Alfaro, mandatario de 4 puntos que sueña con ser presidente

Alberto Osorio

27 de junio de 2022.- El gobernador Enrique Alfaro Ramírez es un mandatario reprobado en su gestión, según la más reciente encuesta del mes de mayo, de la empresa Consulta Mitoffsky. En ella se destaca que, sólo cuatro de cada 10 ciudadanos aprueban la administración alfarista, o dicho al revés, en números redondos, seis de cada diez la reprueban.

A pesar de ese escenario negativo, Enrique sueña que Jalisco es “Alfarolandia” y nadie dentro de su equipo se atreve a decirle que el señor está preso del efecto Chimoltrufia, “así como dice una cosa, dice la otra”, tal como lo dejó de manifiesto en la última convención de MC, donde dijo:

“Asumir la responsabilidad que me toque, más allá de qué quiero o qué no quiero hacer, yo estoy listo para hacer, lo que tengo que hacer”, así habló Alfaro en la convención pasada.

Sus aspiraciones a la presidencia de México son más que evidentes, aunque siempre en su discurso disfraza sus anhelos y tarde se le hace para la llegada del momento en que se inicie la fase álgida de los destapes -de cara al 2024- para sacar a relucir su sueño de aparecer registrado en la boleta electoral para los comicios federales de ese año.

En la propia comparativa del Alfaro de mayo de 2022, cuando más del 58 por ciento de los encuestados reprueba su administración, hubo momentos de Enrique ocupaba el lugar número ocho de los mandatarios mejor posicionados, tal como ocurrió en el periodo de febrero a junio de 2020, en plena crisis por la pandemia. El mandatario ahora luce cada vez más aislado de la sociedad y con frentes de guerra, que lejos de beneficiarle le desgastan, como es el pleito casado con la Universidad de Guadalajara.

También su afán por presumir sus cifras de supuestas bajas en los índices de inseguridad, que lejos de abonarle, “hartan” a las víctimas del delito.

Jalisco es hoy una entidad en donde amplias zonas del estado son controladas por el crimen organizado y por todos lados se conoce como es que las autoridades municipales tienen que resignarse a entender quién gobierna en la plaza.

Inocultable resulta el descuido gubernamental y las evidentes fallas en el diseño y aplicación de las políticas públicas en materia de seguridad. El desarrollo de las bandas criminales en amplias zonas de la entidad termina por convertirse en un poder real al que se ven sometidos alcaldes de todos los partidos y ellos saben que, si quieren evitarse problemas, deben obedecer a quienes controlan la plaza.

En la reciente convención nacional del Partido Movimiento Ciudadano, ocurrida el pasado fin de semana en la ExpoGuadalajara, por enésima ocasión Alfaro coqueteo con la idea de convertirse en el candidato de ese partido.

Argumentó que él sabrá acomodarse. Y poco le falta para erguirse como un mártir o un santo de la democracia y de los caprichos y tentaciones de sus seguidores por tener como líder político y jefe de una administración presidencial, a un hombre del perfil rudo como Alfaro:

“En lo personal, y sé que así lo haremos todos, estoy listo para jugar el papel que me toque jugar, y para asumir la responsabilidad que me toque, más allá de qué quiero o qué no quiero hacer, yo estoy listo para hacer, lo que tengo que hacer, así de claro”.

En realidad, ese político vive una permanente riña con los trabajadores de los medios de comunicación, con activistas sociales y defensores de derechos humanos. Su discurso es tan poco claro que no se atreve a reconocer que en verdad su objetivo es buscar la silla presidencial a pesar de que sus deficientes resultados.

Quizás uno de los grandes “logros”, no manifestados por el mandatario jalisciense, tiene que ver con el control férreo que ejerce hacia las empresas de medios de comunicación, a través de la chequera del gobierno de Jalisco a pesar del pleito abierto con los reporteros que no creen en una versión felizóloga y propagandística de sus boletines y menos de sus videos y post que “hartan” en redes. Alguien tendría que advertirles a sus empresarios de redes, que le puede resultar contraproducente la exageración.

La versión digital y distribuida por redes sociales en internet sobre sus logros, truena en cuanto se comparan sus dichos con la realidad y con las encuestas.

Enrique considera que todo mundo vive convencido de que su gobierno ha hecho la gran transformación de la entidad y que Jalisco salió del atraso en que quedo la entidad por la corrupción de gobierno priistas y panistas. Sueña con el cuento de que Jalisco ya se transformó en Alfarolandia y que esa falsa ilusión, le ofrece la fortaleza necesaria para llegar a la presidencia, pero sin tomar en cuenta de que en verdad hay molestia contra su gestión a pesar de que la oposición esta desarticulada.

A pesar de todo ello Alfaro lanza las campanas al vuelo y se presume como un político de grandes logros al que los electores pueden buscar para que les haga el favor de ocupar la presidencia, en un gesto de arrogancia y desconexión con la realidad.

Tal como diría el maestro Julio Scherer García, el fundador de la revista Proceso, sus palabras (de Alfaro), son una perla negra en el mar de la demagogia que vale la pena visualizar desde ahora:

“Sea cual sea el futuro de nuestro movimiento (Ciudadano), sea cual el papel que a mí me toque jugar, mi carta de presentación para lo que venga, serán los resultados del gobierno, no las placeadas que me dé por el país”.