Tal es la urgencia de aplacar la ira de Trump que, para complacerlo, Sheinbaum, sin pedir parecer a “ya saben quién”, actúa al revés de los “abrazos, no balazos”. Lo hace para frenar aranceles a exportaciones y, sobre todo, para impedir una posible invasión norteamericana tras clasificar de “terroristas” a cárteles. Por ahora. Claudia le envió al malagradecido un racimo de 29 capos. Pero Donald quiere “narcopolíticos” de ayer y hoy. En tanto, capaz que devuelve a uno que otro, así estén en la fila rápida de expatriación más de uno. Todo puede ocurrir con el “Hombre Naranja”.