Carta del lector / II

Carta del lector / II

Aportación especial de María Eugenia Barajas, para entender la situación actual latinoamericana:

Segunda parte:

Como en otros momentos de la historia, las empresas bananeras forman parte de la gramática del conflicto. Los trabajadores de Chiquita Brands, la mayor empresa bananera en el país, llevan más de un mes en huelga, con cortes de carreteras que han afectado a todo el país. El recorte de beneficios a los empleados en las pensiones generó la protesta. El despido de personal y el cierre de operaciones en la región de Bocas del Toro, además de pérdidas millonarias ha avivado las protestas, que se han ido extendiendo por todo el país. La violencia policial, en un momento de descrédito del Gobierno, no hace sino alimentar la protesta.

La represión en Los Ángeles de mexicanos radicados en los EU renueva la identidad mexicana. Me recuerda a cuando en la Alemania Oriental se reprimían las protestas que, al calor de la perestroika, reclamaban más libertades. El aumento de la represión terminó tumbando el Muro de Berlín.

No hay que olvidar que la pretensión de Donald Trump de anexionarse el Canal de Panamá no hace sino alimentar el fervor patriótico de un país que, pese a su juventud, tiene la misma conciencia nacional que otros de más larga data. Un joven de 20 años o alguien de 40 no necesita que su país tenga más de un siglo para sentirlo como parte de su proyecto de trascendencia. Ni Trump ni Mulino han entendido esto y el acercamiento a Panamá de batallones de marines norteamericanos no va a hacer sino calentar aún más los ánimos. Es ahí donde hay que entender que el conflicto puede desatarse y afectar a toda la región.

La alemana Deutsche Welle, un medio conservador, no ha dudado en titular la situación como una “rebelión social en un país fracasado”. Igual que los medios norteamericanos están acusando a México de estar detrás de las protestas, pese a que la Presidenta Sheinbaum lo ha negado categóricamente. Tratar a un país de Estado fallido es la antesala de su invasión.

En EU se ha militarizado la respuesta a las protestas contra las expulsiones. Tratar a los mexicanos, centroamericanos o venezolanos en EU peor que como tratan a sus perros en Beverly Hills no va a calmar los ánimos. Al contrario.

Stephen Miller, que es asesor presidencial y autor de la agenda antimigrante de la Casa Blanca, fue a presionar al Servicio de Inmigración y Aduanas:

“Salgan y arresten a extranjeros ilegales”, les gritó Miller a los funcionarios según cuenta el Wall Street Journal. No hagan listas de indocumentados “criminales”, sino vayan a “Home Depot donde típicamente se congregan jornaleros para esperar que los contraten, o las tiendas de autoservicio 7-Eleven”. Obedientes, empezaron redadas más agresivas en los lugares de trabajo, en los estacionamientos donde esperan jornaleros a que los contraten.

Milei, Netanyahu o Trump quieren convertir la violencia policial y la persecución judicial en la norma de las democracias occidentales. Señalarán a Panamá, a México, a Venezuela como “países fracasados”, alimentando así la necesidad, en nombre de la libertad y la democracia, de recibir a los marines y sus bombas.

El continente latinoamericano sigue en disputa y por eso tantas noticias de disturbios. En Colombia hay un intento de acorralar al presidente Petro. Han sido los intereses de la derecha los que han buscado asesinar al conservador precandidato presidencial Miguel Uribe para intentar debilitar al Gobierno de Gustavo Petro y los que han sembrado el país de bombas. Así la derecha empieza a pedir una negociación con el ejército para “salvaguardar la paz”. Ya lo hicieron en Ecuador asesinando al candidato presidencial Villavicencio para echarle la culpa al correísmo.

En la Ciudad de México, un día antes de la elección popular de los jueces, 500 policías y militares interrumpían, sin autorización de los representantes políticos, un concierto del cantante vasco Fermín Muguruza, con la única voluntad de quebrar la normalidad y generar ruido y disturbar las elecciones.

Milei y su cancerbero Bulrich mandaban este sábado detener al líder popular Juan Grabois mientras protestaba por los recortes en el Instituto Juan Domingo Perón. Han culminado su estrategia condenando e inhabilitando de por vida a Cristina Fernández de Kirchner, sin ninguna prueba, con jueces amigos del mandatario Macri, en un caso, el llamado vialidad, donde se han quebrado las normas básicas del derecho. Y donde, una vez más, el lawfare opera justo antes de un proceso electoral donde CFK iba a presentarse por la provincia de Buenos Aires.

En Bolivia la derecha observa emocionada el enfrentamiento entre el presidente Lucho Arce y el expresidente Evo Morales.

Y EU no va a dejar de provocar casi a diario a México, cuando no es con vuelos en la frontera será con la represión a los migrantes o con jueces diciendo que las fábricas de armas que venden a los cárteles sus artilugios de muerte en el fondo son hermanitas de la caridad que viven honestamente de su trabajo.

Sin embargo, en América Latina gobierna la izquierda en el 56 por ciento de los países, frente al 19 por ciento que lo hacen en Europa, según un reciente estudio de la CELAG que dirige Alfredo Serrano.

Está claro que el camino de una derecha que ha perdido pie en el continente incluye la violencia. Lo que reclama mucha inteligencia de la izquierda para no cometer el error de entrar al trapo y justificar la represión. Claudia Sheinbaum lo ha entendido perfectamente.

Pronto hay elecciones en Honduras que muy probablemente ganará Rixi Moncada, del Partido Libertad y Refundación (Libre) de Mel Zelaya. Venezuela, contra viento y marea, sigue su senda de democracia popular y elegirá en julio a los representantes municipales. Se vuelven e intentan desatar protestas en Cuba desde las universidades, alentadas desde fuera del país. Y la política migratoria de EU promete desestabilizar todo el continente regresando por la fuerza a los migrantes que estaban trabajando en el país.

América Latina debe consolidar la CELAC y la UNASUR, y estar atenta a las vulneraciones de los derechos humanos en este momento de disputa. Que, a todas luces, tendrán que ver con los intentos de los EU de volver a hacer del continente su patio trasero. Ya lo son los gobiernos de Bukele, Milei, Mulino, Noboa, Peña o Boluarte, pero no sus pueblos.

Porque sus pueblos, como los de México, Brasil, Chile, Venezuela, Uruguay, Colombia, Bolivia, Honduras están en la calle precisamente para que no les roben la paz.

Juan Carlos Monedero

Realizó estudios de licenciatura en Economía, Ciencias Políticas y Sociología. Es Doctor en Ciencias Políticas y profesor titular en la facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Complutense de Madrid. Hizo sus estudios de posgrado en la Universidad de Heidelberg (Alemania). Ha dado clases en diferentes universidades de Europa y América Latina y es profesor honorario en las universidades argentinas de Quilmes y Lanús. Ha asesorado a diferentes gobiernos latinoamericanos. Entre otros libros, ha publicado La transición contada a nuestros padres, El gobierno de las palabras, Nuevos disfraces del Leviatán, Dormíamos y despertamos, Curso urgente de política para gente decente (15 ediciones y publicado en cinco países), La izquierda que asaltó el algoritmo, El paciente cero eras tú y Política para tiempos de indiferencia (2024). Premio Latinoamericano y Caribeño de Ciencias Sociales de CLACSO en 2018. Ha sido ponente central en la conmemoración del Día Internacional de la Democracia en la Asamblea General de las Naciones Unidas en Nueva York y en la 28 Sesión Regular del Consejo de Derechos Humanos en Ginebra. Tiene reconocidos tres sexenios de investigación. Es cofundador de Podemos, colabora en diferentes medios de comunicación y ha presentado durante cinco años el programa En la frontera en Público, donde tiene el blog Comiendo tierra.

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Tomado de Sinembargo al Aire [María Eugenia Barajas Villagrán]

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