Filosofando: Buenos deseos por la navidad

Sábado 24 de diciembre de 2022.No siempre coinciden, como hoy, las fechas de conmemoración colectiva de la navidad y la entrega de la colaboración periodística semanal, compromiso de este redactor. Siendo rigurosos en la aplicación cronológica, debería ocurrir cada siete años. Aunque luego se observan variantes en esta sucesión de fechas, cuando viene el entronque con un año bisiesto que nos llega cada cuatro años y que nos altera en un día tal secuencia. Aunque de estos detalles técnicos no se destila mucho jugo. Lo dejamos por la paz.

Lo interesante viene a ser que entramos de manera colectiva a la etapa del cierre de actividades del año respectivo y tenemos enfrente la perspectiva del entrante. Es lo que le da el toque especial a estos días. Todo mundo se dispone a festejar sobre todo al interior del seno familiar con buenas viandas, con abundancia de postres y bebidas calientes, como los ponches y los jugos etílicos. Es un festejo generalizado que se liga con los anhelos de bienestar y los buenos deseos para lo que venga.

Por supuesto que se acostumbra también la profusión en el intercambio de regalos. Unos ponen en las manos de otros los presentes que consideran adecuados o sorpresivos o como sea, pero obsequios a fin de cuentas. Antaño reproduce la memoria la aparición de juguetes por la mañanita ya del día 25, fuera al pie del arbolito decorado con esferas o en el altar de los nacimientos. Y prácticamente era todo el rejuego. Esto sería nada más en nuestros pueblos a mediados del siglo pasado y más atrás.

Pero luego se nos vino una avalancha de figuraciones y encuadres diversos que se injertaron pronto y en serie, sin gran resistencia de nuestra parte, para abrir el abanico de estos festejos. La memoria de la gente mayor, como la de este redactor, reproduce el hecho de que no teníamos en nuestros juegos de temporada la presencia del señor de barbas blancas, todo empingorotado de rojo. Hasta su nombre, Santa Claus, nos sonaba a extranjero, venido de lejas tierras. Y eso de que llegara en trineo era aún más peregrino a nuestra imaginación, pues aquí ni las nevadas conocíamos.

En fin. Los escenarios han ido cambiando y los formatos de este festejo se han venido a ampliar o a desvirtuar, según se elija una u otra atalaya para enjuiciarles. Es evidente que el elemento mercantil, que se desborda sobre todo en el intercambio de los regalos, se vino a imponer y ahora resulta hasta inimaginable un festejo navideño en el que no haya regalos. Y, bueno, ya no se obsequian tan sólo juguetes, sino bienes. Y unos y otros cuestan. Si los comerciantes aprovechen o no la temporada para inflar el precio de estos bienes, eso es otro de los tirones nuevos que habría que analizar. Y suponer que algo de esto vendría a eliminarse de nuestras rutinas presentes se lee en chino, o en cualquier otro idioma incomprensible.

En general se palpa que en todo el planeta se vive en esta temporada un alto, o una pausa, como para dedicarla a la reflexión y a cierto descanso emocional, para emprender las tareas futuras con renovados ahíncos. Es una idea extendida y más o menos observada para estas fechas. Pero también hemos de estar conscientes de que no en todos los rincones del planeta se viven estas condiciones de normalidad y de tranquilidad, como para desear la paz y generar nuevos propósitos positivos.

Uno de los escenarios que rompe completamente con estas estampas idílicas es Ucrania, en donde se viven ya diez meses de guerra declarada. Allá no cesan los bombardeos, la destrucción de infraestructura y las muertes violentas derivadas de estos actos de guerra. Y en lugar de urgirse por hallarle salidas pacíficas, vemos al presidente de tal país que vino a visitar a su homólogo gringo, el tal Joe Biden, con el que acordó más recursos y más armamentos de apoyo para su defensa. Leído en claro, esto significa que la guerra continuará por aquellos lares y que tales mandatarios, el gringo y el tal Zelensky, no abrigan sentimientos de cordura como para buscarle un fin a este pleito inacabable. El resto del mundo seguirá nada más de espectador de estos cuadros terribles, aunque sean fechas navideñas o de ilusión pacífica.

Otro espacio, mucho más cercano al nuestro, al que hasta le llamamos país hermano, que es Perú, también vive una serie de turbulencias que al parecer les eran no esperadas o imprevisibles a sus provocadores. Ya sabemos que los oligarcas o dueños de los recursos siempre y en todo el mundo se comportan de manera insensible y arbitraria. Aplican sus caprichos aquí y en China y no se fijan en pequeñeces. Así que eso de tirar de la silla presidencial a un político que había sido llevado a ese sitial por voluntad electoral de una mayoría de la población peruana, así hubiera sido por muy escaso margen, era situación a la que había que respetar. Pero ya quedamos en que estas minucias les valen sombrilla a los poderes fácticos.

Si estuvieran las cosas aquí en México, con nosotros, como están en Perú, diríamos que a nuestros poderes fácticos les vale cacahuate. Y metidos en la danza de posadas y otros entenderes, unos andaríamos apaleando las piñatas y otros juntando las frutas y los dulces que se caen de tales figuraciones, que al fin estamos en estos tiempos de fiestas. Y nuestros políticos andarían envueltos en sus inacabables pastorelas, pues no les para la imaginación para construir sus comedias inacabables. Pasemos entonces todos una feliz fiesta navideña y nos estamos viendo en las jornadas del año venidero. Gracias.