Antonio Gloria Morales, ¿chivo expiatorio?

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 Morales (al centro) en su época al mando de la SEJ.

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Criterios

 

Sin descartar totalmente a Antonio Gloria Morales de una posible implicación, así sea por silencio u omisión, pues fue parte de una de las administraciones estatales más corruptas que se recuerden –la de Emilio González Márquez–, tengo la impresión que puede tratarse de un chivo expiatorio, no sé si para distraer la atención o para –si es que el caso se investiga a fondo– ir más tarde contra quienes en verdad fueron parte de la podredumbre en el sexenio 2007-2013.

Ciertamente el extitular de Políticas Públicas de González Márquez, y quien fue presidente del PAN en Jalisco, aprehendido el pasado martes 6 del corriente mes por presunto peculado por 1.5 millones de dólares en perjuicio del Instituto de Fomento al Comercio Exterior (Jaltrade), podría no ser responsable en dicho delito, sencillamente porque él no formó parte del consejo y, como tal, no tenía voto, a lo sumo voz, en lo que ahí se discutiera o se aprobara.

Parece más bien, a menos que se presenten luego los cargos de manera clara y contundente, que tras su reciente viaje a Chicago, el gobernador Enrique Alfaro Ramírez llegó con la espada desenvainada, y en uno de esos arranques que lo caracterizan, actuó de manera precipitada e hizo que la Fiscalía General actuara en consecuencia en contra Gloria Morales, tal vez el menos peor de aquel equipo de González Márquez.

La Fiscalía General del Estado que lo acusa debería de mirar más hacia quienes forman, o formaron, parte activa de Jaltrade, y de quien habría dado la orden de aprobar la adquisición –a ese sobreprecio (el millón y medio de pesos)– de la finca que se convertiría en la Casa Jalisco en Chicago, Illinois, Estados Unidos, sin descartar que Gloria Morales hubiera sido, hace diez años, sólo el mensajero de su jefe González Márquez.

Ahora bien, el defensor del inculpado ahora en prisión por orden emitida por el Juzgado 13 de lo Criminal, Marco Antonio del Toro Carazo, alega que no existe papel alguno que demuestre que Gloria Morales haya firmado el acuerdo de la compra del susodicho inmueble, porque ni siquiera era miembro de Jaltrade, como yo lo he creído desde el momento en que se conoció su captura.

Precisa la defensa: “Es más, no podía hacerlo (firmar) ya que no fue nunca miembro del Consejo de Administración de Jaltrade. No aprobó esa compra, no la gestionó, no firmó contrato alguno relacionado con ésta, no intervino en ninguna negociación para realizarla, no se le imputa desde luego el haber obtenido beneficio con motivo de esa compra, no firmó documento alguno”.

Ahora bien, si en realidad el gobierno alfarista, el de la “refundación de Jalisco”, va a luchar contra la corrupción, que empiece por investigar cómo actuaron, por ejemplo, todos los que incidieron en la cuestión de movilidad, como la construcción del Macrobús, su entorno y su mobiliario, etcétera, y la presunta corrupción que hubo en todo eso, en donde actuó un tal Herbert Taylor Arthur, entonces titular de Innovación, y qué hicieron algunos otros de sus secretarios en materia de construcción, agricultura, ganadería, desarrollo social, etc.

Claro, no se descarta a ninguno del círculo de González Márquez, pues unos pecaron directamente, otros por negligencia, omisión y/o complicidad –pudiera ser el caso de Gloria Morales–, pese a tantos golpes de pecho e, incluso, muy a pesar de la formación supuestamente religiosa que recibieron a través de las clases de Biblia en la misma Casa Jalisco –de lo cual dimos cuenta puntual en Proceso en su momento, y muy a pesar del limosnazo para el Santuario de los Mártires que el Arzobispado hubo de regresar.

Veremos, pues, en qué para el caso de Antonio Gloria Morales: si de verdad Alfaro va contra los corruptos o si es un mero distractor, una simple pantalla. El tiempo, pronto, lo dirá.