Ciencia y fe

CIENCIA Y FE

GABRIEL MICHEL PADILLA

Foto: Especial

Existe un movimiento ideológico que intenta reafirmar la idea de que la fe es un elemento que descompone el inventario del ser humano volviéndolo obsoleto y rebajando su riqueza humanista y científica. Sin embargo noticias de última hora nos hablan de la protagónica participación de los hombres de fe en sus aportaciones a la Ciencia, a la que consideran como un excelente vehículo que conduce al Creador. Citaré a cuatro de ellos que aparte de haber sido sacerdotes fueron eminentes científicos.

1.- Ángelo Sechi. (1818-1878) Un sacerdote jesuita nacido en Reggio, Italia. Fue quien primero catalogó las estrellas por su luminosidad y su color para desentrañar su temperatura y tamaño. Eso le valió ser considerado universalmente como el padre fundador de la Astrofísica. En 1978 al cumplirse el centenario de su muerte, la Asociación Astronómica Internacional honró su memoria con un congreso en Roma.

2.-Tehilard de Chardin un eminente antropólogo, paleontólogo y astrónomo, sacerdote jesuita también, fue uno de los descubridores del Hombre de Pekín, y un eminente místico que ha influido en el pensamiento moderno. Sus obras hablan de la visión espiritual muy conectada en el amor al pensamiento científico.

3.-George Laimetre, otro jesuita catedrático de la fracción francesa de la Universidad de Lovaina, Bélgica, estudioso preclaro de las fórmulas de Albert Einstein, que lo llevaron a la conclusión de la expansión del universo y a proponer la teoría de La Gran Explosión (Big Bang). Dicha aportación es protagónica a favor de la teoría de los orígenes del universo.

4.-Jorge Bergoglio, arzobispo de Buenos Aires y después Papa Francisco, sorprendió al mundo académico con su encíclica “Laudato si”, sobre el cuidado de la casa común, la Madre Tierra. Su pensamiento inspirado profundamente en el pensamiento religioso, enriquecido por el pensamiento de las tribus ancestrales que ven al planeta con una visión profundamente mística, ha puesto sobre la mesa la ineludible tarea para el ser humano de detener el deterioro del planeta. En dicho documento el papa jesuita aboga por una profunda revisión de “nuestros modelos de vida” de los modelos de producción, de los paradigmas de consumo y de las estructuras de poder, que no respetan el medio ambiente, porque todo eso afecta profundamente la cultura y convivencia humana.

Amigos cristianos y no cristianos: creer que la fe es un elemento obsoleto, y que la ciencia es autosuficiente para darnos razón de nuestra misteriosa existencia, ya está pagando las consecuencias. La ciencia se define a sí misma como “El estudio de la actividad de la materia”. Su misma definición la incapacita para explicarnos cosas metafísicas. La ciencia no es un fin, es un medio que nos conduce a maravillarnos con sus nuevos microscopios y telescopios a mirar con asombro el micro y el macrocosmos. Los salmistas quedaron asombrados al mirar a simple vista el cielo lleno de astros y tuvieron inspiración para alabar al Creador.

Ahora los telescopios nos permiten profundizar en la maravillosa obra del Creador. Por eso cantamos junto con Francisco de Asís, il poverelo, (el pobrecillo) su himno:    Laudato si, il mío Signore per la mía sorela acqua, sole, luna e terra. “Alabado sea mi Señor, por mi hermanita el agua, el hermano sol y hermana luna y nuestra hermana la tierra”