Desde su refundación, allá por 1925, la noble y más que bicentenaria Universidad de Guadalajara ha sido
expoliada por tres cacicazgos: el de los Zuno, el de los Ramírez Ladewig y el de Raúl Padilla López, con más de 31 años en la cúspide, que le ha generado a su patrimonio particular incontables millones de pesos.
Desde hace más de tres décadas, él palomea consejeros universitarios y, obviamente, decide quién es
rector y quiénes mandos medios; hasta decide, directamente o a través de sus incondicionales, quiénes son maestros de tiempo completo y quiénes de asignatura.
Raúl premia o castiga. Él el
Licenciado, como le llaman los suyos— es el todo en la UdeG.
Desde remotos años se ha acusado a la UdeG de ser “un barril sin fondo” porque ningún presupuesto le alcanza, ya que buena parte del mismo se ha desviado a menesteres extrauniversitarios que van desde partidos políticos y sus campañas, hasta a organizaciones estudiantiles: primero fue hacia la defenestrada
FEG, de la que Padilla López fue presidente y luego hacia la FEU, su criatura.
Ahora, no obstante que no se han dejado de dar tales patrocinios, el destino de multimillonarios recursos, no son solamente para entes propiamente universitarios, académicos, científicos como tales, sino para cumplir caprichos de quien manda en la máxima casa de estudios de Jalisco.
Raúl Padilla es presidente ejecutivo, y vitalicio, del consejo de administración del Corporativo de Empresas Universitarias, con una partida anual para gastos, de más de 575 millones de pesos, independiente de fondos externos adicionales que aporta regularmente el gobierno estatal que suman, sólo para este año, más de 700 millones.
Además, por decisión de Padilla, se estableció que los ingresos y utilidades que se obtengan del corporativo empresarial, se reinvertirán en las mismas, aunque originalmente, el pretexto de Raúl para su creación fue que las ganancias se convertirían en una fuente alterna de financiamiento para la propia UdeG con fines eminentemente educativos y de investigación.
Todo ese sistema de negocios del citado corporativo, conformado por más de 14 entidades, van desde desarrollos inmobiliarios hasta gasolineras pasando por un centro de enseñanza de idiomas, manejo de hoteles, teatros y al menos una constructora —Uniterra, sancionada por la Secretaría de la Función
Pública en 2017 por irregularidades en la construcción de una clínica del Seguro Social en Cabo San Lucas, en Baja California Sur— hasta bares.
En este trust o conglomerado empresarial (lo de universitario es la trampa, quizás para evadir ciertas
cargas fiscales, como en su momento lo hizo, o lo hace la UAG), resaltan la Feria Internacional del Libro (FIL) y en particular el Centro Cultural Universitario (CCU) que, a su vez, maneja el Auditorio Telmex, con precios prohibitivos para el común denominador del estudiantado; el conjunto Santander de Artes Escénicas, el centro de diversión Calle 2, entre otros en donde, el foco principal de sus operaciones son los
negocios que se manejan más entra claroscuros que en la transparencia.
Todo lo antes mencionado antes viene a cuento debido a la inconformidad que causó al interior de la UdeG —entiéndase en el Licenciado— el recorte de 140 millones de pesos al presupuesto de la institución educativa que se destinaría al Centro Cultural Universitario, para la construcción del Museo de Ciencias Ambientales.
El gobernador Enrique Alfaro Ramírez pintó su raya y expresó no ser el causante de tal recorte al
presupuesto para destinarlo a la construcción del Hospital Civil del Oriente que, aunque lo operará el
Centro Universitario de Tonalá, no es del interés directo de Padilla López.
Señaló que fue decisión del Congreso del Estado y acusó que detrás de lo aparentemente reclamado por la UdeG, “hay intereses personalísimos”, en referencia indirecta a Padilla López a quien no citó por su nombre.
No obstante, si nos atenemos a la expresión de Alfaro, cabe interpretar que atrás está el respaldo del presidente Andrés Manuel López Obrador, con quien a últimas fechas ha limado algunas asperezas tras una serie de desencuentros y reencuentros, el último, apenas la semana pasada cuando aquel estuvo en en Palacio Nacional.
Y fue precisamente al día siguiente de esa visita que el primer mandatario del país, citó con desagrado por tercera ocasión al cacique, cuando espetó en la mañanera: “Ya están preparando el regreso a clases en Jalisco, pero el señor que manda en la Universidad de
Guadalajara ya dijo que ellos no, que no es el rector, eh, es el señor Padilla”.
No obstante el gobernador, al responder aquí a una pregunta, solicitó que a los reporteros a no ahondar en el debate, pero casi igual que lo hizo AMLO, expresó que el rechazo, en este caso a la reasignación del presupuesto, no fue cosa del Consejo de Rectores Universitarios.
“Yo sé cómo se manejan las cosas,desafortunadamente, y confío en que la Universidad de Guadalajara estará por encima, insisto, de las visiones personales de quien ni siquiera, ni sí quiera, da la cara”, dijo Enrique Alfaro en referencia, más que obvia, al cacique universitario más antiguo del país que extiende su poder mucho más allá de las cuestiones udegeistas.
Aseveró también que ahora lo más importante es la salud y que urge construir ese hospital “en medio de una pandemia, urge priorizar el gasto en salud. Y si hay alguien que quiera estirar las cosas, que quiera llevarlas hacia otro nivel, que quiera mandarnos sus plumas, sus micrófonos, sus emisoras a atacarnos, pues yo le sugeriría que lo piense dos veces. No nos enganchemos en pleitos y agendas personalísimas”.
Más clara su referencia al todopoderoso Raúl Padilla López, ni el agua.
Sin embargo, la pregunta ahora es: ¿cuánto tiempo en verdad durará este distanciamiento o hasta
enfrentamiento con Padilla López, si han mantenido una serie de pleitos que luego los intereses políticos, nunca claros y menos preclaros, los vuelven a unir?
Como proveedores de los recursos con que opera en su totalidad la Universidad de Guadalajara y que este
año suma un presupuesto de más de alrededor de 12 mil millones de pesos a partes casi iguales estado y Federación,
aparte de las ampliaciones o aportaciones extraordinarias que le de dan, está en las manos del propio
Alfaro Ramírez y de López Obrador, decidir el futuro de este cacicazgo de una vez por todas.
Tanto el gobierno estatal como el federal tienen los instrumentos, y la autoridad.. ¿Por qué no auditar a la UdeG? ¿Le tienen miedo a un cacique? ¿Le tienen miedo a la “autonomía”? La autonomía está en la libre cátedra, no en el presupuesto que se brinda. El dinero de todos, del tan traído y llevado pueblo.
Si Alfaro, en realidad no actúa en consecuencia y la 4T no hace su parte a través de auditorías a fondo y
acción de la Función Pública, Jalisco no creerá en el uno ni en la otra.
Hay que cortarle más que la melena a ese león (Qucho, dixit). Hay que descabezarlo.
Acusa Alfaro agenda personal en disputa presupuestaria con la UdeG