Con los Suro se topó la Iglesia

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Cuando la Iglesia tapatía estuvo a punto de dar la puntilla a la corrupción en el Poder Judicial de Jalisco, tras la aprehensión del sacerdote Francisco de Asís de la Rosa Patrón, director de Cáritas Diocesana de Guadalajara, por presunto fraude específico, algo raro sucedió entre clérigos inferiores que el Arzobispado terminó doblándose.

Aunque la orden de aprehensión comprendía a otras tres personas de Cáritas, sólo fue localizado el padre De Asís y privado de su libertad por agentes de la Fiscalía General del Estado, según antiguos y clásicos cánones torturadores como es el  sabadazo, la tarde del lunes 24 de diciembre de 2018.

De acuerdo con fuentes de la propia Mitra, todo se instrumentó desde lo más alto del Supremo Tribunal de Justicia de Jalisco (STJ), cuyo presidente es Ricardo Suro Esteves, hijo del abogado Ricardo Suro Campos, quien fue el demandante en contra del responsable de Cáritas de Guadalajara, institución internacional de promoción humana y de asistencia social de la Iglesia.

El Arzobispado demandó, desde el momento en que tuvo conocimiento de lo sucedido, que el proceso se llevara “con toda transparencia y apego a la Ley, dejando a un lado abusos de poder y arbitrariedades, pues según las mismas autoridades eclesiásticas, tanto Suro Campos como el presidente del STJ, Ricardo Suro Esteves, querían que todo se hiciera ‘por encima de la Ley’.”

Aunque el arzobispo, cardenal José Francisco Robles Ortega, se opuso terminantemente a un arreglo extrajudicial, como lo quería la hoy poderosa familia Suro, al final se derrumbó todo y el arreglo tuvo que ser la aportación de una suma que rondó los dos millones de pesos, según información de primera mano obtenida de personas muy confiables.

Alguien, a la mejor bienintencionado pero tal vez presionado por la parte demandante, o mal aconsejado y poco o nada ducho en Derecho e inconsciente del cáncer que carcome al STJ y de la repercusión negativa que tiene llegar a un arreglo bajo la mesa, porque es como echarle gasolina al fuego al fomentar la deshonestidad, aceptó las condiciones de los Suro y entró a uno de los dobles carriles de la corrupción.

Ese clérigo tal vez pensó que más valía un mal arreglo que un prolongado pleito legal y aceptó, y sugirió a sus superiores lo que la otra parte pidió y que finalmente se solucionó con el millonario desembolso a favor de los Suro, con tal de que el padre Francisco de Asís saliera del reclusorio preventivo tras cuatro días de encierro.

En resumen, el caso del sacerdote Francisco de Asís de la Rosa Patrón es como sigue: en 2016, el señor Ernesto Fernández López donó, para el sostenimiento y desarrollo de Cáritas, cuatro terrenos escriturados conforme a la Ley, y que él había comprado a su hermano Ernesto Jaime Fernández López, antes de que fueran embargados por una deuda de 3.6 millones de dólares por honorarios de litigios que llevó el licenciado Ricardo Suro Campos.

Al enterarse Cáritas de la irregular situación, interpuso una demanda de nulidad de las donaciones y actos colaterales (expediente 73/2008) en el Juzgado Primero de lo Civil.

Ante esto, “la familia Suro ha dicho que Cáritas incumplió con el contrato de donación, por así convenir a su mezquino interés”; pero eso es falso, respondió el Arzobispado.

El comunicado de la Arquidiócesis, dado a conocer el 28 de diciembre a los medios informativos, apuntaba que “por el poder que maneja esta familia (Suro), se le facilitaron las cosas para que obrara y se le sometieran los otros poderes en juego. Por el cargo que ostenta, por supuesto que  su influencia abarca muchos estratos, incluyendo mediáticos. Es falso que Cáritas se ha negado a devolver los bienes”.

Luego arremetía con toda fuerza:

“Es verdad que es una persona detenida, el Padre Francisco de Asís, pero no es algo sólo personal, sino institucional. La credibilidad de una institución de caridad de la Iglesia católica de Guadalajara es la que está en juego. Lo que queremos es que resplandezca la verdad, la justicia y la caridad, no el abuso de quien se aprovecha de su poder y
realiza abominaciones, incluso detrás de una acomedida amabilidad, o escondiendo, sin vergüenza, a un lobo atroz.

“Tergiversar la verdad puede provocar escándalos y temores, pero todavía es más escandaloso y vergonzoso cubrir la verdad. Apelamos a la sensatez, a la cordura y a la legalidad de quienes depende aplicar la justicia como es debido”.

Ese mismo día, sábado 28 de diciembre, luego de que se publicó la noticia, el clérigo quedó en libertad.

Después, en un segundo comunicado, el tono agresivo cambió por completo. Expresaban que Suro Campos se desistió de su demanda contra Cáritas, pero nunca se dijo que de por medio hubo millones de pesos, que en nada ayudan a limpiar la podredumbre que existe en ese ambiente.

Esa es la verdad sobre la mesa, “aunque duela”, como pide el cardenal Robles.

El gobernador Enrique Alfaro asegura que su propósito es combatir la corrupción en el Poder Judicial, y se habla ya de una nueva forma de elegir magistrados. El asunto está en si quito a los que no son míos y
pongo a quienes yo quiero.

Dijo Alfaro la semana pasada: “Es la descomposición total. No estamos hablando de un problema de un caso de corrupción; estamos hablando de una historia de complicidades”.

Y sí, en esto tiene razón. ¿Quién de los clérigos, o de sus consejeros seglares despreocupados por este gravísimo problema, dijo que había que llegar a un arreglo extrajudicial? ¿Quién cargará con este estigma?

¡Pero qué estigma solamente! Pecado social.

Alguien en la Arquidiócesis fue en contra de la postura del cardenal Robles de que no hubiera arreglo al margen de la ley, y dejó ir la gran oportunidad de oro para darle reversa a la injusticia de la “¿justicia?”.

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