinando la base molecular, celular y neuronal de la formación de la memoria y su recuperación.

Pero resulta que el anuncio de su galardón fue hecho durante un curso de Inmunología realizado precisamente en 1987 en el club deportivo Bosque de “La Primavera” de la Universidad de Guadalajara. El Doctor Tonegawa tenía 48 años. Se veía muy chavo, vestía informal, de jeans y tenis, me tocó ir por él al aeropuerto y lo recibí junto a una pléyade de científicos que los doctores Librado Ortíz y Sergio Zambrano Villa habían invitado a este evento de rango mundial y por cierto no muy apreciado por los académicos de entonces.

Después de llegar al hotel “La Primavera”, se dio el anuncio en los medios, y al saberse que el galardonado se encontraba en México, y más precisamente en la Universidad de Guadalajara, medios prensa, radio y televisión se dejaron ir. De pronto tuvimos que filtrarlos para que el doctor Tonegawa ofreciera una conferencia de prensa y para que diera a conocer los motivos por los que su investigación era considerada merecedora de un premio Nobel de fisiología o medicina. Todo un acontecimiento esa rueda de prensa, sin duda alguna, en donde participó el periodista Felipe Cobián.

El curso mencionado tenía el nombre de “Molecular Strategies in Immunology”, fue como dije, organizado precisamente por la entonces Facultad de Medicina, pues en ese tiempo no existía la Red Universitaria ni los centros universitarios. Su director era el médico Sergio Zambrano Villa, hermano del exrector, Enrique Zambrano.

Usando sus buenas influencias de su amigo el Doctor Librado Ortíz Ortíz miembro de la élite científica nacional del Instituto de Investigaciones Biomédicas de la UNAM, juntos organizaron el evento académico, involucrando a la Internacional Union of Immunology Societies, que fue la que puso a la disposición la pléyade de científicos donde se encontraba el que sería premio Nobel de 1987.

Lo peculiar de este hecho es que esa constelación de figuras del mundo científico, -más de diez, constituyó algo extraordinario para la década de los 80, en el ámbito académico local, pero no fue muy apreciado como dije antes por los miembros de la entonces facultad, que por cuestiones políticas no apoyaban al director. A pesar de ello se conformó un equipo organizador con los más jóvenes miembros del sector académico del referido plantel y por fortuna yo pude colaborar con ellos. El curso se llevó a cabo con mucha fluidez y relumbre nacional e internacional con el nombramiento de Tonegawa como premio Nobel, quien lo tomó de manera discreta y su sencillez y eso me llevó a admirarlo aún más. Yo aún conservo su firma autográfica con mucha estimación.

 

Firma autográfica de Tonegawa, premio Nobel en Medicina 1987

Otra experiencia de conocer de cerca a un premio Nobel en la Universidad de Guadalajara, -en realidad una premio Nobel, se dió en 2013 cuando la Feria Internacional del Libro invitó en su sección científica a la doctora israelí Ada Yonath (Jerusalén; 22 de junio de 1939). Una cristalógrafa reconocida por sus trabajos pioneros en la estructura de los ribosomas y directora del Centro de Estructura Biomolecular Helen y Milton A. Kimmelman del Instituto Weizmann. Ella fue galardonada con el Premio Nobel de Química en el año 2009, así que teníamos, años después de cerca, a otra científica de nivel mundial.

La Doctora Yonath fue invitada a dar una conferencia magistral en el Paraninfo de nuestra Universidad, a la que la Radio Universidad de Guadalajara, -más específicamente, en la persona de Gabriela Bautista, me invitaron hacer la crónica en vivo de su importante plática sobre el desarrollo de nuevos antibióticos, debido a la resistencia conocida de microbios como por ejemplo, el estafilococo dorado meticilina resistente que se ha colado hasta los quirófanos más limpios, provocando infecciones muy difíciles de eliminar. La charla fue espléndida, arrancando la admiración del público académico y en general asistente.

Me quedé desde luego, con las ganas de platicar en corto con ella, ya que mi campo de investigación es el de los antibióticos naturales, como alternativa a los farmacéuticos. Esa dorada oportunidad la tuve al día siguiente, en las instalaciones de la Expo-Guadalajara, donde ahora la Doctora Yonath ofreció otra charla menos formal.

Después de ello, curiosamente se sentó, justo al lado de donde me encontraba. Busque la ocasión de saludarla y preguntarle respetuosamente, su opinión de los antibióticos naturales presentes en todos los seres vivos, incluida plantas y animales. Como el tema no es el favorito de la industria farmacéutica, ella se alineó y reveló, cuando me contestó de manera no muy amable por cierto, que ella “No sabía nada de los péptidos naturales antimicrobianos, y que no quería saber nada de ellos”. Con la cola entre las patas, le dije excuse me Lady y como pude me escurrí apenado por su actitud, valorando posteriormente mi experiencia como muy interesante, porque había descubierto el juego que algunos científicos hacen al establishment.

Al paso del tiempo agradezco a la vida esa oportunidad de poder conversar con dos galardonados al premio Nobel y me pregunto: ¿Qué valor podría tener para alguna otra persona el atesorar una firma de una mente brillante como la que yo resguardo como uno de los tesoros más preciados de mi existencia?

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