Campos de exterminio y politización
Carlos Delgadillo Macías
Tipos de campos
El término “campo de exterminio” es una extensión del término “campo de concentración”, que se utilizó, sobre todo, pero no sólo ni en primera instancia, para conceptualizar lo que pasó en la Alemania Nazi, desde antes de la Segunda Guerra Mundial y por lo menos desde 1933, año en que los nazis llegaron al poder.
El “campo de exterminio”, a diferencia del “campo de concentración”, estaba destinado, como su nombre indica, a eliminar personas, no a “concentrarlas”, es decir, a tenerlas aisladas del resto de la sociedad.
En un “campo de concentración” una persona podría permanecer meses o años, si bien los malos tratos, el hambre y las enfermedades podrían terminar por matarla. Como expone Nikolaus Wachsmann, la vida cotidiana de un interno en campos de concentración como el de Dachau o el de Sachsenhausen comenzaría a las cuatro de la mañana, con un lavado rápido de cara y cuerpo, un magro desayuno, la revista matutina, el recuento diario, los trabajos forzados durante la mayor parte del día, el almuerzo, la revista de la tarde, la cena, trabajo extra en los barracones y el toque de silencio a las nueve de la noche.
En un “campo de exterminio”, en cambio, el objetivo es que las personas duraran vivas el menor tiempo posible, y se diseñó toda una logística para lograrlo, desde el traslado, el recibimiento, la organización de la gente, la “preparación” de su muerte, el asesinato masivo, la disposición de los cuerpos y la “limpieza” de los lugares.
Un ejemplo paradigmático de los diferentes tipos de campos es Auschwitz. Además del campo original (Auschwitz I), se construyó un campo de exterminio (Auschwitz II Birkenau) y un campo de trabajo esclavo para la empresa IG Farben (Auschwitz III Monowitz). En este último campo estuvo recluido, por ejemplo, el escritor italiano Primo Levi, que dejó testimonio en su conocida “Trilogía de Auschwitz”. El complejo era de más de cuarenta campos, con distintos perfiles.
El rancho Izaguirre como campo
Llamar “campo de exterminio” al rancho Izaguirre, siguiendo con la analogía de los campos de exterminio de la Alemania Nazi, implicaría que se demostrara que su intención original y principal era eliminar personas.
Por los indicios, por lo menos se puede decir que, además de la posible eliminación de personas, ahí había actividades de concentración, es decir, de aislamiento, en varios casos forzado, y de adiestramiento de miembros nuevos o reclutas del cartel. Parece que estas últimas actividades y no aquélla eran las principales. Y el homicidio fue una actividad relacionada con el reclutamiento, pero secundaria.
Es posible que existan verdaderos campos de exterminio en los que su función prioritaria sí sea el asesinato masivo de personas. Y hay señales de que también hay sitios dedicados a la inhumación o incineración de cuerpos, como las fosas clandestinas. Pero no parece ser el caso del rancho Izaguirre en particular.
La analogía con Auschwitz (y tendría que ser con alguno o algunos campos del complejo de Auschwitz) les sirvió a los opositores del gobierno para hacer un golpeteo muy efectivo, si bien elaborado sobre una comparación abusiva. El asunto es tan delicado que cuestionar esa comparación fue tachado de indolencia o cinismo. Y la oposición y también grupos de la sociedad civil han tomado esto como un duelo semántico, intentando sostener esa conceptualización. Mientras que el gobierno federal y el oficialismo la han intentado contrarrestar.
Esta politización de la terminología o categorización del rancho Izaguirre ha provocado que se pierda de vista que, para empezar, no es el único lugar con esas características, por un lado. Y que campos de exterminio y desaparición de cuerpos muy posiblemente también existen, por el otro. La realidad es mucho más amplia que el rancho en cuestión, que viene a ser sólo una pequeñísima parte de un todo articulado.
El rancho Izaguirre no era un “campo de exterminio” como lo fue Auschwitz II Birkenau, pero, en cambio, revela que el Cartel de Jalisco Nueva Generación tiene lugares de reclutamiento, en muchos casos forzado o por engaños, y adiestramiento para jóvenes, lo cual en sí mismo es un escándalo y algo inimaginable en un Estado funcional que controle su propio territorio.
Aquí quizá una pregunta que se ha dejado de lado para comprender el fenómeno es por qué puede existir un grupo criminal con ese nivel de organización y eso qué nos dice del Estado mexicano.
Pero la politización de la terminología ha podido más que los asuntos de fondo. Lo que nos conduciría a la cuestión de cómo funcionan los medios en esta era de la información difundida en redes sociales.
Bibliografía
Levi, Primo (2019). Si esto es un hombre. México: Planeta
Waschmann, Nikolaus (2017). KL. Una historia de los campos de concentración nazis. México: Crítica