Carta del lector
Aportación especial de María Eugenia Barajas, para entender la situación actual latinoamericana:
Primera parte:
Un Plan Cóndor 2.0 contra América Latina
En América Latina han empezado el Plan Cóndor 2.0 para golpear a todos los gobiernos de izquierda, o a los gobiernos de derecha, como el de Panamá, que no sean capaces de frenar las protestas populares que provocan la sumisión a las exigencias norteamericanas y de las multinacionales.
Juan Carlos Monedero
Cui prodest? Se preguntaban los latinos clásicos: ¿a quién beneficia? Los latinos del siglo XXI ya pueden empezar a preguntarse: ¿a quién le interesa que arda América Latina?
La secretaria de Seguridad de los EU, Kristi Noem, acusa al Gobierno de México de provocar la violencia en Los Ángeles y otros lugares de Norteamérica. Lo hace sin pruebas y presenta como una rebelión lo que no es sino la exigencia de un trato acorde a derecho de los migrantes mexicanos en el país. El Gobierno de Trump está lleno de maniquíes de diferentes ferias -desde las militares a las de empresarios enajenados, pasando por las de exclusivas modas para gente rica, que tienen la misma capacidad intelectual que un espantapájaros o una marioneta. Pero la declaración señalando al Gobierno de México es una provocación para subir la apuesta. Trump siempre hace lo mismo: amenaza e insulta para subir la apuesta.
Antes de morir, Samuel Huntington, que fue el gran intelectual junto con Zbigniew Brzezinski de la política, publicó en 2004 Quienes somos, una advertencia contra la inmigración latina en los EU. El subtítulo del libro era meridiano: “Los Desafíos a la Identidad Nacional Estadounidense”. Según Huntington, los norteamericanos son descendientes de los peregrinos del Mayflower, anglosajones por tanto, mientras que los latinos son herederos de la Ilustración y la herencia española en el continente.
Me recuerda a cuando los hutus mataron en Ruanda a un millón de tutsis alimentados por una gran mentira: que eran dos razas diferentes. Se encargó una radio, la radio de las mil colinas, de propagar algo que se habían inventado los colonizadores de Bélgica para separar al pueblo ruandés. Huntington sabía que EU no puede vivir sin enemigos, porque cuando les falte, regresarán a la guerra civil. Lo hicieron con los españoles, con los mexicanos, con los nazis, los japoneses, los soviéticos, los vietnamitas, los árabes y, finalmente, los latinos.
Por supuesto que en la mirada de Huntington, donde el genocidio de los indios de Norteamérica no merece la pena ni ser mencionado, los indios al sur del Rio Bravo son también inexistentes y en su argumentación prefería descartar a todos los latinos como infectados por la Ilustración y la revolución francesa de la que, con dos siglos de antelación, huyeron los puritanos que abandonaron Inglaterra para robarle sus tierras a los indios en Plymouth. Todo es mentira, pero también es mentira la historia de los EU que ha contado Hollywood y los gringos se la creen, de John Ford a Yellowstone.
Todos los documentos de defensa norteamericanos contemplan una futura guerra en China. En ese escenario necesitaban separar a Europa de Rusia, prenderle fuego a Asia, presionar a África y desestabilizar a América Latina.
Europa, después de más de 30 años en paz, vuelve a estar en guerra. Primero fue empujar a la OTAN hacia el Este, desde la desmembración de Yugoslavia, hasta pretender la incorporación a la alianza militar de Ucrania. A esa provocación y a la guerra en el Dombás, la parte prorrusa de Ucrania se respondió por parte de Putin con la invasión. Luego vino la voladura del Nordstream 2, que ligaba a Alemania con Rusia. Esta semana pasada Trump, delante del Canciller alemán Merz, se ha atribuido la voladura de gasoducto: “Fui yo quien detuvo [el proyecto] Nord Stream 2, el mismo gasoducto que debía llegar a Alemania”. Luego, cuando Zelenski y Putin iban a sentarse hace tres años para terminar con la guerra, lo impidieron. Trump pone aranceles a Europa y le exige que aumente el presupuesto militar y que le compre las armas a EU. Europa está arrodillada.
Del genocidio en Palestina ya no podemos decir nada que no sea demostrar nuestro fracaso como seres humanos al no ser capaces de frenar esa barbarie que lleva por bombas, enfermedades y hambre 100 mil muertos, la mitad niños. África está igualmente ardiendo porque ni EU ni Francia quieren a los emergentes líderes de izquierda que empiezan a gobernar en la región.
Y en América Latina han empezado el Plan Cóndor 2.0 para golpear a todos los gobiernos de izquierda, o a los gobiernos de derecha, como el de Panamá, que no sean capaces de frenar las protestas populares que provocan la sumisión a las exigencias norteamericanas y de las multinacionales.
El escenario provoca inquietud. Intentar hacer paralelismo con el pasado siempre es atrevido. Porque ni siquiera dos gotas de agua son iguales. La Primera Guerra Mundial empezó por un suceso que parecía irrelevante en términos regionales: el asesinato del Archiduque Francisco Fernando de Austria, heredero del trono austrohúngaro. Ocurrió en Sarajevo el 28 de junio de 1914, y el asesino fue el nacionalista serbio bosnio Gavrilo Princip, ese hecho desencadenó la guerra entre Austria-Hungría contra Serbia, que terminó, inesperadamente, en una guerra global.
La ruptura del equilibrio en el continente americano puede tener resultados catastróficos, porque una chispa puede desencadenar que se prenda la pradera. Y la chispa puede salir de cualquier sitio.
En Panamá ha estallado un conflicto social que puede terminar con el Gobierno del conservador Mulino y romper el frágil equilibrio en Centroamérica, en un momento en donde Donald Trump quiere controlar las rutas marítimas y energéticas en su conflicto con China. El Canal de Panamá vuelve a ser un negocio de espías y criminales que puede terminar entre bombas.
Desde el retorno de la democracia en 1989 a Panamá no se registraba tamaño descontrol social. Hace poco más de un mes, sindicatos obreros y gremios docentes iniciaron una huelga nacional para protestar, inicialmente, por una reforma por Ley al sistema de pensiones. El país se ha paralizado, sumándose a la queja sobre las pensiones al acuerdo por el cual el Gobierno ha garantizado a Estados Unidos regresar a sus antiguas bases militares, así como su voluntad de reabrir una mina a cielo abierto cerrada por decisión judicial de la Corte Suprema de Justicia en 2023, que declaró la reapertura como inconstitucional.
Sindicalistas, mujeres, estudiantes, pensionistas han paralizado el país, lo que ha provocado, en vez de un diálogo entre el Gobierno y los manifestantes, una enorme represión que, a su vez, alimenta la protesta. Pero llueve sobre mojado. Panamá, siempre tan obediente desde que los EU bombardearon el barrio popular El Chorrillo en la operación de destitución de Roger Noriega, es uno de los países con las tasas de desigualdad más altas del continente, carente de servicios básicos, con salarios de miseria, un alto desempleo y una enorme informalidad laboral.
De las pocas victorias populares fue el cierre del proyecto minero de la empresa canadiense First Quantum Minerals, lo que dio nuevos bríos a las protestas. Perderlo sería un golpe a la autoestima que ha echado a la gente a las calles. Por eso la respuesta del Gobierno de José Raúl Mulino ha sido, como en la Argentina de Milei o El Salvador de Bukele, la criminalización de la protesta, la brutalidad policial y la detención de líderes políticos y sindicales, lo que ha llevado a alguno de ellos a pedir asilo en embajadas extranjeras.
[Continuará…]