Aspirinas para el deporte | Contragolpe

Por Raúl de la Cruz.

Con bombo y platillo, en la “Mañanera del Pueblo”, la presidenta de la República, Claudia Sheinbaum Pardo, junto con Rommel Pacheco y Miguel Torruco, anunciaron la instauración del Día Nacional del Boxeo el próximo 6 de abril, con el respaldo del Consejo Mundial de Boxeo, presidido por un auténtico sinvergüenza: Mauricio Sulaimán. En el evento también estuvo presente Julio César Chávez, considerado el mejor boxeador mexicano de todos los tiempos, quien seguramente forma parte de la organización.

El pretexto es la conmemoración del Día Internacional del Deporte, y por ello se organizará una clase de boxeo a nivel nacional. Se supone que el objetivo es motivar a niños y jóvenes a practicar deporte para alejarlos de las conductas delictivas y evitar que se conviertan en carne de cañón de la delincuencia organizada. Además, se busca mantenerlos alejados del consumo de drogas.

Sin embargo, esta iniciativa no es más que una pequeña aspirina para los males que aquejan a la juventud. La pregunta es: ¿Por qué el boxeo? ¿Y por qué involucrar a una organización que no se ha caracterizado precisamente por su honestidad? Sabemos que el Consejo Mundial de Boxeo es un organismo profesional; en todo caso, esta labor correspondería a la Federación Mexicana de Boxeo y a las asociaciones estatales, que trabajan en el ámbito amateur.

Por supuesto, un solo día no es suficiente. Servirá únicamente para que los políticos se tomen la foto y presuman que “promueven” el deporte. Si bien la filosofía del evento es correcta, fomentar la actividad física y deportiva requiere mucho más que un acto simbólico: demanda tiempo, dinero y esfuerzo.

Si Rommel Pacheco, titular de la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte, realmente quiere cumplir con la encomienda que le asignó la presidenta, tiene que regresar a las bases: al deporte popular, a las disciplinas fundamentales. Es necesario revitalizar los torneos municipales, estatales y nacionales.

Es cierto que ya existen las Olimpiadas Infantiles y Juveniles, pero su propósito es distinto. Estas competencias reemplazaron a los Juegos Nacionales Deportivos, pero Ivar Sisniega, quien todo lo que toca lo echa a perder, les cambió el nombre en la época de Zedillo, y su impacto ha sido mínimo. Eso sí, han servido para gastar e inflar presupuestos estatales.

Antes, los torneos municipales y estatales eran clasificatorios para los nacionales, sin la intención de ser trampolín para los Juegos Olímpicos (para eso existían los Juegos Nacionales). Eran eventos de índole popular donde todas las clases sociales y edades podían participar.

Recuerdo haber sido testigo de finales de fútbol, basquetbol, atletismo, voleibol y natación. Incluso llegué a representar a Jalisco en natación y fútbol. Estos torneos convocaban a familias enteras en las unidades deportivas y cumplían con una misión fundamental: fortalecer la integración familiar, fomentar el sentido de identidad con el barrio, la colonia, la ciudad y el estado, y alejar a los jóvenes de conductas antisociales.

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