- La economía nacional va muy bien; no puede causar ninguna crisis
- Es la inquina de los periodistas reaccionarios la que crea fantasmas
La fortaleza que ha venido mostrando la economía nacional, la enfrenada carrera inflacionaria, el sereno comportamiento del costo del dinero para financiar los procesos de producción de bienes y servicios, la política laboral que prácticamente ha llegado al pleno empleo, el incremento del salario mínimo, que no fue inflacionario como lo afirmaban los economicistas del viejo régimen, y el resto de las variables económicas no son factores que propicien una crisis financiera en la Bolsa Mexicana de Valores y en el mercado cambiario, lo que ha derivado en la depreciación de la moneda nacional, poco después de anunciado el triunfo electoral de Claudia Sheinbaum Pardo. Son los analistas conservadores, que no aceptan su fracaso y el del sector conservador, ante los signos de la historia electoral de
México, en la cual ya no tiene cabida la reacción, las corrientes derechistas que gobernaron a través del PRI y del PAN, en esa etapa desoladora del llamado neoliberalismo económico, que la verdad es capitalismo salvaje que no se tienta el corazón ante la depauperación de los trabajadores en beneficio de las clases dominantes. Los mexicanos descubrieron que durante treintaytantos años (a partir del sexenio de Miguel de la Madrid, que reprivatizó el sistema bancario y fue el padre tutor de Carlos Salinas de Gortari, su colaborador en la
Secretaría de Programación y Presupuesto, que conoció muy bien quien escribe esta columna.
Buen pretexto encontraron los enanos del tapanco para intentar desbarrancar la economía, creyendo que sus principales variables eran de barro, fáciles de derrumbar. Pero no contaron con que los números de la economía eran y son reales, y están sustentados en una política económica realista, que se casa con variables sustentadas en los hechos, por lo que fracasaron en sus intentos de desestabilización económica. La economía nacional y todas sus variables son refractarias a cualquier intento de desestabilización.
El llamado Plan C también frena cualquier intento de derruir la economía nacional. Nada tiene que ver la reforma al poder judicial con comportamiento de la economía, del comportamiento del capital y del trabajo, principales factores del proceso de producción nacional. Los mercados, eminentemente financieros, sólo tendrán que ver con el tercer poder de la república, el Poder Judicial, en la medida en que los agentes económicos no respeten las reglas del juego y algún ministro tome un lugar de benefactor de quienes violan la ley, como ha ocurrido en muchos momentos de la historia. El Poder Judicial moderno es posible que haya nacido corrompido porque, por sus actos, puede concebirse que es un poder al servicio de las clases dominantes, de quienes desde las alturas se niegan a cumplir con sus millonarias obligaciones con el Fisco, o no cumplan con las leyes que defienden la fuerza de trabajo que, en palabras del día, son los empleados y trabajadores. Así que es mejor que los enanos del tapanco acepten su derrota en las elecciones del 2 de junio y dejen de proclamar la inmolación de México y los mexicanos, en una hoguera sin fuerza.
La presidente electa Claudia Sheinbaum Pardo pidió a los mexicanos, concretamente a los inversionistas en los mercados de riesgo, así como a los amos de la especulación financiera a no preocuparse por la reforma al poder judicial. Ésta, digo yo, no es una variable económica ni financiera que, per se, afecte positiva o negativamente a los mercados. Ya sabemos que, entre los grandes capitalistas, hay algunos que no les gusta pagar sus multimillonarios impuestos, como hemos visto allá cerca del Ajusco, en los últimos tiempos…
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