Tras su rastreo de “cocinas” de fentanilo en Culiacán, Bertrand Monnet fue a Nueva York, gran centro de adictos; de ahí a Dubai, donde los capos lavan su dinero. Concluye en sus video-reportajes en Le Monde (6/dic./23) que el trasiego se da por corrupción en altas esferas oficiales que no rastrean aduanas ni transportación en el origen de la materia prima (China) ni en el destino (México), donde se elaboran las pastillas M30. Tampoco hay seguimiento a zonas de consumo en EU y Europa, ni a paraísos fiscales que blanquean miles de millones que, líquidos o convertidos en bitcoins, participan en licitaciones públicas “o negocios legales en manos de autoridades políticas corrompidas (por los narcos) durante décadas”.
