Alzarse en casa y tener confianza

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“Tío ─le dijo al abogado─, quiero que me busque a un notario de su confianza para que haga mi testamento porque presiento que moriré pronto”.       covid-19

Ella está completamente sana, pero se encuentra en la primera línea de fuego, sin armas ni escudos, y lo que menos quiere es dejar a sus dos hijos en el desamparo.

Su profesión es, hoy por hoy, una de las más riesgosas aquí y en el mundo; no es cobarde y está, como siempre, presta a servir hasta dar su vida.

Es enfermera ─llamémosle Martha, pues no estoy autorizado a revelar su nombre ni apellido─  y trabaja en uno de los hospitales públicos más grandes e importantes del occidente mexicano ─el sistema de hospitales civiles de Guadalajara─ y teme, como otras de sus compañeras y compañeros, médicos y paramédicos, contagiarse del nuevo coronavirus (Covid -19) y perder la vida más pronto que tarde.

“Es que no tenemos el equipo indispensable, ni mascarillas de alta calidad (tipo N-95 que protegen hasta el 99.9 por ciento) ni suficientes guantes ni ropa especial para estos casos y el Civil recibirá buen número de enfermos y no estamos preparados ni conocemos los protocolos”, ha expresado.

Pero eso no es todo. Con el fin de atender a contagiados ─tal vez preparándose para la siguiente etapa del Covid-19 que es inminente─, Salud ha convocado a practicantes de enfermería. Les han dicho que compren sus mascarillas N95, pero no hay en el mercado. “Usen las normales, no hay problema”, les respondieron.

Eso sí, nos repitieron hasta el cansancio una y otra vez las más altas autoridades: “Estamos preparados para hacer frente al coronavirus”. Confiamos en que había suficientes insumos como mascarillas microfiltrantes de la más alta calidad; lentes o googles y trajes especiales, y no se diga camas hospitalarias.

No obstante, nos vamos dando cuenta que no hay tal. De acuerdo con Index-Mundi, México apenas tiene 1.5 camas por cada mil habitantes (la media internacional oscila entre 2.8 y 3) encontrándose en el lugar 125 de los 178 países censados.

En tanto, la hora de la verdad se acerca y hasta hace muy poco seguían los titubeos del Consejo General de la Salud.

Ejemplo: no había terminado aún la semana pasada ─del lunes 23 al sábado 28 de marzo─ cuando el subsecretario, Hugo López Gatell, dio un acelerón, y hasta un vuelco, seguramente urgido por las circunstancias que antes no había querido ver o escuchar, incluso, ni las advertencias, y aun clamores, de la Organización Mundial de la Salud (OMS) de tomar medidas de fase dos contra el Covid-19.

Apenas la tarde del pasado lunes 23 de marzo, le escuchamos decir en conferencia de prensa que la declaratoria de la fase siguiente del Covid-19 no se hacía de un día para otro.

Cuando los periodistas le insistieron que, de hecho, y conforme con el criterio de la OMS, ya estábamos en la fase 2 de la pandemia por los cinco contagios comunitarios, que había a esa fecha, López-Gatell repuso, orondo, lo que había dicho poco antes en su exposición, desafiando a la institución mundial que vela por la salud pública al decir que “es un proceso gradual, no ocurre de un momento a otro, de un día para otro, lo puede uno decir, pero en realidad es una situación arbitraria, poco realista”.

No habían transcurrido ni doce horas todavía y en la mañanera del martes 24 se contradijo y oficializó la transición de la fase.

Para entonces, tibiamente había arrancado días antes apenas la campaña de distanciamiento social que luego llamarían Susana Distancia, pero sin despliegue publicitario en medios masivos, sólo en los oficiales. A media semana, aproximadamente, se empezaron a escuchar y ver en radio y televisión comerciales.

Finalmente, el sábado 28, en la vespertina conferencia de la Secretaría de Salud, López Gatell dio un vuelco al hacer un reiterativo y dramático llamado a la población de todo el país a quedarse en casa porque se trata de la última oportunidad para evitar que la pandemia siga expandiéndose de manera acelerada, porque entonces serán insuficientes los hospitales y habrá muertes.

“Esto es impostergable, es la última oportunidad de hacerlo y hacerlo ya, y esto requiere que de manera masiva nos restrinjamos y nos quedemos en casa Por eso les digo a cada uno de los miembros de esta república: quédate en casa, quédate en casa, quédate en casa, porque si lo haces tú y lo hacemos todo, es la única manera de reducir la transmisión de este virus… La única manera de reducir hoy la transmisión, es quedándonos en nuestras casas de forma masiva y durante un período de un mes. Y esto es impostergable, es nuestra última oportunidad de hacerlo y hacerlo ya, y requiere que de manera masiva nos restrinjamos y nos quedemos en casa”.

Sin embargo, ¿será posible que la gente se quede en su casa si el mismo presidente no pone el ejemplo y anda del tingo al tango sin que sea indispensable su deambular y menos su presencia física, y mucho menos saludar de mano como lo hizo el domingo con la mamá del Chapo, casualmente el día en que su liberado nieto, Ovidio Guzmán, cumplía 22 años?

Y es que la convicción de AMLO es que “en la política no hay vacíos de poder”, porque luego lo llenarían los conservadores, ha dicho.

El subsecretario López-Gatell pide que todo se haga voluntariamente y, a pregunta expresa, descartó el uso dela fuerza pública, aunque advirtió que en casos así, la ley lo permite, pero no se quiere llegar a esa situación.

El mismo presidente dijo la mañana de este lunes que no habrá suspensión de garantías ni estado de sitio.

Ante ello y el propio activismo presidencial, no faltará entonces en este país quien se salte las trancas y lo hemos estado viendo a diario en estos días de confinamiento voluntarios, que un alto porcentaje de personas desafían flagrante y temerariamente al coronavirus.

¿Habrá lección que pueda el pueblo, y podamos todos aprender si no hay quién encabece el aprendizaje porque teme perder popularidad y se deja llevar por el supuesto de que puede perder lo que el pueblo mismo le confirió?

¿Por qué tanta inseguridad? Creo que se parte de un sofisma.

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Eventualmente, la pandemia concluirá y…

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