Alza camionera, atraco al bolsillo

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Filosofando

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El brete de la dizque ‘refundación’ de Jalisco, bandera demagógica tremolada por Enrique Alfaro para su gestión de gobernador, más bien parece barullo o borlote. Iban sus galimatías en picada, refiriéndonos por supuesto a la aceptación ciudadana de sus actos. Pero esto del aumento de las tarifas en los costos del transporte vendrá a desplomar su popularidad en definitiva. Es un asalto inverecundo al bolsillo popular y, por fuerza, habrá de revertírsele en cosa de atracción política.

No inició la disfuncionalidad operativa del actual gobierno con esta medida. La primera bofetada, que debió ser una llamada de atención colectiva, fue haber endeudado al estado con un crédito por 5, 250 millones de pesos. ¿Para qué van a ser destinados estos dineros? Está claro que los que se pongan a esculcar el destino de esta partida toparán en valladares de difícil salto. Los que aprobaron dicha transacción fueron los diputados del congreso local. Tal establecimiento es una casa embrujada. Debiendo ser una caja de cristal, en donde se transparentara todo manejo dado que se trata del dinero público, es una gruta especiosa, tenebrosa, donde hasta el más perspicaz sale embrollado. Es un laberinto puro y duro. Como el equipo de Alfaro tiene mayoría en él, la complicidad de tales tinieblas le viene como anillo al dedo. ¿Alguien nos podría ilustrar entonces sobre el empleo que se hará a tal dinero?

En cosa de manejos turbios, se despeñó luego lo de la ya famosa licitación de maquinaria pesada para meterla a trabajar en las obras estatales. El proceso de licitación pública llevó el nombre de ‘Servicios de arrendamiento puro de maquinaria pesada, equipo y accesorios para la Sader’. Se publicó el día 28 de enero y su fallo se dio a conocer el 12 de febrero. Las empresas que se registraron a concurso fueron cuatro: la operadora de servicios Mega, SA de CV; Avancap, SA de CV; Mañarina, SAPI de CV; y Promotora Diesel, SA de CV. Las últimas dos no entregaron documentación completa, con lo que el concurso se dio sólo entre las dos primeras.

La adjudicación del arrendamiento fue para la empresa Mega, por el monto de 3, 634 millones de pesos. Es otra suma casi tan bonita como la del empréstito que hizo la bancada diputaril. El dinero es muy bonito, decimos todos. Pero cuando es de otros y cae ‘gratuito’ al bolsillo propio, ha de ser más bonito todavía. Si tal crédito va a ser pagado por los contribuyentes, aunque nunca sepan para qué fue destinado; y si del dinero del arrendamiento de maquinaria no se dan cuentas claras, o se dan márgenes muy amplios de ganancia para quienes lo trafican; la fórmula viene siendo la misma: la del dinero dado, o escabullido, que termina en lo mismo.

El dueño de la tal empresa ganadora, la Mega, es Guillermo Romo, de la familia tequilera Romo de la Peña. Como bien lo reportó, justo al arranque de esta hostilidad, el colega Julio César Hernández (El Diario NTR, 26/III/2019), el resolutivo 02/2019, en donde aparece designado el ganador, no fue firmado por el presidente del comité de adquisiciones, Esteban Petersen Cortés, como debió haber sido. El firmante es Luis Arturo López Sahagún, quien es suplente del primero. Ya iba oliendo mal el asunto, desde el principio. Como le dijo don Quijote a Sancho, una vez que éste se defecó de miedo en la ropa: ‘Hueles, Sancho, y no a ámbar’.

Afirma el colega Julio en dicha investigación que el tal Arturo López era el tesorero del partido MC, ahora en el gobierno. Que en 2016 un vehículo detenido por la policía federal en Ciudad Guzmán, en el que se trasladaban catorce cajas con cien mil boletas apócrifas para la elección extraordinaria en Colima, cruzadas a favor del PAN, estaba registrado a su nombre. Y, al parecer, no tenía reporte de robo. O sea, que sí era suyo. ¿Lo prestó, sorprendieron su buena fe y usaron su vehículo para difuminar lo que iba a ser una trampotota electoral? No se aclaró aquella partida, como sigue sin aclararse lo del dinero que ya va pitando ‘a toda máquina’ por todo el estado de Jalisco.

Por si no fueran suficientes las tretas derivadas de la propia inventiva del equipo de gobierno en turno, ahora nos enteramos que avalan el remate de la presa El Zapotillo. Entre sus promesas de campaña Alfaro dijo que apoyaría la moción de que la altura de la cortina se quedara en los 80 metros que ya tiene. No autorizaría que fuera elevada a los 105. De trepar el tope hasta esta altura, quedarían inundadas las bellas construcciones del poblado de Temacapulín. Es uno de los trasfondos de litigio con esta obra. Ya se sabe que tal excedente de agua tendría como destinataria a la ciudad de León, Guanajuato. El asunto es viejo. Le tronó a Emilio, el monaguillo, y exhibió también a Aristóteles. Ambos, como buenos jalisquillos, se rajaron de sus promesas, cuando fueron candidatos al gobierno. Ya en la silla, burlaron su palabra. Toca el turno de exhibición ahora a Alfaro. También prometió no permitir que se construyera al tope máximo. Las últimas noticias dicen que se está rajando, igual que sus antecesores. ¿Qué cosa les da la silla, que tan fácil vuelven letra muerta sus compromisos expresos?

La carta de escándalo más reciente es la autorización a que el precio del transporte suba por boleto de 7 a 9.50. La medida está desatando una reacción airada en la población, porque es atraco abierto al bolsillo Es tan reciente el atropello que no se sabe cómo evolucionará. Le daremos seguimiento puntal.

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