- La antigua casona de Xicoténcatl, sede altera del Senado
- Las protestas se quedaron en el aire húmedo de la Ciudad
También “se tocó” el sacrosanto palacio de la injusticia, vulgarmente conocido como la Suprema Corte de Justicia de la Nación, en cuyo recinto, hasta ahora reina (Yo más bien aseguraría que reinaba, pero con un séquito muy disminuido) una mujer llamada Norma Lucía Piña Hernández, quien ostenta el título, casi nobiliario de ministra, o lo que es más exacto, el grado de bruja de la libertad de narcotraficantes, de usureros, de factureros, de evasores y elusores, de sus obligaciones fiscales con la nación, porque son de su preferencia, y aún está rodeada de sus cortesanas, aunque tres le dieron la espalda, pues no la sienten sincera sino defensora de la corrupción y la impunidad.
La abandonaron las ministras Lenia Batres Guadarrama, Yasmín Esquivel Mossa y Loretta Ortiz Ahlf, quienes, de paso, expusieron que procede la destitución mediante juicio político, así como la inhabilitación para desempeñar cualquier otra función en el servicio público, para los ministros y otros funcionarios del Poder Judicial, que se han declarado en paro (ilegal), en rebeldía total, como medida de presión contra la reforma constitucional, iniciada por el presidente López Obrador, que busca acabar con la corrupción, la impunidad, la simulación y el cinismo en ese tercer poder del Estado.
Pero los diputados de la izquierda se adelantaron, leyeron, discutieron, analizaron y proclamaron el dictamen que sería, finalmente, aprobado por las mayorías morenistas de la Cámara de Diputados, a pesar de las manifestaciones prestatarias de grupúsculos integrados por presuntos estudiantes de Derecho, que son como brazo violento de los ministros, magistrados y jueces del conservadurismo. Al final del día, los diputados morenistas tuvieron que sesionar en un centro deportivo y lograron aprobar el dictamen, que ya fue enviado a la llamada colegisladora, el Senado, donde se espera que sea aprobado en alguna de las sesiones plenarias de la segunda semana de septiembre.
Si el dictamen es aprobado por los senadores, la reforma al poder judicial arrancará inmediatamente, aunque, como están las relaciones entre los poderes de la Unión, es de esperarse que las manifestaciones de desacuerdo del poder judicial se agudicen y entonces sería el caos.
Pero ya todo estará dicho, Con una reforma constitucional aprobada por el poder legislativo y sancionada por el poder ejecutivo, al poder judicial sólo le queda acatar y reestructurarse como lo manda la Constitución Política de los Estados Mexicanos. Así, quedarían sin poder los integrantes del grupo facineroso de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, o sea ocho de los once ministros y ministras del poder judicial que tendrían que empezar por enfrentar el proceso de elección popular de ministros, magistrados, jueces y todo el personal de la jerarquía judicial. Está ya listo. El arroz ya está cocido. Fue freído en una de esas freidoras electrónicas que están de moda en la cocina de la doctora Ivonne. Y las manifestaciones contra las “ocurrencias” del ya casi ex presidente de México se quedarán al margen de la historia, que será parte del “segundo piso de la Cuarta Transformación de la vida pública de México”.
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